Refugio y Retorno: Historias de una comunidad reasentada en El Salvador

Angélica Serrano


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En esta historia oral, Angélica Serrano describe su experiencia de participación en el movimiento de salud popular durante y después de la guerra civil salvadoreña. Durante muchos años, Angélica ha trabajado en el movimiento de salud popular en El Salvador. Describe la formación sanitaria que recibió y cómo fue tratar a los heridos durante la guerra. Continúa contando cómo, después de que Guarjila fuera reasentada por refugiados que venían de Mesa Grande en 1987, la hermana Ana Manganaro brindó capacitación a los trabajadores de la salud y estableció la clínica comunitaria en Guarjila. Como explica Angélica, la clínica se ha expandido y se ha vuelto más sofisticada con el tiempo. Finalmente, analiza cómo la organización comunitaria y el apoyo internacional han dado como resultado otros proyectos comunitarios críticos que han mejorado las condiciones de vida en Guarjila, como el proyecto de agua potable y la estación de radio comunitaria.

Mi nombre es Angélica Serrano. Soy originario del Portillo del Norte, pertenece al San Isidro. Tengo 52 años ahorita. 

Me incorporé a la guerrilla en 1980. Tenía 17 años. Bueno, de mi cantón, toda    la población se incorporó. Nos incorporamos alrededor de 150 jóvenes, casi    de la misma edad.  Nos incorporamos de lleno a la guerrilla en el ‘81 para la    primera ofensiva. Nos trajeron del lugar donde nosotros vivíamos, que era el    Portillo del Norte, a un lugar que ahora está desolado, pero en ese tiempo se    llamaba Veragua. Ahí estuvimos acampando por tres días para poder salir a la ofensiva que supuestamente era la Ofensiva Final que estaba preparando la guerrilla. Y empezaron a reclutar jóvenes para que se incorporara. Tres días antes, a mí me enseñaron cómo inyectar y como entablillar una fractura. Me enseñaron también a atender las heridas de cabeza, de pecho y de abdomen, que eran las tres cosas más esenciales que en ese momento nos  enseñaron para, en casos de los heridos que salían de esa ofensiva, poder  nosotros atenderlos. 

Ahí fue mi primera experiencia. Tres días antes, me enseñaron a inyectar en    una naranja. Allí nos dieron una jeringa y la introducimos en ella y así succionábamos el líquido de la naranja, para aprender los lugares adonde    inyectar, que era en la nalga, en el brazo, y en la pierna. Nos enseñaron las tres cosas como atender una herida de cabeza, de pecho, y de abdomen. Esos    fueron las tres cosas que me enseñaron. 

Ya al tercer día, me incorporé a la ofensiva aquí en Chalate. Iba con una escuadra. No llevaba arma tampoco. En ese tiempo la guerrilla no tenía    muchas armas, había combatientes que iban con una pistola, con un fusil 22, y unos, que otros, ya con armas más responsables. En este caso, eran los Fales y algunos E-13. Entonces íbamos a la ofensiva con algunos cañones.  No había tanto armamento, ni mucha experiencia de combate. En ese  momento empezábamos, como guerrilla, a forjarse.


Así es como yo empecé a ser sanitaria. Entonces, le decían sanitaria a la    persona que era la que iba a atender al combatiente cuando salía. Y fui a la    ofensiva, venimos de la ofensiva allí si ya nos quedamos integrados en los    pelotones. Ahí también fui la sanitaria de los primeros pelotones de guerrilla.    Y empezamos a combatir en los municipios de Chalatenango. Y empecé    siempre como sanitaria a forjarme. Los médicos que andaban en la guerrilla,    que eran pocos médicos también, algunos médicos generales empezaron a    enseñarnos cómo atender, ya en el campamento, algunos problemas como    dolores de cabeza, gripes. 

En ese tiempo el paludismo era el que daba duro a los combatientes, y nos    enseñaron como atender a las personas con el paludismo. Y aprendimos así    de memoria los tratamientos que se le daba a las personas con paludismo. Y    nos daban un botiquín chiquito, donde andábamos con Acetaminofén,    Amoxicilina, Aralen—que en ese tiempo daban el Aralen, hoy ya no sale,    pero en ese tiempo, sí—para el paludismo. Y empezaron ahí a darnos    capacitación como atender algunas enfermedades chiquitas. Pero lo esencial    eran los primeros auxilios.

