Baruch Gottlieb - Digital Materialism: Origins, Philosophies, Prospects
1 2024-04-19T09:00:14-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49 42648 2 plain 2024-04-19T09:02:30-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49Lugar: United Kingdom
Año: 2018
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- 1 media/Bibliografia.jpeg 2024-04-21T23:31:21-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49 Bibliografía Alberto Tagle 18 image_header 2024-05-04T04:58:20-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49
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3.2 Scalar, la digitalización de la autoría y su dependencia energética
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Como se mencionó en la Introducción, en los primeros pasos de conformación de esta investigación, y para participar en la mediación digital como parte del proceso de la exploración de las autorías escriturales posthumanas, se decidió utilizar la plataforma Scalar.edu en la medida en que una de sus intenciones principales es proveer un soporte que facilite otras vías de publicación académicas que inviten a la exploración de los propios medios digitales. Entre las características que destacan para dicha exploración se encuentran: el soporte de distintos medios y sus formatos como imágenes, videos, audios, etc., la posibilidad de estructuras flexibles y no lineales, la integración de código, la posibilidad de elaborar proyectos con múltiples autores y el seguimiento de control de cambios. La plataforma, realizada bajo la filosofía open source, fue conceptualizada bajo la premisa de encontrar un "balance between standardization and structural flexibility to all kinds of material" para el trabajo académico. La plataforma se creó originalmente en un contexto de crisis financiera en 2008, por lo que buscaba incitar a otras formas de publicación para las universidades más allá del libro tradicional. Es gratuita y sólo se requiere, para solicitar el acceso que permita crear un proyecto, de un correo institucional por parte del usuario.
Una de las consecuencias de ser gratuita reside en que el usuario tiene un límite para el peso máximo de los archivos multimedia que desea que estén alojados directamente en la plataforma, cuyo peso máximo es de 2 MB. Como también se mencionó en la introducción, Scalar está principalmente impulsada por la University of California, sin embargo hace uso de servidores pertenecientes a Microsoft para su operabilidad. A través de la página whoishostingthis.com es posible rastrear la Dirección IP donde se encuentra alojada Scalar y, por lo tanto, nuestra propia investigación:
Con la Dirección IP (40.91.127.220) podemos rastrear con geolocation.com que nuestro proyecto se encuentra alojado en el Microsoft Data Center de Quincy, Columbia. Visitar las páginas web del proyecto no implica que los paquetes de datos viajen directamente hasta mi posición actual, en Puebla, debido a que internet es una red descentralizada. Si en la terminal de nuestro ordenador, en caso de Windows se abre una ventana de Símbolo de sistema, se utiliza el comandotracert
seguido de la IP (en este caso seríatracert 40.91.127.220
) es posible tratar de rastrear la ruta que toman los paquetes de datos desde el servidor hasta nosotros:
Varias pueden ser las causas que causen la leyendaTiempo de espera agotado para esta solicitud
que nos impide seguir la totalidad de la ruta de la información, apenas si podemos localizar su paso por Monterrey, pero generalmente se debe a que los dispositivos que reciben la solicitud están configurados para no responder por motivos de ciberseguridad. Sanna Karkulehto et. al., en sus estudios sobre la literatura posthumana, plantean que "[n]onhuman beings or environments thus do steer the production of literature, both directly and indirectly, although these processes are often difficult to track and explain (6)", en este sentido sugerimos que la complejidad técnica de los agentes digitales dificulta, muchas veces de manera completamente intencional, su rastreabilidad agencial. Jussi Parikka sostiene que:[l]a cajanegrización, o la evolución de los objetos tecnológicos a punto tal que solo pueden ser usados, pero no entendidos en cuanto objetos técnicos, es un requerimiento de la infraestructura y el desarrollo tecnológico. Un sistema informático, por ejemplo, es prácticamente ininteligible si se lo considera en término de los millones de transistores, circuitos, cálculos matemáticos y piezas técnicas que lo componen. Las cajas negras son la piedra angular puntualizada sobre la base de la cual se construyen las nuevas infraestructuras y tecnologías (269).
