Sean Cubitt, Ingrid Volkmer y Robert Hassan - "Does Cloud Computing Have a Silver Lining?"
1 2024-04-18T19:18:29-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49 42648 2 plain 2024-04-18T21:46:29-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49Año: 2011
Vol: 33
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- 1 media/Bibliografia.jpeg 2024-04-21T23:31:21-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49 Bibliografía Alberto Tagle 18 image_header 2024-05-04T04:58:20-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49
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2024-04-17T19:19:16-07:00
3.2 Scalar, la digitalización de la autoría y su dependencia energética
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Como se mencionó en la Introducción, en los primeros pasos de conformación de esta investigación, y para participar en la mediación digital como parte del proceso de la exploración de las autorías escriturales posthumanas, se decidió utilizar la plataforma Scalar.edu en la medida en que una de sus intenciones principales es proveer un soporte que facilite otras vías de publicación académicas que inviten a la exploración de los propios medios digitales. Entre las características que destacan para dicha exploración se encuentran: el soporte de distintos medios y sus formatos como imágenes, videos, audios, etc., la posibilidad de estructuras flexibles y no lineales, la integración de código, la posibilidad de elaborar proyectos con múltiples autores y el seguimiento de control de cambios. La plataforma, realizada bajo la filosofía open source, fue conceptualizada bajo la premisa de encontrar un "balance between standardization and structural flexibility to all kinds of material" para el trabajo académico. La plataforma se creó originalmente en un contexto de crisis financiera en 2008, por lo que buscaba incitar a otras formas de publicación para las universidades más allá del libro tradicional. Es gratuita y sólo se requiere, para solicitar el acceso que permita crear un proyecto, de un correo institucional por parte del usuario.
Una de las consecuencias de ser gratuita reside en que el usuario tiene un límite para el peso máximo de los archivos multimedia que desea que estén alojados directamente en la plataforma, cuyo peso máximo es de 2 MB. Como también se mencionó en la introducción, Scalar está principalmente impulsada por la University of California, sin embargo hace uso de servidores pertenecientes a Microsoft para su operabilidad. A través de la página whoishostingthis.com es posible rastrear la Dirección IP donde se encuentra alojada Scalar y, por lo tanto, nuestra propia investigación:
Con la Dirección IP (40.91.127.220) podemos rastrear con geolocation.com que nuestro proyecto se encuentra alojado en el Microsoft Data Center de Quincy, Columbia. Visitar las páginas web del proyecto no implica que los paquetes de datos viajen directamente hasta mi posición actual, en Puebla, debido a que internet es una red descentralizada. Si en la terminal de nuestro ordenador, en caso de Windows se abre una ventana de Símbolo de sistema, se utiliza el comandotracert
seguido de la IP (en este caso seríatracert 40.91.127.220
) es posible tratar de rastrear la ruta que toman los paquetes de datos desde el servidor hasta nosotros:
Varias pueden ser las causas que causen la leyendaTiempo de espera agotado para esta solicitud
que nos impide seguir la totalidad de la ruta de la información, apenas si podemos localizar su paso por Monterrey, pero generalmente se debe a que los dispositivos que reciben la solicitud están configurados para no responder por motivos de ciberseguridad. Sanna Karkulehto et. al., en sus estudios sobre la literatura posthumana, plantean que "[n]onhuman beings or environments thus do steer the production of literature, both directly and indirectly, although these processes are often difficult to track and explain (6)", en este sentido sugerimos que la complejidad técnica de los agentes digitales dificulta, muchas veces de manera completamente intencional, su rastreabilidad agencial. Jussi Parikka sostiene que:[l]a cajanegrización, o la evolución de los objetos tecnológicos a punto tal que solo pueden ser usados, pero no entendidos en cuanto objetos técnicos, es un requerimiento de la infraestructura y el desarrollo tecnológico. Un sistema informático, por ejemplo, es prácticamente ininteligible si se lo considera en término de los millones de transistores, circuitos, cálculos matemáticos y piezas técnicas que lo componen. Las cajas negras son la piedra angular puntualizada sobre la base de la cual se construyen las nuevas infraestructuras y tecnologías (269).
