Alma Guajira : 1927

No. 18


hacia donde ésta le señala). ¿Aonde está?. . . Yo no la veo.
A. (al cabo).—Por aquí deben de haber forasteros, porque la gente de este partío tengo la seguridá d eque no se la han llevao.
Dña. I.—(a Dn. L. en alta voz). Mírala hijo, (señala) amarrá al pié del jan ese, en ves de estar en el corral, (en voz baja, suplicante)  ¡Por Dios Licol  Piensa en tus hijos.
Dn L.—(comprendiendo que fué un pretexto). Déjala, en cuanto venga Juan Antonio, que la desate y la eche pal corral (va a volver adonde estaba, Dña. I. lo detiene).
Ch.—Dispensen que me haiga demorao; pero estaba frío (de una taza al cabo y la otra al soldado).
Dn L.—(encarándose con el soldado). Usted dise eso por mí (refiriéndose a lo que S. acaba de decir a A.)
Todos.—(Todos miran espupefactos a Dn. L.; S. queda con la taza en la mano sin llevarla a los labios).
S.—¿Yo?
Dña. I.-(en voz baja). Sí, está bien. (ambos vuelven a sus respectivos lugares y se sientan).
S. (a A. por lo del robo).—No crea: también de este partío los hay sinvergüensas; y hay algunos que hasen las cosas y luego, con la capa de la honradés viven, y otros cargan el muerto (entra Ch. por la puerta porque salió con dos tazas de café en la mano).
Dn. L. (se pone de pie).—Sí, usted y tos los lengüilargos que andan por ay disiendo lo que no saben.
C.—(interviniendo conciliador). No, Don Lico: siéntese; ¡qué va a ser por usted! ¡Hombre! ¿Usted está loco?
Dña. I.—(que pugna por sentar a Dn. L.). Lico, hijo, que va a desir por tí;  séntate, (a los guardias): No le hagan caso: está como loco.
(Tódos se han a agrupado alrededor de Dn. L.; el cabo y el soldado extrañados, los de la casa y A. queriendo evitar que D. L. hable).
A.-Vamos, Lico, serénate, que no han dicho na por ti.
S.-Seguro; yo dije la verdad ...
C.—(a S.).  ¡Cállese!
Dn. L.—(aparta con los brazos a todos y en voz alta). No, lo tengo que desir porque si no me voy a volver loco de verdá (Dña. I. trata de taparle la boca. El la aparta y prosigue). Tengo que desirlo: Saragosa es inosente: yo fuí quien maté a Florensio; ¡pero no a traisión, sino cara a cara, como un hombre!
(Hay un instante de perplejidad general; los guardias dejan el café encima de los taburetes y se miran uno a otro consultándose con la mirada).
A. (desolado.)—¿Qué está disienclo compadre?  (a los guardias). No sabe lo que dise, ha bebío...
Dña. I.—(por Don. L.). Mentira. . . ¡Ay Virgen de la Caridad! ... No, cabo; no lo crea ...
C.—(disculpándose). Yo no, es él... se declara.
S.—Cabo... ¿Lo detengo?
C.—Hombre (reaccionando. Sí, (a Dn. L.) Me tiene que acompañar.
Don L. (sereno).—No tengo inconveniente.
Dña. !.— (suplicante). Pero si es mentira cabo; si lo ha dicho por ... por ... qué, sé yo (suplicante). Déjelo, no se lo lleve.
A. (baja la cabeza abatido, Charo en el último extremo del grupo permanece silenciosa, pero siguiendo con ansiedad lo que sucede).
Dña. I. (junta las manos y estalla en sollozos).—Virgen de la Caridad del Cobre. . . ¡Qué desgracia!
ESCENA X
Dchos, J. A., puerta foro.
J. A. (viene hablando en alta voz, desde antes de llegar; al entrar y ver la escena queda un momento cortado). Lo encontramos en ... (entra)—¿Qué es lo que pasa?...  Papá, Lino, mamita. . . ¿Qué es esto?.J
A.—Una desgrasia, Juan Antonio.
 

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