Este pequeño ejercicio nos sirve para ejemplificar que en términos de rastreabilidad de la agencia –a través de su expresión material en cuanto que, como argumenta Tim Ingold, "power of the agency lies with the materiality itself (12)"– la materialidad informática digital que es necesaria para alojar nuestro proyecto en Scalar no es accesible debido a una buscada opacidad y cajanegrización del entramado sociotécnico. Si anteriormente hemos planteado el estudio de la materialidad, y por ello de sus particularidades en cuanto parte de un entorno sociotécnico orientado hacia el funcionamiento digital, como uno de los senderos para estudiar las autorías escriturales posthumanas en este apartado centraremos nuestra atención en la materialidad misma de la información y las formas en las que atraviesa nuestra concepción sobre la autoría.
Podemos especular que los proveedores detrás de Scalar no cuentan con una infraestructura material que les permita tener sus propios servidores por lo que decidieron contratar el servicio externo de Microsoft Azure. Sean Cubitt, Ingrid Volkmer y Robert Hassan (154) señalan que, de toda la infraestructura necesaria para el correcto uso de los entornos digitales, los más grandes contribuidores al incremento de la huella de carbono son los centros de procesamientos de datos como el de Quincy. En 2021, Brad Smith, en ese entonces presidente de Microsoft, dio un pequeño vistazo general de este data center:
Smith llama al data center la infraestructura más importante del siglo XXI a la par que considera que es capaz de moldear la forma en la que vivimos, investigamos, trabajamos, producimos conocimiento, etcétera. Si bien el video, por obvias razones de secreto empresarial, no detalla ninguna de las características tecnológicas utilizadas sí que hace énfasis en el consumo energético al entender que infraestructura digital, infraestructura energética y ciencia ambiental son indisociables en un proyecto de tal magnitud. De manera optimista, Smith presume del poco consumo energético que se requiere en todas las instalaciones. Sin embargo, el problema, como sugiere Seb Franklin es que ha existido un énfasis desmedido en atender la materialidad digital desde el consumo y no tanto desde la producción de su propia infraestructura.
Jennifer Gabrys (26) muestra cómo en la manufactura de los procesadores –uno de los componentes principales de cualquier servidor sin importar su tamaño– hasta un 99% de los materiales utilizados se vuelven desechos residuales que no están en la objetualidad final del producto y sólo tienen un papel en su producción. La existencia misma de los servidores son la patente de lo que la propia Gabrys llama tecnología del exceso (de la información) (33) la cual –como el propio Smith sugirió– es inseparable de sus modelos energéticos. Por lo tanto, desde una visión materialista Jussi Parikka sostiene que "[l]o digital es un régimen de energías: la energía humana y la energía necesaria para las máquinas tecnológicas (197)". La inabarcable cantidad de información alojada en el data center de Quincy, incluyendo esta investigación, no sólo es comprensible a través de todos los procesadores ahí contenidos, sino también en la energía eléctrica requerida o en las tecnologías orientadas a la disipación del calor –que puede ser entendida como la forma en la que se expresa el desplazamiento de la información digital– que requiere todo sistema computacional. Para Gabrys hay una obvia correlación entre las grandes cantidades de producción de microprocesadores, con su contaminación residual, y las también inabarcables cantidades de información que hoy puede ser almacenada.
Kenneth Goldsmith sitúa el incremento de las prácticas apropiacionistas en la literatura en épocas recientes "a pesar de que las computadoras personales existen desde hace ya tres décadas y hemos utilizado la función de cortar y pegar durante todo este tiempo, [pero] es la penetración y saturación de la banda ancha lo que ha hecho que la cosecha de masas de lenguaje se volviera tan fácil y tentadora (15)". En términos de agencia, para Goldsmith, la materialidad previa a la informacionalización generalizada difícilmente habría tenido una condición invitacional que me orillara a generar el experimento En tu casa desierta: una desapropiación de Ramón López Velarde. De igual manera Goldsmith sugiere en Theory que:kl
El exponencial crecimiento de la producción, distribución, consumo y mercantilización de la información digital también posibilitó, considera Andrey Miroshnichenko, una emancipación de la autoría: en su investigación muestra cómo, en el espacio de aproximadamente 20 años, han aparecido más autores que en toda la historia previa de la escritura, con un salto de 300 millones a través de toda la historia a 2 mil millones (7). Así como la información digital, la autoría, en cuanto emerge a través de las relaciones de un ensamblaje profundamente tecnificado, encuentra un camino para su escalabilidad, pero también para su alto grado de dependencia material y energética.El problema de una visión como la del digital mysticism es que la tendencia técnica de los servidores remotos, como la nube, enfocan su narrativa en dicha supuesta inmaterialidad y no dependencia energética. El propio Seb Franklin (456) expresa que esta inmaterialización es una forma de naturalización de la tecnología misma, mientras que Gabrys sostiene que lo que permite la supuesta inmaterialidad de la tecnología es su imposibilidad de ser percibida de forma evidente. Es decir, las agencias y las intracciones de las que emerge la autoría digitalmente mediada sólo son detectables a través de la propia mediación técnica de la que surgen teniendo en cuenta los grados de opacidad y cajanegrización que hay en los mismos. Baruch Gottlieb sugiere que:
[s]o there is an epistemological schism or rift between the scale in "nature" of the macro-phenomena we can perceive with our "unaided senses" and the scale of the aspects of the phenomena which are registered, recorded and retrieved from the digital realm. This digital realm is extremely artificial, made up of metals of the highest purity, and alloys and exotic chemical blends of the most precise measure(72).
