Refugio y Retorno: Historias de una comunidad reasentada en El Salvador

Antonio Dubón Ayala


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En esta historia oral, Antonio Dubón Ayala reflexiona sobre la importancia de la organización campesina y comunitaria durante y después de la guerra civil salvadoreña. Antonio fue un refugiado de la guerra que participó en la organización comunitaria durante y después de la guerra. Primero analiza cómo el represivo ejército salvadoreño llevó a la formación de una población de refugiados salvadoreños en Mesa Grande, Honduras, que creció a más de 11.000 habitantes. Describe cómo los refugiados organizaron talleres cooperativos y comités de supervisión para compartir colectivamente el trabajo, los recursos y la toma de decisiones. Los refugiados en Mesa Grande, explica, optaron por organizar su regreso colectivo a EHey l Salvador en 1987, incluso cuando la guerra continuaba. Como él describe, al regresar a El Salvador para repoblar a Guarjila y las comunidades vecinas en Chalatenango, los ex refugiados mantuvieron un fuerte sentido de organización comunitaria y llevaron a cabo prácticas cooperativas, basándose en su experiencia en Mesa Grande. Trabajaron juntos para construir viviendas compartidas, formar cooperativas laborales y distribuir recursos. Él concluye que este tipo de organización se ha desvanecido más recientemente pero fue importante para mejorar las condiciones en Guarjila.

Bueno, primeramente, muy buenas tardes, mi nombre es Antonio Dubon Ayala.Bueno, nosotros fuimos afectados por el conflicto armado aquí en El Salvador. Y eso se dio, bueno, a raíces de que las grandes mayorías de salvadoreños que somos los pobres, vamos a decir, empezamos a reclamar nuestros derechos al gobierno, como fue, bueno, el derecho al trabajo, el derecho al respeto a la vida, bueno, todos los derechos que podemos tener como personas humanas. 


Y esa fue la razón porque el ejército y el gobierno empezó, bueno, a perseguirnos y a reprimirnos, tanto en el campo como en la ciudad también. Entonces, debido a esa represión que se dio, bueno, a partir de los 79, 80, nosotros cuando nos vimos, o sea, totalmente nos sentimos víctimas de esa represión del ejército del gobierno, bueno, tuvimos que huir, bueno, hacía de la frontera de Honduras. Bueno, gracias a Dios y gracias a los hondureños, nos dieron el apoyo en la frontera: el apoyo moral, bueno, spiritual y el apoyo, pues, para la alimentación de todos los que llegamos a la frontera. Entonces, estando allí en la frontera, bueno, vivíamos, pues, en ranchitos de zacate, de monte, de barras. 

 Allí, bueno, estábamos alojados, y se empezó bueno la persecución del ejército hondureño a los refugiados en combinación con el ejército salvadoreño, sí. Ya teníamos el reconocimiento de la iglesia, de las Iglesias, como la Iglesia Católica, y otros organismos internacionales como la ACNUR que nos estaban dando protección en la frontera. Entonces cuando se empieza, bueno, esa persecución, esa represión en contra de todo los refugiados que estábamos en la frontera de Honduras, el ACNUR, y las demás instituciones humanitarias nos plantearon llevarnos a un campamento, o concentrarnos, en un campamento más adentro de Honduras. Y ellos nos decían de que nos querían llevar para allá para prestar más protección a los refugiados porque íbamos estar concentrados. Iba a ver más posibilidades tener, o sea, esa protección. Entonces nosotros no queríamos irnos para sus campamentos porque sentíamos que nos íbamos alejar de nuestro país, de nuestras familias. 

Pero cuando no aguantábamos esa persecución, o esa represión, nosotros decidimos, o sea, irnos para al campamento de Mesa Grande. Y fue así como, bueno, en mi caso, y muchas familias que partimos para ese campamento, pues, llegamos en el 82 al campamento. Hubieron diferentes fases en que llego gente, pues, porque no fue solamente de donde yo estaba, pues, que era la parte fronteriza de Honduras del Municipio de la Virtud. Entonces habían refugiados a lo largo de la frontera, pues, y así paulatinamente fueron recogiendo a todo los que estábamos en la frontera, y fuimos concentrados en el campamento de Mesa Grande, Honduras. 

