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What is Performance Studies?

Diana Taylor, Author

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Rossana Reguillo






Entrevista a Rossana Reguillo (2011)
Rossana Reguillo Cruz es profesora e investigadora del Departamento de Estudios Sociales del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara. Ella es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel III) y de la Academia Mexicana de las Ciencias. Reguillo es Doctora en Ciencias Sociales por el CIESAS y fue Titular de la Cátedra Andrés Bello NYU (2011). Ha sido profesora invitada en diversas universidades latinoamericanas y en Estados Unidos; sus temas de investigación giran en torno a las culturas urbanas, la vida cotidiana y la subjetividad, la construcción social del miedo, los jóvenes, la violencia y el narcotráfico. Culturas Juveniles: Formas Políticas del Desencanto (Siglo XXI 2012) es uno de sus libros recientes.X


Diana Taylor: Mil gracias por estar aquí con nosotros, y ¿me podrías decir un poco, no más tu título, de dónde eres, de la ciudad, un poco de esa información?

Rossana Reguillo: Ok. Claro que sí. Bueno, yo soy Rossana Reguillo, soy doctora en ciencias sociales con especialidad en antropología social y soy profesora investigadora en el Departamento de Estudios Socioculturales en el ITESO [Universidad Jesuita de Guadalajara] en Guadalajara.

Diana
: Ahora, yo sé que tú trabajas mucho con las ideas, metodologías de estudios de performance, aunque tú, de por sí, no creo que lo llames así. Entonces ¿me podrías explicar un poco cómo entiendes tú estudios de performance? ¿Cómo utilizas tú las metodologías o preguntas que vienen de ahí?

Rossana
: Claro. Mira, yo creo que desde el ámbito de la comunicación donde yo me formé inicialmente, de manera muy temprana, quizás a mediados de los años ochenta, hubo, digamos, la irrupción en el campo de estudios de la comunicación de una preocupación muy grande por entender las dinámicas estéticas, semióticas de los movimientos sociales. Entonces, digamos que mi primera aproximación al tema tiene que ver, justamente, con una pregunta que trataba de articular las dimensiones estéticas con las dimensiones políticas. Para mí fue un trabajo inicial muy importante que me dio enormes pistas y me permitió también hacer una apertura, digamos, en términos de articulaciones bibliográficas, de disciplinas, de enfoques, de metodologías que ponían justamente la mirada en de qué manera el performance, o la performance—en México no nos ponemos de acuerdo si es ‘el’ o ‘la’, lo cual es muy interesante, o sea, no deja de ser un dato—de qué manera la performance venía justamente a alimentar un conjunto de preguntas que resultaban vitales. Y me parece que fue una época de muchísima intensidad de articulaciones interdisciplinarias. A partir de entonces digamos que lo que a mí me parece que pasó en América Latina en la interface, digamos, de estudios de antropología, cultura, comunicación, fue un cada vez mayor acercamiento a lo que venía de la literatura del performance, de los estudios de la performance, sin llegar nunca a consolidar un campo de estudios como tales. Y en este sentido me parece que, aunque suene un poco descabellado, en mi caso por lo menos, pero me parece que se puede ampliar un poco más a otros académicos y académicas, el trabajo de Habermas, el menos conocido de los trabajos de Habermas, que es justamente su propuesta de lo que él llama “acción dramatúrgica”, la que él entiende, digamos, como aquella acción enderezada, articulada, a producir a través de un acto performativo un efecto político, a mí fue, digamos, lo que me acabó de cerrar el trabajo. Y entonces vinculando estudios de la cultura, especialmente el trabajo de [Jesús] Martín-Barbero, el estudio de Renato Ortiz, pero fundamentalmente articulando esta perspectiva, lo que hice fue desarrollar un conjunto de esquemas metodológicos, la obsesión de los cientistas sociales a veces, pues muy recriminable y con justa razón, es nuestra obsesión metodológica, hacer que todo tenga rigor, que la categoría esté bien puesta, etc., etc. Pero digamos, para ser muy sintética, los esquemas que yo pude proponer fueron justamente cómo entender la acción social, las prácticas sociales, vinculadas a una pregunta o a una movilización social a través de la descomposición o deconstrucción de sus componentes estéticos, éticos, el uso del lenguaje, el uso del cuerpo, se me empezó a convertir en una cuestión nodal; eso me obligó a acercarme a otro tipo de literatura, etc.