Por ejemplo, Gottlieb ve en la posibilidad de visualización de las pantallas digitales un índice de una materialidad y una serie de procesos que ejecutan a una escala atómica. En este sentido, las escalas, tanto infra como suprafenomenológicas, de las intracciones que atraviesan a la autoría escritural también forman parte, junto con la cajanegrización y la opacidad, de la dificultad de atender apropiadamente la materialidad que atraviesa, antecede y soporta a la autoría en cuanto digital. Sin embargo, la presentación de las propias barreras puede mostrarnos las posibilidades de una comprensión de la autoría digital que vaya más allá de una condición de sólo un cambio de significación. Por ejemplo, rechazamos la postura –completamente influenciada tanto por Barthes como por Foucault– que sostiene George P. Landow de ver en la hipertextualidad digital una nueva muerte del autor en la medida en que:[Los argumentos de Landow son propuestos desde una teorización del hipertexto] La falta de autonomía y de centro textuales repercute inmediatamente en las concepciones de autor. Asimismo, la ausencia de límites de esta nueva textualidad también dispersa al autor [...] hay más de una forma de matar al autor. Lo que entendemos por autor, incluida la idea de autoría única, puede destruirse suprimiendo la autonomía del texto (170-171).
De igual manera, también el contraargumento que hace Carolina Gainza –quien escribe desde una búsqueda de otros modos de propiedad intelectual como Creative Commons– al proponer que: "lo que se puede observar es que en las obras digitales el autor constituye una agencia simbólica o semiótica propia del texto, casi como si fuera un personaje clave del mismo, lo que, sin embargo, no significa ejercer una autoridad o propiedad sobre éste, por lo que no hay argumentos sólidos para prohibir su acceso, uso y distribución libre en la red (pos. 3029-3217)". La inmaterialidad entendida como imposibilidad de percepción no debe conducirnos a ignorar toda la materialidad en juego. Es evidente que no podemos tener una percepción completa de la materialidad de la autoría digital porque está cajanegrizada, pero sí que podemos ensamblarla a través de los modelos energéticos de los que depende en cuanto está informacionalizada.
