No. 15
voy a desir, que es una cosa muy seria. (Las dos mujeres atienden sorprendidas; Alejo se mueve desasosegado en su asiento).
Don L. (continuando.)—Isabelita: yo creo que desde que nos casamos, hase veintiocho años, no te he dao ningún motivo de queja; que nunca hemos tenío ni un sí ni un no...
Doña I. (acercándose y poniéndole con cariño la mano en la cabeza.)—¿Qué te pasa Lico? ¿Por qué hablas así?
Don L.—Porque tengo que hablar; me voy a separar de ustedes sabe Dios pa cuanto tiempo.
Ch.—¡Cómo ,don Licol
Doña I. (estuperfacta).—Pero, Lico, ¿tu dises eso de verdá (a Alejo) Compadre ¿usted sabe a qué viene eso?
A.—Comadre, es una verdadera desgrasia.
Doña I. (a don L.) Pero bueno, ¿qué es? ¡Dios mío!
Ch. (id)—¿Qué es lo que pasa?
Don L.—Isabelita: ya tu sabes que yo soy un hombre honrao. y no pueo consentir que por causa mía sufra un inosente.
Ch. (involuntariamente.)—¿Saragosa?
Don L. (volviéndose a ella conviveza).—Sí, Saragosa To el mundo lo sabe, y tos me señalan con el deo... ¡Mañana me presento a la justicia!
Doña I.—No, tu nos has sío (transición) y si fué, fué en defensa, porque si no te mataban.
Ch. (arrepentida de su exclamación).—Yo no dije na, yo dije ese nombre sin querer.
Don L.—Tu lo dijiste, porque piensas lo que piensa ya to el mundo y que es la verdá (viend0 que Ch. hace ademán de protestar). No te dé pena: es el destino. Yo sé que tu me quieres como un padre, y que sabes que te queremos como a una hija; pero entoavía por eso, tengo que hacer lo que voy a haser.
Ch.—Oh, por mi no . . . Si él pué salir de otro modo ...
Dña. I.—(a Dn. L..) Eso no pué ser; tú tienes hijos; tú no nos pues abandonar así (suplicante). Si está de Dios que Saragosa salga, él sale (a A.) Compadre: dígale que no haga esa locura, que no se presente.
A. ( a Don L.) Tú tienes una casa, hijos...
Don L.—No te opongas Alejo: tú mismo, en mi caso harías lo que yo voy a hacer.¡ Mis hijos ya son grandes, se puen valer. Juan Antonio se queda aquí, al frente del potrero, esta infeliz (por Dña. I. a quien cariñosamente atrae hacia él), se va pal pueblo con la pobre Lolita, hasta que Dios disponga (Dña. I. y Ch. lloran; Alejo, sin saber que hacer, se levanta y da dos o tres pasos por la escena; Dn. L. disimuladamente se enjuga una lágrima).
ESCENA VI
(Dichos, J. A. por lateral izquierda; poco después Rosendo y Vueltabajero, fuera).
J. A.—(al ver aquel cuadro se queda sorprendido.)
Dn. L.-(a J. A.) Dentra; quiero hablar contigo (las dos mujeres vuelven la cabeza. Alejo continúa paseándose, J.A. entra) .
Dn. L.-(a J .A.) Desde hoy te vas a quedar hecho cargo d 'esta casa, vas a ser en ella el cabesa. Tu madre se va pal pueblo, aonde está Lolita, Charo se va pa casa de Alejo.
J. A.—(sin comprender, mira a todos los presentes). Pero, ¿y qué es eso papá ...? ¿Usted se va pa algún lao
Dn. L.—(solemne). ¡Sí, me voy a un lao de aonde quien sabe cuando volveré!
J. A.—(sin comprender todavía). ¡Cómo!... ¿un lao de aonde no sabe cuando va a volver?. . . ¿Y mamita se va y Charito a pa en casa e Alejo?. . . ¿Qué cosa es to esto?
Dfia. I.—¡Ay! hijo: la desgrasia que ha entrao en esta casa.
J. A.—Bueno, pero explíquese; porque yo, aunque me vuelva loco, no entiendo na.
Dn. L. – (con voz apagada). Hijo: mañana iré pa la