Y entonces me parece que lo que hoy tenemos en frente como un enorme desafío de lo que podríamos llamar “estudios de la cultura en performance” o “acción dramatúrgica de corte político” tiene que ver justamente en con cómo reincorporar las dimensiones empíricas que uno va construyendo a partir del trabajo de investigación para una reformulación teórica. O sea, me parece que ha llegado el momento para América Latina, y para México de manera muy especial, de abrir un debate muy serio en torno a la constitución de un campo académico de estudios del performance, que, dicho como nota de pie de página, sigue generando en los académicos más conservadores o más ortodoxos una ligera incomodidad. O sea, como que eso para las ciencias sociales no es relevante, y me parece que, por supuesto, eso es totalmente un error. Entonces, en síntesis, lo que a mí me parece es que lo que requerimos es una metodología múltiple, armada de diferentes etapas y estrategias que nos permita ver justamente el aporte de la dimensión performativa a la construcción o a la consolidación de escenarios o de escenas políticas y de escenas públicas. Una metodología que permita, digamos, restituir complejidad a lo que significa para los movimientos sociales coserse la boca, como lo han hecho los maestros en México, lo que significan las cruces rosas en el caso de las mujeres asesinadas en Juárez; que no quede reducido a una dimensión estetizante de la cultura, sino incorporada en toda su complejidad, como las lenguas otras, los lenguajes otros, que se están generando por parte de los movimientos sociales. O sea, aquí me parece que van más rápido los movimientos sociales que la capacidad de las ciencias sociales, justamente, de atender estas dimensiones de la cultura política.

“’Performance’ queda ahí como un pequeño fantasma recorriendo las ciencias sociales; haciendo travesuras … es ese duende que se le mete de pronto y que ahora lo estamos viendo clarísimo con la capacidad lúdica de los movimientos sociales, con la capacidad de reírse del poder, con la capacidad de la imaginación que tienen los movimientos.”


Diana: Me interesa mucho que tú digas que se dice el performance y la performance, algo que yo también he notado como un tipo de travestismo muy interesante en relación al performance. ¿Por qué piensas tú que, especialmente en México, se use el performance y la performance, y cuáles serían las diferencias en uso si es que las hay?

Rossana
: Claro. Mira, yo lo detecto en dos territorios. En uno, digamos, más coloquial y no formalizado que tendría que ver cuando uno escucha en una conferencia a alguien hablar y de pronto dice “la performance…no no no!, el performance”, esto me parece que tiene que ver, en este plano de lo coloquial, tiene que ver con lo que ya decía yo hace un poquito, de una cierta incomodidad, de una cierta posición vergonzante frente a lo que implicaría para las ciencias, llamadas “formales” en ciencias sociales, la incorporación de los estudios de performance como una dimensión muy seria. A mí me parece que son trastabilleos que tienen que ver mucho más con incomodidad que con una postura reflexiva incorporada. Pero en el otro territorio, digamos, en uno de carácter más formal y más de campo de estudios, me parece que el femenino y el masculino se articulan mucho más a la imposibilidad casi, diría yo, de carácter epistemológica, a aislar con un artículo lo que es tan complejo. O sea, me parece que, ignoro si en inglés se diga “the performance studies”, pero me parece que el artículo, en el caso del castellano, el “la” o el “el”, lo que hace es, justamente, dotar de una dimensión singular a algo que es sumamente complejo, y entonces se acude a uno y se acude a otro, pero sin resolver nunca de fondo esta contradicción. Me parece que no es un tema que pasa por el género; creo que alude a una problemática mucho más compleja y que tiene que ver, por ejemplo—y quizás esto ayude un poco a que yo misma me explique lo que estoy tratando de decir —cuando yo empecé a hablar en castellano de “violencias” mucha gente me dijo “pero es incorrecto, porque es en singular”, y me parece que no. Es decir, por eso yo he insistido en hablar de “violencias” en plural y no de la violencia, porque me parece que la complejidad que encierra el problema exige no utilizar el artículo en singular, porque lo sustantivizas. Entonces me parece que pasa un poco eso con la performance o los estudios de performance, y mucha gente lo resuelve añadiendo un “los” en los estudios, pero "performance" queda ahí, como una palabra, como un fantasma, un pequeño fantasma recorriendo las ciencias sociales; haciendo travesuras, haciendo que mucha gente quiera meterse a eso, pero es ese duende que se le mete de pronto y que ahora lo estamos viendo clarísimo con la capacidad lúdica de los movimientos sociales, con la capacidad de reírse del poder, con la capacidad de la imaginación que tienen los movimientos. Y ahí está el duende, haciendo de las suyas, carcomiendo ese piso ortodoxo que ha impedido que esto haya tenido un desarrollo mucho más acelerado.

Diana: Gracias, Rossana.

Rossana: De nada, para nada, al contrario.

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