Estando en los campamentos, bueno, cuando nosotros llegamos, pues, la primera gente que había llegado ya había levantado tienda de campaña, pues, para alojar a todos los que íbamos llegando. Y fue así, bueno, que en la tienda de campaña donde yo llegué y me alojé, pues, éramos cuatro familias en una sola tienda de campaña. Y así, bueno, la mayoría de toda la población o de todas las familias que llegamos a Mesa Grande, pues, vivimos así en esas tiendas de campaña hasta cuatro familias. Bueno, la alimentación, pues, se preparaba colectivamente. Habían cocinas donde toda las compañeras y compañeros colaborábamos para preparar los alimentos, pues, para toda la población. Entonces, allí íbamos toda la familia a recibir ya los alimentos preparados para poderlos consumir. 

Eso desapareció. Y después, pues, con el apoyo de la solidaridad internacional, bueno pues, ya, pues, llegaba, la materia prima pues para hacer los alimentos como el maíz, el frijol, el azúcar, el arroz, papas, bueno, todos los ingredientes que se necesitan para la canasta básica. Entonces y, bueno, se lo repartía a cada familia. Pues, había una bodega donde se descargaban esos alimentos y después se repartía equitativamente a la familia o conforme a la cantidad de miembros que tenía cada familia. Pues también traían carnes o se compraban, bueno, la vaca, vamos a decir, y les repartían carne a todas las familias de los campamentos.

A nivel de organización, pues, desde que llegamos se formó un comité de campamento. Que ese comité era el que conducía toda la población de cada campamento porque eran siete campamentos. En cada uno de esos campamentos había un comité de campamento. Que era que él se encargaba, pues, de todo el trabajo, vamos, el trabajo organizativo.Yo viví, pues, en el campamento dos. Pues, allí por cada diez tiendas de campaña había un coordinador. Ese coordinador se encargaba, pues, de orientar a esas familias que estaban dentro de esas tiendas de campaña para hacer el aseo del área, para, bueno, la repartición de los alimentos, para ver, pues, quienes necesitaban el vestuario, para reunirlos y orientarlos, pues, sobre la educación que teníamos que tener dentro los campamentos. Entonces y así estaba organizado los siete campamentos.

También se organizaron grupos de trabajo para que trabajaran en la agricultura. El área donde estábamos, pues, era una tierra muy mala para cultivar. Pero, con todo el trabajo el esfuerzo de todo los que vivíamos en los campamentos, logramos, a preparar esa tierra con abonos orgánicos y después, pues, ahí se producía el maíz, la remolacha, zanahoria, chile. Todo el tipo de verdura se producía allí para el mismo consumo de la población.

 También se instalaron talleres como el taller de hojalatería, carpintería, sastrería, y otros talleres, pues, que iba en fluxión de darle trabajo a la gente para que pudiera prepararse la gente, que pudiera aprender algún oficio. Y así fue como muchos aprendieron oficios en esos campamentos. 

También se organizó la alfabetización del adulto mayor, la educación para los niños, pues, se daba del kínder hasta sexto grado. Entonces allí, pues, se preparó y, bueno, se construyeron aulas para que, para dar las clases tanto a los niños como los adultos mayores. Había, pues, el centro adonde se preparaba los maestros populares. Allí, pues, aunque uno no fuera profesional pero ahí uno tenía que enseñarlo poquito que uno sabia. Enseñárselos aquella persona que no sabía nada. Pero, o sea, uno que sabía unas pocas letras pues iba aprendiendo más. Bueno en mi caso pues, yo cuando llegué a los campamentos no sabía ni la “o” pues. Pero allí con ese programa yo fui aprendido y aprendiendo y luego, pues, me dijeron, “tú ya sabes algo, tú vas a tener que enseñar lo poco que sabes a los demás”. Y fue así como entré yo a ser profesor popular en Mesa Grande. 

