No. 12
te he dicho que te quedes
J. A.—Es que tengo que hacer: ir a ver si ya trajeron pal corral las dos vacas resentías de hoy.
Dn. L.—Yo las vide ya (terminante). No vayas a ningún lao; tu has sio el que te has metío con Charo, y sabe Dios lo que le haigas dicho que la has hecho llorar (atrae a C. junto a sí y la pone cariñosamente la mano en la cabeza). Vamos hija, no llores más ¿qué fué lo que hubo aquí?
Ch.—(trata de serenarse). Na, boberías ... ya pasó.
Dn. L.—(aparta a Ch. y se dirige a su hijo). Bueno; que yo no sepa que tu te metes pa na con Charo, que yo no tenga una queja, porque vamos a andar mal.
(J. A. se encoge de hombros y chasquea los dientes como fastidiado).
Don L.—¡No te chupes los clientes; no me alevantes los hombros. ( J. A. vuelve la cabeza a un lado). ¡No vires Ja cabesa! ¡Mírame de frente! (J( A. se vuelve con aire retador). Así, que tú eres muy cheche... Hase mucho tiempo que te vengo velando; y sé que andas atrás de Charo... (Ch. quiere negar). ¡No, no lo defiendas! (a J. A.) cuidadito maestro (en tono amenazador) cuidadito...
J. A.—Ah papá; no se ponga así, yo no soy un muchacho, tengo mucha barba en la cara.
Don L. (violcnto).-Con to esa barba te pego cuatro planasos que te aplasto ... anda! ¡Revírate! Que entoavía pueo contigo.
Ch. (intercediendo).—Déjelo don L., si no fué ná ... simplesas mías.
J. A. (a Ch. con encono).-Quítate. Después que ar mas la bulla ¡lupróquita! Pa hablar mal de papá no tie nes mieo.
Ch. (espantada).—¿Yo? ¡Qué he dicho yo/f
Don L. (sorprendido).-—¿Cómo? ¡De mí! De mi nadien pue desir na malo (transición) ¡Ah! pero tú lo que quieres es acusar a Charo y que yo te crea... ¡sinvergüensa!
J. A. (con énfasis).—No papá, no me diga sinvergiiem,a; que es veTdad y mucha verdad.
Ch.—¡Mentira, don L.! Fué él el que sacó la conversación de Saragosa y de Florensio, que en paz descanse.
Don L. (con gesto desesperado).—Bueno, bueno, ¡vá yanse!... ¡váyanse los dos! ¡váyanse! No quiero verlos ...¡pa fuera!
Ch.—Pero, don Lico ...
Don L.-—¡Vete! ¡vete!
J. A. (acercándose)—pero pa, á ... ¿por qué?
Don L.—Que se vayan los dos! No quiero conversación con nadien. (Ch. y J. A. llegan aterrados hasta la puerta derecha y allí se detienen dudando y mirando interrogadoes a don L.; este repara en ellos).
Don L.-—¡No quiero a nadien conmigo!... ¡Pa fuera!
J. A. y Ch. (salen puerta derecha con gesto de estupor).
ESCENA III
(Don L., poco después Alejo puerta foro)
Don L. (se pasea de un extremo a otro de la habitación, dando muestras desesperadas de rabia).—¡Voto va a Dios soberano! Que un honrao tenga que vivir así, aguantando ca sinco minutos indiretas y puyas… ¡Maldita sea hasta la hora en que puse los pies en esta hasienda! (Se detiene un momento y después exclama con aire desafiador).—Lo maté como los hombres: frente a frente. . . ¡a lo hecho ¡echo! Hecho está.
A. (puerta foro viene vestido como en el primer acto y trae espuelas).—Buenas! (mira extrañado a don L.) ¿Qué te pasa hombre? (entra hasta donde está don L. y le da la mano, luego se quita el sombrero que podrá en el suelo junto a la pared, al sentarse).
Don L—Buenas compadre (le da la mano, pero sigue paseándose).
A.—Pero, ¿qué te pasa? ¿Qué desesperación tienes? Parate y dime. . . a ver.
Don L.—(se detiene frente A.)—No me digas na Alejo;