 Allí empecé yo mi primera experiencia de poner suero. Fue en Nueva    Trinidad, en un ataque que se hizo en Nueva Trinidad, y salió un compañero    herido. Le dieron un balazo en el pecho e iba bien grave y dije: “yo aquí voy    a aprender a poner suero.” No había catéteres. Le daban a uno el suero, pero    lo ponía con una aguja, que si el paciente se movía mucho podía romper la    vena, pero gracias [a Dios], tuve práctica y puse suero primera vez en el    compañero, e iba un balazo de pecho también, y sellé el balazo de pecho.    Nos enseñaron de que un balazo en el tórax había que sellarlo rápidamente    porque el pulmón, si entra aire, se hace chiquito. Rápidamente sellaba uno    para que no entrara aire y pudiera llegar el paciente al segundo puesto.    Porque yo fui sanitaria de pelotón, fui sanitaria de la línea de fuego. Aprendí    También a sacar a los heridos de la línea de fuego. Me enseñaron. No era    como ahorita que soy gordita, en ese tiempo era muy delgada. Pero si aprendí y saqué muchos combatientes de la línea de fuego.

Después de seis años de andar en la guerrilla sin salir un día de la montaña, yo    tuve mi primer hijo y me fui a Honduras. A los diez días de haber llegado a    Honduras tuve mi primer hijo y allí me incorporé a trabajar también en salud    en los campamentos. Estuve un año allá, y allá aprendí a hacer [trabajar] en    laboratorio clínico, aprendí también a dar consultas, y aprendí a conocer    muchas enfermedades.

Después se dio el retorno de allá de Mesa Grande. Ya llegué a Guarjila más    preparada en salud, también como promotora. Ya era promotora, ya no era    sanitaria. Entonces nos decían promotoras de salud. Llegamos a Guarjila    junto con Marlene y Esperanza, y otras compañeras. Formamos un grupito    de salud, que aquí no había casas, no había viviendas. Solo había una que es donde está el súper ahorita. Y ahí formamos un pequeño botiquín donde vinieron también médicos a acompañarnos cuando llegamos en la repoblación aquí en el ’87. 
Y en el ‘88 llegó Ana Manganaro que estuvo con nosotros y nos preparó. Ella    nos dio capacitaciones en primer nivel, segundo nivel y en tercer nivel. Y    preparó alrededor de 150 promotores a nivel de todo el departamento de    Chalatenango porque en ese momento no había atención médica en el    departamento, estaba todo desolado. Entonces en esa casa que había, dábamos las consultas, hacíamos las curaciones junto a la hermana Ana. 

Y en una plática que Ana tuvo con el padre Jon Cortina, decidieron que era    necesario que en Guarjila hubiera una clínica de referencia y contrarreferencia para que los promotores que ella había preparado en el departamento mandaran a los pacientes que ellos no atendían. Los mandaran a la clínica acá, a Guarjila. Fue así como el Padre Jon y la Hermana Ana    buscaron dinero para poder construir las primeras instalaciones de esta clínica. Ana se desplazaba junto a las promotoras para Arcatao, para Nueva    Trinidad, para Las Vueltas, a dar consulta una vez al mes, y a vacunar    también porque se vacunaba. No como hoy, sino que antes era una vez al mes que se iban a vacunar los niños, pero acompañados [de la Hermana] Ana. Y [así] es como se empezó. En ’91, fue la inauguración de esta clínica. La comunidad, con el apoyo de Ana y el apoyo [del Padre] Jon y de otras    personas, se construyó la clínica y se inauguró en el ’91. 

Cuando llegamos a esta clínica, Ana empezó a dar las tareas a cada quien y    empezó [a designar así]: “Esperanza va a ser responsable de pequeñas cirugías,” porque hasta eso aprendimos a hacer con Ana y Victoria,    pequeñas cirugías. La otra iba a ser responsable de los pacientes crónicos, que había que ir a visitar a la comunidad, porque no podían venir acá, una    vez al mes. Y la otra iba a ser la que iba a trabajar en laboratorio, porque también había ya un laboratorio para hacer los análisis básicos de los pacientes. En este caso trabajó Marleny y yo en laboratorio porque ya traíamos la experiencia de Mesa Grande—ya habíamos aprendido a trabajar en un laboratorio clínico. Y otra era la responsable de andar haciendo visitas    a nivel de la comunidad con Ana desde ‘91 hasta el ‘93 que ella estuvo. 