Después fui, vamos a decir, como el director de la educación popular. Bueno, trabajé pues fui miembro del comité de campamento, pues, de la conducción de todo el campamento. Y así, bueno pues, se trabajó el proyecto de agua para instalar el agua dentro los campamentos al cantarías públicas, pues, donde toda la población iba recoger su agua allí. Pues, allí se llevaba la leña para cocinar los alimentos. Había una bodega donde realmente se concentraba esa leña y se la repartía a cada familia. Bueno y todo fue, vamos a decir, un aprendizaje. Todo fue, aunque fue una cárcel donde estábamos allí, pero, o sea, mucho aprendimos, muchas cosas. Fue una, para mí, fue una universidad, pues, a pesar de que éramos prisioneros allí porque alrededor de los campamentos había una cerca de alambre—que si alguien salía de ese cerco de alambre para afuera, pues, los militares los desaparecían. Entonces esa fue como la vida que vivimos dentro los campamentos.

También dentro de los campamentos empezó un poco de represión del ejército hondureño. Entraba a los campamentos a hacer cateos, y hacer algunas amenazas a personas, o nos acusaban de ser guerrilleros. Entonces, las Naciones Unidas, en un momento nos dijo, bueno, aquí hay la necesidad de reubicarlos a ustedes. Y una posibilidad era llevarnos a Olancho, más dentro de Honduras y nacionalizarnos como hondureños. Y una segunda prepuesta que nos hacían era que nosotros retornáramos a nuestro país, que retornáramos en forma voluntaria. Que esa retorna en forma voluntaria era cuando las familias decidían venirse para el país de El Salvador con el acompañamiento de la ACNUR. Entonces, pero ellos solamente acompañaban hasta la frontera. Entonces, de la frontera para adentro para el interior del país, bueno, ya a cada familia decidía para adonde salir. ¿Entonces que era lo que sucedía? Que el país estaba en guerra y muchas de esas familias fueran desaparecidas aquí en el país. Fueran asesinadas o formaron un cinturón al contorno de las ciudades donde realmente estaban sufriendo el conflicto armado, sufriendo hambre, sufriendo persecución.  Entonces una tercera propuesta fue, o sea, a llevarnos a un tercer país.Entonces nosotros como refugiados en los campamentos dijimos que no nos convenía aceptar esas tres propuestas. Y, sino que nosotros queríamos regresar a nuestro país organizadamente. Fuimos madurando la idea y fuimos plateándole a la población. 

 Porque ya también este veíamos que teníamos un reconocimiento internacional como refugiados. Las instituciones peleadoras por los derechos humanos ya empezaban a reconocerse aquí en el país. Entonces, eso nos dio más fuerza a nosotros, pues, dijimos nosotros queremos regresar a nuestro país en forma organizada a nuestros lugares de origen. Entonces, reunimos a toda la población y empezamos a plantearle de que había que regresar al país organizadamente. Entonces, la gente se emocionó, mucha gente se emocionó, y dijeron pues, nos vamos, sí, a pesar de que país estaba en guerra, pues. 

Entonces, cuando nos organizamos e hicimos un listado como de tres mil personas, y empezamos a organizar grupos y concientizarlos y a prepararlos.  Y, bueno, elegimos un comité de retorno, donde había representación, bueno, de Chalate, de Cuscatlán y de Cabañas. Éramos los del comité de retorno. Entonces empezamos a reunirlos con el de la ACNUR, con las iglesias, y empezamos a elaborar documentos para mandarle al gobierno en turno en ese momento que era, Duarte. Y a plantearle que queríamos regresar a nuestro país y nuestros lugares de origen. Bueno, fue toda una preparación. También empezamos a enviar cartas a los comités de solidaridad internacional. Empezaron allá delegaciones internacionales a los campamentos y a preguntarnos cual era la razón el por qué queríamos regresar y ya planteábamos.

Esa negociación con el gobierno se llevó nueve meses y el gobierno no nos dio ninguna respuesta durante estos nueve meses. Entonces, nosotros tomamos la decisión y elaboramos una carta para publicarla tanto aquí en el país como al nivel internacional, que nosotros íbamos a regresar el día 10 de octubre del 87. Entonces cuando nosotros hacemos esa publicación de esa carta y se la hacemos llegar al presidente del El Salvador, se preocuparon, y manda una delegación de alto nivel del gobierno para que negociara con el comité de los campamentos o el comité de retorno. Entonces llega la delegación allá y nos reúne donde estaba la presencia de la ACNUR y nos piden de por favor que no regresáramos el día de 10 de octubre. Nos dicen, bueno, nosotros queremos preparar condiciones para recibirlos en nuestro país. 

