Parque Industrial: Novela proletariaMain MenuIntroducciónEpígrafeCapítulo 1: TELARESCapítulo 2: TRABAJADORAS DE LA AGUJACapítulo 3: EN UN SECTOR DE LA LUCHA DE CLASESCapítulo 4: Instrucción públicaCapítulo 5: OPIO DEL COLOR DE PIELCapítulo 6: DONDE SE GASTA LA PLUSVALIACapítulo 7: MUJER DE LA VIDACapítulo 8: CASAS DE PARIRCapítulo 9: LA VACILACION DEL BURGUESCapítulo 10: PAREDES AISLANTESCapítulo 11: VIVIENDA MUILTIFAMILIARCapítulo 12: BRAS DEL MUNDOCapítulo 13: DONDE SE HABLA DE LUXEMBURGOCapítulo 14: PROLETARIZACIONCapítulo 15: MITIN EN LA ESPLANADA DE LA CONCORDIACapítulo 16: RESERVA INDUSTRIALParque Industrial: Novela Proletaria de Patrícia GalvãoTraducción del portugués por Martín CampsMartín Camps6cfb6141285cb9ab7711b6378e8eea17852bd203Martin Camps
Hotel Central
1media/Screen Shot 2023-06-08 at 10.37.56 AM_thumb.png2023-06-08T10:38:16-07:00Martín Camps6cfb6141285cb9ab7711b6378e8eea17852bd203100601plain2023-06-08T10:38:16-07:00Martín Camps6cfb6141285cb9ab7711b6378e8eea17852bd203
En el otro sector social, Eleanora y Lolita salen a ver los modelos que madame Joaninha recibió. Pasean juntas todas las tardes. -¡Prueba este Chanel! ¡Qué maravilla, Nora, fue hecho para ti! Es verdad, madame, mi patou rosa está con el botón desprendido. Mande buscar otro. La francesa pintada vende para las colonias ricas el resto de la mercancía sospechosamente parisina. -Es todo por hoy. Mándela de prisa. Mañana elegiremos los abrigos de noche. Por última vez Otavia toma un taxi con el “novio” para llevar tres vestidos a la Esplanada. Mañana empieza en la fábrica. Madame no habló. -Hay tantas desempleadas esperando lugar.
Alfredo Rocha lee Marx y fuma un Partagas[1] en el apartamento rico del hotel Central. Los pies apantuflados dañan la pelusa de las almohadas. Cachorros fastidiosos. Muñecas. El chic bohemio. Una pequeña sirvienta china para servir a la pareja. El desorden. -¡Ming! Me trae té con besos. Sus pijamas azules brillan y se abren un poco. La mujer china con flecos deja la taza. Obediente. Acostumbrada. Pequeñita. Desaparece entre los cojines. Fríamente recibe los besos de su jefe. Llevará una nota de banco al gordo chino paralítico en la calle Conde Sarzedas.
-No te preocupes, Ming. Debe ser Eleanora. Yo abro la puerta. -Son los vestidos de la Madame. -¡Entren! Madame no se encuentra. Esperen aquí un momento. ¿Eres la costurera? ¡Debe llegar en cualquier momento! -Soy una aprendiz… Silencio. -¿Qué piensas de tu profesión? ¿Eres feliz? -Lo soy. -Soy rica, pero estoy interesada en tu clase…en ti… Ella piensa en Corina. Todos los burgueses son iguales. -¿No me crees? -Si le creo… Pero prefiero dejar los vestidos. -Me gustaría platicar contigo… -Tengo que trabajar. -¿Piensas que quiero abusar de una trabajadora? Estás equivocada. Personalmente no me interesas… Es tu clase… -¡Por supuesto! ¡Nosotros somos los que te dimos este lujo! -Estás equivocada… Este lujo es un fardo para mí. Otavia se levantó y se fue. Ming está asustada. Su pecho sin senos da arcadas. Los ojos cerrados bajo los flecos simétricos. -La quiere usted…
-¿A dónde debemos ir, Lolita? -A la fiesta de los solteros… -El garçonnière tiene un número de rarezas futurísticas y antigüedades. Muebles y piezas de plata. Alfombras persas y modernas. Y sobre un clavel polvoriento una victrolita gangosa con líquidos derramados. -¡Lolita! ¡Viva! -Traje a alguien. Melocotón. ¡Somos dos! Se embriagan y danzan. -¡No voy a regresar a casa esta noche! -¡Yo tampoco! -Todos dormiremos juntos… -Putita… -¡Deja mis lonjas en paz! Hay en el ambiente una desesperación sexual de descomposición y ruina. La burguesía se entretiene.
[1] Una de las marcas más antiguas de cigarros cubanos.