Después que fueron los Acuerdos de Paz, llegó Victoria, y Ana salió por el problema que tenía de su enfermedad, y entró Victoria. Y empezamos con Victoria a trabajar también siempre cada quien, con su tarea, pero ella empezó también a capacitarnos más. Empezamos a sacar cursos de medicina y de cómo atender partos—aprender los partos acá también en la unidad de salud, aquí se atendían partos. También había parteras empíricas a nivel de la comunidad, pero la mayoría de las mujeres venían a la clínica a tener su    bebé. Alrededor de unos 250 niños fueron atendidos por las promotoras que se capacitaron en atender partos. Se daban los controles prenatales, los controles infantiles en la unidad de salud. Y los promotores podían referir a los pacientes para que los viera un médico. 
Victoria hizo contactos con la Universidad Nacional para que de allá pudiera venir un médico a hacer sus prácticas de servicio social acá. La unidad de salud nunca estuvo sin médico, nunca se desabasteció de medicamentos. Siempre había medicamentos en la unidad de salud. ¿Por qué? Porque nosotros teníamos apoyo de Estados Unidos, de Inglaterra, de Alemania y de España, para poder mantener a la unidad de salud. Durante veintitrés años se mantuvo la unidad de salud por medio de la solidaridad, de la comunidad también. Yo creo que algunas personas se acuerdan de que en el ’92 se implementó un sistema de seguro social a nivel de la comunidad. Las familias que no tenían muchos recursos pagaban en aquel tiempo cinco pesos mensuales y tenían derecho a su consulta, tenían derecho a sus curaciones y al medicamento. Y las personas que tenían más dinerito no pagaban ese seguro, pero pagaban la consulta y el medicamento. Y así también contribuir a las personas que nos estaban ayudando y que también la comunidad ayudaba para el mantenimiento de la unidad de salud.

Bueno, en mi vida personal Victoria dijo: “Es necesario que ustedes estudien.” Para ella, todas las promotoras teníamos que estudiar. Algunas    sacaron bachillerato. En el caso mío empecé a estudiar en el ’97 ya enfermería. Me gradué en el 2002. Y por honor a ella, que había gestionado para que nosotras estudiáramos, decidimos quedarnos en la Unidad de Salud. Porque nosotros, antes de entrar al Ministerio de Salud, recibíamos un estímulo. Siempre hemos recibido un estímulo, un reconocimiento a nosotros, pero no por parte del ministerio sino por parte de las ONGs. No tuvimos un seguro; solo teníamos un estímulo [de pago]. Me siento bien porque pude estudiar, pude conocer más, y también trabajar en la comunidad. Durante veintitrés años, dimos nosotros lo que pudimos a la comunidad, y seguimos dando a la comunidad, pero ya en otra forma. En aquel tiempo era de una forma porque era la Clínica Comunal Ana Manganaro, y ahora es la Unidad Especializada, (Ana Manganaro siempre porque lleva el mismo nombre), pero ya pasó a formar parte del Ministerio desde el 2010. Antes se había negociado con el Ministerio que la clínica pasara a formar parte, pero—ellos decían que sí pero—iban a desplazar al personal de salud, iban a poner su propio personal. Pero nosotros nunca llegamos a un acuerdo—ni el equipo, ni la comunidad—en aquel tiempo para que la clínica formara parte del Ministerio. Sino que hasta que llegó el primero gobierno del Frente se decidió que sí iba a formar parte del Ministerio.

Hace ocho meses empezamos un trabajo de innovación para poder echar a andar la Radio Sumpul, que es una radio que nosotros tenemos en la comunidad desde el ‘92. Hemos estado evaluando el trabajo de los que trabajan ahí. Hemos también estado evaluando el funcionamiento de la radio. Y hemos también haciendo proyecciones para la radio: que se puede hacer, y que hay que hacer a largo plazo (en diez años) con la radio para que    pueda seguir funcionando. Estamos en ese proceso de la radio que ahorita    está saliendo al aire. Hemos tenido dificultades con que se nos ha quemado varias veces el transformador, el transmisor. Hemos tenido dificultades porque no hemos tenido un financiamiento para la radio estable, para el personal que está ahí. La mayoría ha sido voluntaria, entonces nosotros queremos que la radio se sobre financie, y que las personas que trabajan ahí puedan un día tener por lo menos un estímulo, y que se sientan bien satisfechos de trabajar en la radio. 