Entonces nosotros le decimos, tenemos nueve meses de estar gestionando antes del gobierno. Que nosotros queremos regresar y no nos han dado una respuesta. ¿Como va a hacer que en ocho días van a preparar condiciones y nos quieren dar una respuesta? No puede ser. Nosotros ya tenemos las condiciones y vamos a regresar el día 10 de octubre. Entonces esa delegación no se convencía. Creían que era una decisión de ese comité de retorno. Nosotros les dijimos, “si quieren desengañarse, es una decisión de la población, no de este comité. Quédense para mañana, nosotros convocamos a la población para que ustedes se puedan dar cuenta.” Pues, dijeron que sí. Pues, se regresaron a San Marcos para quedarse la noche allí y el día siguiente ellos regresaban tipo seis de la mañana para estar en dicha asamblea. 
 Entonces, nosotros esa noche convocamos a toda la población y llegaron como cinco mil personas a la asamblea. Entonces, y empezaron a plantearle, la delegación del gobierno empezó a plantearle a la población, que hiciéramos espera porque no estaban preparados. Entonces la población gritó, en coro, que regresábamos el día 10 de octubre. Y que no nos iba detener nadie y que si el ACNUR y que si el gobierno no permitía, o no nos llevaba el transporte a los campamentos, que nosotros íbamos salir a pie de los campamentos en marcha.Entonces se convencieron de que nosotros de que esa población tenía una decisión. Entonces dijeron pues, permítenos. Vamos a regresar al país y vamos a hablar con el gobierno. Entonces un día después, llega la respuesta por medio de la ACNUR que estaban para recibirnos en la frontera.

Entonces nosotros el día diez de octubre amanecimos con todas nuestras cositas en la calle listos para subir, bueno, nuestras cosas a los camiones. Y fue así como no nos sacaron a todos de una sola vez de los campamentos, en los buses, en los camiones, porque bueno fue una estrategia también que usaron: sacarnos así por bloques. Entonces, nosotros, o sea, ya había un bloque el día 10 por la noche. Nosotros nos sacaron ya tipo nueve de la mañana el día 10.Entonces llegamos a la frontera allí, pues, había alrededor de veinte y veinticinco mesas que tenían Migración salvadoreño para interrogarlos. Allí pasamos en fila todos los refugiados que veníamos que éramos alrededor de tres mil personas y empezaron a preguntarlos que si éramos guerrilleros, que tiempo íbamos llegado en Mesa Grande, que si teníamos hermanos que eran guerrilleros. O sea, una seria de preguntas que nos hicieron basada en acusaciones para los refugiados.

Pero ese día este 10 de octubre tuvimos que dormir en la frontera y el siguiente día, pues, caminamos en caravana cada quien para su lugar de origen. En este caso pues, los que iban para Cabañas iban para Santa Marta, los que iban para Cuscatlán iban para Copapayo, los que venimos para Chalate, pues, los que iban para Las Vueltas, los que venimos para Guarjila. Y fue así, como llegamos el día 12 de octubre aquí a Guarjila donde realmente nos estaba esperando el ejército. Cuando nosotros bajábamos de los buses, pues, allí estaban los militares a un lado de la puerta del bus. Pero bueno, por la intervención de el ACNUR, pues, el ACNUR habló con los militaros y los retiró del lugar de Guarjila, y bueno, fue así como nos sentamos en una primera noche, pues, en la calle a dormir allí. Vamos a decir, como decimos al buen salvadoreño, “al sol y al sereno.”

Entonces, también la Iglesia Luterana allí estaba un botiquín para dar los primeros auxilios a la comunidad. Pues, tuvimos el acompañamiento de la Iglesia Católica, la Iglesia Luterana, de la ACNUR, bueno, y otras instituciones humanitarias. 

