Alma Guajira : 1927

No. 17


Dn. L.—(viniendo a sentarse donde estaba antes). Ya está determinao.
(Dña. I. a Don L.)—Alejo dise...
A.—Sí, te vas pal monte...
Dn. L. (interrumpiéndole). No, na de monte: no voy a vivir de simarrón toa la vía.
A.—Toa la vía no; hasta que se haiga arreglao el asunto.
Dn. L.—No, de ninguna manera.
Dña. I. (angustiada). Poro Lico ...
Dn. L.—No me digan más na. Maíiana me presento. (de nuevo ladran fuera los perros, esta vez por lateral izquierda; Dn. L. va a dicha puerta).
Dn. L.-(llamando). Vigilante ... Totí... Pasa ... pasa. (gritando) ¿Quién anda por ay?
Guardia (desde afuera).—La Guardia Rural.
Dn. L.—Adelante. ¿Qué desean?
A.  (a Don L. sin, que lo oigan los que llegan).—Lico, fíjate que hay mucho bandío con el uniforme ese.•
Dn. L.-(id) A tos los del puesto los conosco. Debe de ser el cabo Rivero (a los que llegan) ¡Rivero!... ¿Es Rivero?
C. R.—(desde fuera). Sí, ¿qué hay?
Dn. L.—Dejen los caballos en la mata e güira. . . Pasen (los perros ladran). No tengan mieo, no muerden ... (gritando a los perros).  Totí...  Vigilante... (los perros se callan).
ESCENA IX
(Dichos, un cabo y un número de la Guardia Rural)
C.—(puerta izquierda). Bue1ias noches.
Soldado.—Buenas noches.
Todos.—Buenas  Noches.
Dn. L.—Pasen y siéntense (los guardias pasan y se sientan en los taburetes que les presentarán Dña. l. y Ch.).
A.—¿Qué, muy cansaos?
C.—Un poco: desde esta mañana andamos de recorrido.
 Dn. L.—¿Y eso?
C.--¡La maldita polítira: anclan por ahí que si se alsan, que si no se alsan ... ¡qué sé yo!
Dña. I.—¡Ah! Por eso yo vide hoy que pasaron tres parejas muy temprano, por el camino.
S.—Nos están dando un julepe ...
A. (sentenrioso.)—Y to eso por b política. Y total... pal que tiene que trabajar, tos son iguales.
C.—Sí; al fin y al cabo el pobre nunca saca ná.
Dn. L.—Si acaso, que le quemen o le roben lo poco que puea tener.
Dña. I.—(suspira). Toas son desgrasias pal pobre.
C.—Y dígalo! (se levanta, el soldado lo imita.)—Bueno: veníamos a ver si había habío novedad por aquí, no la habío na y nos marchamos.
Dña. I.—Espérense y les doy un poco de café. Charo, vé hija y tráite el café: debe de estar caliente porque yo lo dejé· sobre unos tisones. (Charo se levanta y role puerta derecha; el Cabo y el Soldado se sientan de nuevo).
Dn. L.—(Como quien de repente recuerda algo vagamente). Y, dígame cabo, ¿del negosio de la muerte que hubo aquí el otro día ... ¿qµiay?
(A. y Dña. I. miran ansiosamente a Don L.)
C.—(encogiéndose de hombros). Pchs. . . ¡Cualquiera sabe como ha sío eso! Por lo de pronto, el gallego está hundío: no ha querío declarar y le cojieron el revólver descargao.
S.— (con ironía). Dise qne le estuvo tirando a las jutías.
A. (tratanclo de desviar la conversación).—Y ahora parese que están habiendo sus robitos por aquí.
Dña. L.—(va a puerta izquierda). Lico, ven acá: mira la vaca barrosa resentina onde está (señala hacia fuera).
C. (a A.)—Sí, antier noche nos nos deron parte de una yunta de toretes que lo llevaron a Ramírez, el de Charco Hondo.
Dn. L.—(se Ievanta, va a donde está Dña. I. y mira
 

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