Este pequeño ejercicio nos sirve para ejemplificar que en términos de rastreabilidad de la agencia –a través de su expresión material en cuanto que, como argumenta Tim Ingold, "power of the agency lies with the materiality itself (12)"– la materialidad informática digital que es necesaria para alojar nuestro proyecto en Scalar no es accesible debido a una buscada opacidad y cajanegrización del entramado sociotécnico. Si anteriormente hemos planteado el estudio de la materialidad, y por ello de sus particularidades en cuanto parte de un entorno sociotécnico orientado hacia el funcionamiento digital, como uno de los senderos para estudiar las autorías escriturales posthumanas en este apartado centraremos nuestra atención en la materialidad misma de la información y las formas en las que atraviesa nuestra concepción sobre la autoría.
Podemos especular que los proveedores detrás de Scalar no cuentan con una infraestructura material que les permita tener sus propios servidores por lo que decidieron contratar el servicio externo de Microsoft Azure. Sean Cubitt, Ingrid Volkmer y Robert Hassan (154) señalan que, de toda la infraestructura necesaria para el correcto uso de los entornos digitales, los más grandes contribuidores al incremento de la huella de carbono son los centros de procesamientos de datos como el de Quincy. En 2021, Brad Smith, en ese entonces presidente de Microsoft, dio un pequeño vistazo general de este data center:
Smith llama al data center la infraestructura más importante del siglo XXI a la par que considera que es capaz de moldear la forma en la que vivimos, investigamos, trabajamos, producimos conocimiento, etcétera. Si bien el video, por obvias razones de secreto empresarial, no detalla ninguna de las características tecnológicas utilizadas sí que hace énfasis en el consumo energético al entender que infraestructura digital, infraestructura energética y ciencia ambiental son indisociables en un proyecto de tal magnitud. De manera optimista, Smith presume del poco consumo energético que se requiere en todas las instalaciones. Sin embargo, el problema, como sugiere Seb Franklin es que ha existido un énfasis desmedido en atender la materialidad digital desde el consumo y no tanto desde la producción de su propia infraestructura.
Jennifer Gabrys (26) muestra cómo en la manufactura de los procesadores –uno de los componentes principales de cualquier servidor sin importar su tamaño– hasta un 99% de los materiales utilizados se vuelven desechos residuales que no están en la objetualidad final del producto y sólo tienen un papel en su producción. La existencia misma de los servidores son la patente de lo que la propia Gabrys llama tecnología del exceso (de la información) (33) la cual –como el propio Smith sugirió– es inseparable de sus modelos energéticos. Por lo tanto, desde una visión materialista Jussi Parikka sostiene que "[l]o digital es un régimen de energías: la energía humana y la energía necesaria para las máquinas tecnológicas (197)". La inabarcable cantidad de información alojada en el data center de Quincy, incluyendo esta investigación, no sólo es comprensible a través de todos los procesadores ahí contenidos, sino también en la energía eléctrica requerida o en las tecnologías orientadas a la disipación del calor –que puede ser entendida como la forma en la que se expresa el desplazamiento de la información digital– que requiere todo sistema computacional. Para Gabrys hay una obvia correlación entre las grandes cantidades de producción de microprocesadores, con su contaminación residual, y las también inabarcables cantidades de información que hoy puede ser almacenada.
Kenneth Goldsmith sitúa el incremento de las prácticas apropiacionistas en la literatura en épocas recientes "a pesar de que las computadoras personales existen desde hace ya tres décadas y hemos utilizado la función de cortar y pegar durante todo este tiempo, [pero] es la penetración y saturación de la banda ancha lo que ha hecho que la cosecha de masas de lenguaje se volviera tan fácil y tentadora (15)". En términos de agencia, para Goldsmith, la materialidad previa a la informacionalización generalizada difícilmente habría tenido una condición invitacional que me orillara a generar el experimento En tu casa desierta: una desapropiación de Ramón López Velarde. De igual manera Goldsmith sugiere en Theory que:kl
El exponencial crecimiento de la producción, distribución, consumo y mercantilización de la información digital también posibilitó, considera Andrey Miroshnichenko, una emancipación de la autoría: en su investigación muestra cómo, en el espacio de aproximadamente 20 años, han aparecido más autores que en toda la historia previa de la escritura, con un salto de 300 millones a través de toda la historia a 2 mil millones (7). Así como la información digital, la autoría, en cuanto emerge a través de las relaciones de un ensamblaje profundamente tecnificado, encuentra un camino para su escalabilidad, pero también para su alto grado de dependencia material y energética.El problema de una visión como la del digital mysticism es que la tendencia técnica de los servidores remotos, como la nube, enfocan su narrativa en dicha supuesta inmaterialidad y no dependencia energética. El propio Seb Franklin (456) expresa que esta inmaterialización es una forma de naturalización de la tecnología misma, mientras que Gabrys sostiene que lo que permite la supuesta inmaterialidad de la tecnología es su imposibilidad de ser percibida de forma evidente. Es decir, las agencias y las intracciones de las que emerge la autoría digitalmente mediada sólo son detectables a través de la propia mediación técnica de la que surgen teniendo en cuenta los grados de opacidad y cajanegrización que hay en los mismos. Baruch Gottlieb sugiere que:
[s]o there is an epistemological schism or rift between the scale in "nature" of the macro-phenomena we can perceive with our "unaided senses" and the scale of the aspects of the phenomena which are registered, recorded and retrieved from the digital realm. This digital realm is extremely artificial, made up of metals of the highest purity, and alloys and exotic chemical blends of the most precise measure(72).