Porque, o sea, uno o dos días después de que llegamos pues vemos que viene un gran contingente de militaros, pues, y que dentran a la comunidad. Entonces, bueno, y empiezan a disparar, pues, dentro de la comunidad. Pero nosotros, o sea, con la organización que ya teníamos, pues, nos acercamos y les dijimos “váyanse de aquí porque nosotros no queremos ni militares ni guerrilleros aquí. Nosotros somos una población civil en el cual, bueno, queremos vivir y hacernos la vida aquí.” 
 Entonces, luego, bueno, de que la gente tenía sus champitas de zacate, pues, la Iglesia Católica y la Iglesia Luterana, empezaron a traernos los materiales de construcción. Y eso, bueno, fue tan difícil poder traer esos materiales de construcción porque tenían que pasar por la Cuarta Brigada de Infantería y el DM1 de la ciudad de Chalatenango. Y esos no dejaban pasar los materiales de construcción. Entonces, o sea, teníamos que ir para negociar, y acompañado de la iglesia, pues, para gestionar los permisos y pudieran traer los materiales. Aun así, muchas veces, hicieron que descargaran los camiones en la ciudad de Chalatenango. Entonces toda la población íbamos a traer un cuartón, una lámina, pues, en la espalda, pues, porque no había de otra. Entonces así pudimos traer, o sea, mucho material a la comunidad. Y bueno pues, posteriormente, pues, con la presión de la población y la presión, bueno, de la solidaridad internacionales de las iglesias, pues, logramos que trajearan algunas cantidades de material aquí en la comunidad para construir las casas provisionales. Y eran de lámina, madera, y lodo y piedra. 

Organizamos los grupos de trabajo para cultivar la tierra para hacer milpas, pero colectivamente. Porque no podía trabajar una familia sola porque si la encontraba el ejército en el campo, era víctima. Entonces nos organizábamos los grupos de veinte o veinticinco personas para ir al cultivar la tierra. Y así fue como empezamos a producir para poder sobrevivir aquí en la comunidad. Fuimos también instalando algunos talleres como el taller de carpintería, para empezar hacer mueblecitos y supliendo la necesidad, bueno, a la comunidad de algunos muebles más necesarios como una mesa ,pues, un banco, o una silla. También a cultivaron hortalizas. En el fin todo lo que es la agrícola lo producíamos aquí.

En primer momento, realmente si no hubiéramos tenido esa unidad y esa organización, o sea, la comunidad hubiera sido víctima del conflicto armado. Muchas familias se hubieran ido de Guarjila, o muchas hubieran muertos, pues. Entonces, pero por tener esa unidad y esa organización permanecimos aquí, nos mantuvimos, defendimos el lugar porque gestionamos o decíamos, bueno, por el derecho de vivir dignamente en nuestros lugares de origen, organización en lucha. Entonces, por eso, que, o sea, mantenemos todavía una organización en la comunidad y mantenemos pues todavía ese espíritu de lucha. 

Aunque ya no es igual como en aquel primer momento, pues. Ahora, pues, ya las cosas son más diferentes. Pero si, bueno, se mantiene un nivel de organización. Y yo creo si mantenemos ese nivel de organización, pues, la comunidad va a seguir siendo, o sea, va a tener más desarrollo.  Si mantenemos la organización, vamos a seguir luchando por nuestros derechos. Por la libertad expresión, bueno, por la democratización de los medios de comunicación, y nuestro espíritu. 

Pues, ese luchar por no volver a caer otra vez en un conflicto porque los conflictos, o sea, no traen nada bueno. Lo que traen es destrucción, destrucción de los pueblos, destrucción de la humanidad. Entonces, de que, bueno, es ese nuestro espíritu eso es lo que estamos pensando. Y creemos que dentro de diez o veinte años esta comunidad pues va a ser mejor. Va a tener un mejor desarrollo. Porque ahora, bueno, hay un montón de profesionales en la comunidad. Un montón de profesionales. Y así van surgiendo más estudiantes que van accesando, bueno, a las universidades. Entonces quiere decir de que en el futuro, o sea, el nivel educativo o el nivel de profesionalidad de los jóvenes va a ser mucho mejor, y eso quiere decir de que la comunidad, pues, va a tener otras perspectivas.

 

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