Liter·Alia. Literaturas Hispánicas en contexto.Main MenuIntroducción a esta antología anotadaCronología de textos literarios hispánicosUna cronología de textos literarios hispánicos en relación con sus movimientos y tendencias literariosCantar de Mio Cid (1140 aprox.)Romance de la pérdida de AlhamaEl romance, la épica fronteriza y las guerras de religión.Carta de Colón (1493)El descubrimiento de América.Carta de relación enviada al emperador Carlos V (1520)En tanto que de rosa y azucena (1533)El soneto como innovación. La belleza y el paso del tiempo.Escrito está en mi alma vuestro gesto (1543)El soneto petrarquista y la poesía neoplatónica del amor humanoBrevísima relación de la destrucción de las Indias (1552)Colonialismo en las Américas. El indio como víctima.Noche serena (1572?)La oda como género filosófico. El micro y macro cosmos renacentista del amor y el destino humano.Mientras por competir con tu cabello (1582)Desmayarse, atreverse, estar furioso (1604)Los efectos del amor[En edición] Comentarios Reales de los Incas (1609)Mestizaje cultural en las Américas.Miré los muros de la patria mía (1613)[En edición] Noche oscura del alma (1618)MisticismoA su retrato (1690)Poesía y artes visuales. Ut pictura poiesis. El simulacro de los sentidos del barroco.Cartas marruecas -carta XLIV- (1789)En una tempestad (1835)Yo soy ardiente, yo soy morena (1868)Romanticismo. Poesía del yo, de la pasión, del destino y del amor inalcanzable.Orillas del Duero (1907)Generación del 98. Poesía del paisaje rural ante una nación en crisisCaminante, no hay camino (1912)El mañana efímero (1912)Las dos Españas.Mecanópolis (1913)Regeneracionismo del 98. Ciencia y ficción, tecnología y deshumanización. Utopías y distopías tecnológicas en la sociedad industrialArte poética (1916)El arte por el arte y los experimentos de las Vanguardias. La vanguardia hispanoamericana en camino hacia la Generación del 27 en España.El almohadón de plumas (1917)Naturalismo. El horror de la existencia cuando la determinan las fuerzas naturales.Celia en la revolución (1943)Emma Zunz (1949)Ficción y verdad. El lector investigador y la nueva narrativa universal de la ficción latinoamericana.La United Fruit Co. (1950)La poesía social. Voz de las minorías. Perspectivas marxistas y post/de/coloniales.Chac Mool (1954)La generación del Boom literario en hispanoamérica. Realismos magicos y miradas postcoloniales.13, Rue del PercebeContinuidad de los parques (1956)Autorretrato (1972)La creación de la voz femenina en las literaturas hispánicas. Aproximación al feminismo.Reglas de juego para los hombres que quieran amar a mujeres mujeres (1986)Poesía del compromiso y revolución. La voz de la mujer luchando por la igualdad de género.La muerte y la doncella (1990)El teatro como espacio público de la voz de las víctimas. Dictaduras, transiciones, trauma y memoria.Eso que llamamos nuestro hogar: reflexiones en torno a la diáspora y los libros (2005)Voces de las minorías. Emigración, culturas híbridas y transnacionalidad.Dos palabras (1989)Alvaro Llosa Sanz8e36adb192c110558f9e65e5ff15ad8e73248909Ana Belén Mañas Gómezefddb797ca05abc5671f15f3ddb4d7094cde97ceIngerid Grønnevik Flåskjerb4e6b2fc361a70a1017d3dad9246c3a22c29e7ebMonica Pozae2c60de6d5b417a60bfd74220f3e834573be4a4cMike 5801c52102dc9a5a61e2d1b80685a7907540f2b1
Ciclos glandulares
12017-03-14T14:18:32-07:00Ana Belén Mañas Gómezefddb797ca05abc5671f15f3ddb4d7094cde97ce67841plain2017-03-14T14:18:32-07:00Ana Belén Mañas Gómezefddb797ca05abc5671f15f3ddb4d7094cde97ceLos ciclos glandulares hacen referencia a las glándulas, órganos que producen hormonas, que a su vez son las responsables de cambios físicos, por ejemplo en el peso, en el pelo...y que también está muy relacionado con el ciclo menstrual.
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12017-03-02T12:50:32-08:00Autorretrato (1972)28La creación de la voz femenina en las literaturas hispánicas. Aproximación al feminismo.plain2019-11-20T12:21:16-08:0002/01/1972Rosario Castellanos
(Version sin anotaciones) La creación de la voz femenina en las literaturas hispánicas. Aproximación al feminismo.
Yo soy una señora: tratamiento arduo de conseguir, en mi caso, y más útil para alternar con los demás que un título extendido a mi nombre en cualquier academia.
Así, pues, luzco mi trofeo y repito: yo soy una señora. Gorda o flaca según las posiciones de los astros, los ciclos glandulares y otros fenómenos que no comprendo.
Rubia, si elijo una peluca rubia. O morena, según la alternativa. (En realidad, mi pelo encanece, encanece.)
Soy más o menos fea. Eso depende mucho de la mano que aplica el maquillaje.
Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo —aunque no tanto como dice Weininger que cambia la apariencia del genio—. Soy mediocre. Lo cual, por una parte, me exime de enemigos y, por la otra, me da la devoción de algún admirador y la amistad de esos hombres que hablan por teléfono y envían largas cartas de felicitación. Que beben lentamente whisky sobre las rocas y charlan de política y de literatura.
Amigas... hmmm... a veces, raras veces y en muy pequeñas dosis. En general, rehuyo los espejos. Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal y que hago el ridículo cuando pretendo coquetear con alguien.
Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño que un día se erigirá en juez inapelable y que acaso, además, ejerza de verdugo. Mientras tanto lo amo.
Escribo. Este poema. Y otros. Y otros. Hablo desde una cátedra. Colaboro en revistas de mi especialidad y un día a la semana publico en un periódico.
Vivo enfrente del Bosque. Pero casi nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca atravieso la calle que me separa de él y paseo y respiro y acaricio la corteza rugosa de los árboles.
Sé que es obligatorio escuchar música pero la eludo con frecuencia. Sé que es bueno ver pintura pero no voy jamás a las exposiciones ni al estreno teatral ni al cine-club.
Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo y, si apago la luz, pensando un rato en musarañas y otros menesteres.
Sufro más bien por hábito, por herencia, por no diferenciarme más de mis congéneres que por causas concretas.
Sería feliz si yo supiera cómo. Es decir, si me hubieran enseñado los gestos, los parlamentos, las decoraciones.
En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto es en mí un mecanismo descompuesto y no lloro en la cámara mortuoria ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.
Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo el último recibo del impuesto predial.