Alma Guajira : 1927

No. 14


A. (id.)—¿La gente? La gente casi toa tiene la idea do que Saragosa es inosente.
Don L.--¿Y sospechan de mí?
A. (costándole trabajo la confesión).—Sí; disen que si tu le tenías tirre. . . que las relasiones. . . en fin; tu sabes lo que son las lenguas.
Don L. (como hablando consigo mismo.)—Las lenguas… las lenguas de los que no saben, de los que no puen calcular.
A.—Pero a nadien se le ha ocurrío desirle na a la justisia. . . to menos eso; aquí tos te quieren bien y tu sabes que semos hombres.
(Hay un nuevo silencio, durante el cual se verá a los dos hombres aplastados bajo el peso de sus cavilaciones).
Don L. (se pone de pie).—Ya sé lo que tengo que haser.
A.—¿El qué?
Don L. (da unos pasos, luego se detiene).—Mañana arreglo to aquí, y después me voy al pueblo y me presento a la justisia.
A. (vivamente).—No, eso de ninguna manera.
Don L.—Sí, eso tiene que ser así; lo había pensao muchas veses, no creas; pero siempre tuve la esperansa de que Saragosa se librara sin yo dar este paso. . . Ya veo que es imposible.
A.—No hay na imposible.
Don L.—Tu te llevas a Charito pa tu casa, porque no quiero que aquí le pase algo, y mi hijo es capás de cualquier cosa; la familia se quea aquí. . . ¡hasta que Dios quiera! (enterneciéndose, pero procurando mantenerse sereno). Lolita tendrá que estar en el pueblo un poco e tiempo ... ¡está como loca! Y la pobre Isabelita (suspira) ¡qué va hacer!: tendrá resignación con lo que Dios quiera.
(Ambos quedan en silencio)
ESCENA IV
Dichos y Charo.
Ch. (desde puerta derecha).—Lon Lico: Isabelita lo llama (repara en Alejo.) Buenas, Alejo. ¿Y Agustina y las muchachitas?
A. (a Ch.)—Buenas; tos bien, grasias a Dios. ¿Y por acá, qué tal
Ch.—Yo bien, grasias.
Don L. (a Ch.—¿Sabes pa qué me quiere Isabel?
Ch.—Creo que es pa darle un poco de café, que acaba de haserlo ahora.
Don L.—Dile que venga acá, que quiero hablar con ella; y llama a Juan Antonio.
Don L.—Vuelve tu también, que quiero hablar contigo; y tráile un poquito de café a Lino.
Ch.—Esta bien (a A.) Bueno Alejo; dele memorias a las muchachitas y a Agustina (va a salir).
A. (apresuradamente).— Un buchíto na más, que me errita.
Ch.—Está bien.¡ (Sale puerta derecha).
ESCENA V
(Lino, don Lico; poco después, Charito y doña Isabel).
A.—¿Qué vas a hacer?
Don L.—Los malos tragos se pasan pronto, o no se pasan.
Doña I. (entra puerta derecha con dos tazas de café en la mano; al mismo tiempo que saluda a Lino le da una de las tazas de café.)—Buenas compadre.¡ ¿Y  la  comadre y las muchachitas? (Da a don L. la otra taza).
A.—Bien. Por su salud ya había preguntao. (Bebe y da la taza vasca a doña Isabel.)-Grasias.
Doña I. (recoge las tazas de manos de Alejo y don Lico y las pasa a Charo).—Toma hija; lleva pa ya dentro. (A don L.)—Juan Antonio no estaba; salió creo que a darle un mandao al mandadero. (Hay una pausa; Charo lleva las tazas y vuelve. Alejo saca del sombrero tabacos y fósforos; da un tabaco a don Lico, enciende el suyo y le pasa el fuego a don Lico).
Don L.—Siéntate Isabelita, y tu Charito (ambas se sientan.)—Yo quiero que me oigan y pongan atensión a lo que
 

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