Por ejemplo, Gottlieb ve en la posibilidad de visualización de las pantallas digitales un índice de una materialidad y una serie de procesos que ejecutan a una escala atómica. En este sentido, las escalas, tanto infra como suprafenomenológicas, de las intracciones que atraviesan a la autoría escritural también forman parte, junto con la cajanegrización y la opacidad, de la dificultad de atender apropiadamente la materialidad que atraviesa, antecede y soporta a la autoría en cuanto digital. Sin embargo, la presentación de las propias barreras puede mostrarnos las posibilidades de una comprensión de la autoría digital que vaya más allá de una condición de sólo un cambio de significación. Por ejemplo, rechazamos la postura –completamente influenciada tanto por Barthes como por Foucault– que sostiene George P. Landow de ver en la hipertextualidad digital una nueva muerte del autor en la medida en que:[Los argumentos de Landow son propuestos desde una teorización del hipertexto] La falta de autonomía y de centro textuales repercute inmediatamente en las concepciones de autor. Asimismo, la ausencia de límites de esta nueva textualidad también dispersa al autor [...] hay más de una forma de matar al autor. Lo que entendemos por autor, incluida la idea de autoría única, puede destruirse suprimiendo la autonomía del texto (170-171).
De igual manera, también el contraargumento que hace Carolina Gainza –quien escribe desde una búsqueda de otros modos de propiedad intelectual como Creative Commons– al proponer que: "lo que se puede observar es que en las obras digitales el autor constituye una agencia simbólica o semiótica propia del texto, casi como si fuera un personaje clave del mismo, lo que, sin embargo, no significa ejercer una autoridad o propiedad sobre éste, por lo que no hay argumentos sólidos para prohibir su acceso, uso y distribución libre en la red (pos. 3029-3217)". La inmaterialidad entendida como imposibilidad de percepción no debe conducirnos a ignorar toda la materialidad en juego. Es evidente que no podemos tener una percepción completa de la materialidad de la autoría digital porque está cajanegrizada, pero sí que podemos ensamblarla a través de los modelos energéticos de los que depende en cuanto está informacionalizada.
Atender a la materialidad relacional de la autoría en cuanto digital muestra que nuestro entorno sociotécnico acelera y distribuye el agenciamiento de la misma pero, al mismo tiempo, la vuelve mucho más inestable y dependiente de un modelo energético basado, como apunta Gabrys, en el exceso. Cubitt vaticina que es posible que, y como medida de atender a la crisis climática, el racionamiento del acceso a la información pueda ser un camino para tomar en el futuro (155). Por otra parte, Johanna Drucker establece que –teorizando respecto de la innovación en las publicaciones académicas como es el caso de este proyecto– a más complejidad tecnológica mayor es el gasto material y energético que se requiere para su mantenimiento y conservación. Por lo tanto, cuanto más técnicamente complejo sea el ensamblaje del cual emerge la autoría más difícil se vuelve también su preservación y permanencia. La autoría escritural digital, en cuanto sólo puede emerger desde la relacionabilidad material, ahora mismo depende de un modelo energético que es insostenible a largo plazo: no hay una escalabilidad de la autoría sin un costo material.