El origen de la radio, por ser una radio comunitaria en el ‘92, se fundó. Y como las radios que habían en la montaña, que eran la Farabundo y era la    Venceremos, después de los Acuerdos de Paz, esas radios tuvieron que salir de la montaña e irse a otros lugares. Pero nosotros también teníamos la necesidad de tener una radio a nivel de la comunidad, a nivel del    departamento para poder dar algunas informaciones, y que las comunidades pudieran orientar. En este caso la salud ha sido bastante beneficiada con la radio para poder orientar a la comunidad en los beneficios de salud. Entonces hubo la necesidad de formar la radio y poder quizás incorporar algunas herramientas que ya había antes. Y se decidió que fuera aquí en Guarjila por ser una comunidad más grande, más defensora de los proyectos comunales. Entonces por eso fue que se decidió que la radio fuera en Guarjila. Y se ha mantenido desde el 92 hasta este tiempo, con varias dificultades, pero sí queremos también seguir manteniéndola.


[Otros proyectos importantes incluyen] el agua, porque sin agua nadie puede vivir. La salud, porque si la gente está enferma no puede trabajar, necesita salud. El proyecto de viviendas que ha habido, los proyectos de letrina que han sido beneficiosos, y a la par de eso tenemos el proyecto de la radio. Está el proyecto del Tamarindo, que ha sido un proyecto que ha venido trabajando con jóvenes. Nosotros siempre hemos querido que los jóvenes tengan un entretenimiento.

Desde que se vino de Mesa Grande, ha habido un gran avance. Cuando llegamos, no había ni un proyecto de agua, no había proyecto de vivienda,    no había luz, y todo eso ha sido un proceso que la misma comunidad, con    ayuda, ha venido avanzando. Ahora no es el Guarjila de cuando llegamos en    el ‘87, ahora es mucho más moderno, digamos: las viviendas, el proyecto de    agua que ahorita tenemos.La unidad de salud ha sido remodelada. Se han    hecho más habitaciones que cuando se hizo. Ahora la atención es mucho    más amplia porque hay especialidades. Hay ginecólogo, hay internista, hay    pediatra, y hay odontóloga. Todo eso ha sido un gran avance desde aquel    tiempo a este tiempo. Nosotras también pasamos a formar parte del    Ministerio de Salud. Hoy ya no nos paga la comunidad, sino que nos paga el    Ministerio. Ya es un sueldo—no grande, porque según el trabajo y el tiempo    que uno tiene de trabajar con el ministerio, así es el pago—pero ya no es la    comunidad ni la solaridad que está pendiente de nosotros, sino que es el    Ministerio.

Y hoy últimamente, ya casi está finalizado el proyecto de agua—el gran    proyecto de agua—que ha sido financiado por la Fundación SOLIDAR    SUIZA. Pudimos también presentarle a la alcaldía también parte del    proyecto para que nos apoyara. También la comunidad ha apoyado en gran    parte el proyecto de agua con mano de obra al proyecto que ya está    finalizando. Es un proyecto que yo creo que la comunidad va a quedar    satisfecha, porque sí ahora consideramos que toda la comunidad va a tener    agua. El problema que siempre se ha tenido es que en algunos lugares ha    llegado menos agua, que han pasado hasta cuatro-cinco días sin tener agua.    Y ahora si esperamos que sea equitativo; que todos tengan agua.

Tenemos también en proyección hacer un centro turístico aquí en un bosque que tenemos. Estamos en ese proceso y esperamos que lo saquemos adelante. También tenemos el proyecto de la Casa de la Cultura, que también está en proyección. Ya tenemos los primeros contactos con las personas que van a ayudarnos para poner la Casa de la Cultura y poder recoger la historia de Guarjila.

También tenemos en proyección un proyecto de aguas negras, lo que siempre  como salud hemos querido para la comunidad porque tenemos la dificultad de que la zona es plana y que las aguas de las pilas, las aguas del baño, las  aguas lluvias invaden los sectores. Entonces tenemos en proyecto eso. 

También hemos retomado desde hace dos años la organización de la comunidad. Ahorita nos estamos reuniendo a nivel de todos los sectores. Cada quince días en el sector, y cada quince días con los representantes de los sectores. Estamos haciendo una reunión cada quince días evaluando cómo está el sector, que necesidades tiene el sector, que hay que hacer en el  sector, que el sector se involucre en los problemas que tiene el sector y que también se involucre en las necesidades que tiene el sector. Hasta ahorita estamos así.

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