Atender a la materialidad relacional de la autoría en cuanto digital muestra que nuestro entorno sociotécnico acelera y distribuye el agenciamiento de la misma pero, al mismo tiempo, la vuelve mucho más inestable y dependiente de un modelo energético basado, como apunta Gabrys, en el exceso. Cubitt vaticina que es posible que, y como medida de atender a la crisis climática, el racionamiento del acceso a la información pueda ser un camino para tomar en el futuro (155). Por otra parte, Johanna Drucker establece que –teorizando respecto de la innovación en las publicaciones académicas como es el caso de este proyecto– a más complejidad tecnológica mayor es el gasto material y energético que se requiere para su mantenimiento y conservación. Por lo tanto, cuanto más técnicamente complejo sea el ensamblaje del cual emerge la autoría más difícil se vuelve también su preservación y permanencia. La autoría escritural digital, en cuanto sólo puede emerger desde la relacionabilidad material, ahora mismo depende de un modelo energético que es insostenible a largo plazo: no hay una escalabilidad de la autoría sin un costo material. -
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3.4 Otras formas de (des)apropiar
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Katherine N. Hayles considera que el paso de lo que ella llama un lenguaje natural a un código computacional artificial también es el paso de una comunicación basada en las experiencias hacia una basada en la calculabilidad procedimental. Argumenta que, conforme más se han refinado y aplicado para la regulación de la vida, los códigos se han vuelto más procedimentales y descontextualizados (142). Como hemos sugerido, la expansión de las autorías en la mediación digital está estrechamente ligada a una inclinación mercantilista basada en la idea de propiedad privada. Alberto López Cuenca apunta que desde el siglo XIX se ha generado una yuxtaposición e indiferenciación entre quien produce algo y el propietario de algo (véase subrayado de la página 16):
Este problema se acentúa con la misma expansión de las autorías escriturales, Carolina Gainza apunta que "la producción literaria digital se inserta dentro del conflicto en torno a la apropiación del conocimiento y la información (pos. 601)". Por otra parte, Ramiro Santa Ana, quien suponemos que es Perro Tuerto –el creador del tutorial Publicación desde una sola fuente utilizado para la automatización en la maquetación de En tu casa desierta: una desapropiación de Ramón López Velarde– muestra (41) cómo iniciativas que surgieron en la digitalidad como Creative Commons o Copyleft que pretenden otros modelos de propiedad son impensables sin la lucha por el código. Para Gary Hall, el problema de estas alternativas es que siguen siendo "extremely liberal and individualistic; rather than endorsing a collective agreement, policy, or philosophy, it provides a range of licenses from which authors cand individually choose (4)". Pensando desde la cajanegrización de la autoría que hemos sugerido, consideramos que la desapropiación puede ser una vía para articular nuevas relaciones con la autoría escritural, pero también con las tecnologías que las median.
Nadia Cortés propone que "[n]uestra agencia para un cambio colectivo y para la creación de formas tecnológicas alternativas implica desarmar lo ya empaquetado de las tecnologías, abrir sus cajas negras no solo para saber cómo funcionan, sino conocer los valores implícitos que conllevan (12)". Si hemos tratado de replantear a la autoría a través de la materialidad, es evidente que la desapropiación no sólo puede operar en el ámbito de la textualidad, la desapropiación también tiene que ser material y situada. Frente a la administración digital que regula nuestras relaciones con otros agentes y con la tecnología misma, Paula Ricaurte Quijano concibe las tecnoresistencias como (véase el subrayado de la página 48):
Aunque también sugiere que una suerte de homogenización tecnológica deriva en monocultivos culturales (véase el subrayado de la página 31). Sin embargo, la desapropiación conlleva sociabilidades que, al situarse, pueden volver a ser contextualizadas y diversificadas. Pensar que la operabilidad del código computacional sólo puede servir para la regulación de nuestra existencia sería una visión determinista. Desapropiar la escritura en cuanto código es también permitirle funcionar y dar sentidos fuera de este cariz totalitario. Pero las amplitudes y capacidades de la desapropiación estarán siempre vinculadas con la potencia y los grados de imbricación de los ensamblajes técnicos. Para Delia Crovi Druetta la apropiación digital, que nosotros podemos entender también como desapropiación, es una mediación que siempre se da en contextos diferentes y que se expresa en prácticas desiguales (9) ya que "la apropiación es un proceso contrario a la reproducción mecánica de la cultura material e intelectual. Se trata de sujetos activos que generan diferencias en su ámbito de acción, y lo hacen mediante una construcción transversal en el tiempo (64)". Una forma de confrontar la abstracción y descontextualización que diagnostica Hayles respecto del código, por ejemplo, es atender ocupándose de las particularidades situadas que median relaciones divergentes con la tecnología. Ya habíamos señalado como Eugenio Tisselli entiende que la adaptación y la adopción son formas de regular las dosis farmacológicas de la tecnología. La desapropiación, como práctica material, funciona como vía para descajanegrizar: porque patenta otras formas de relacionabilidad con las tecnologías más allá de un paradigma mercantilista de consumo como desvinculación, desechar, desterritorialización (12).
A pesar de que la desapropiación se erige como una técnica para contrarrestar la apropiación, los procedimientos no pueden ser los mismos. Leandro Rodríguez Medina piensa la capacidad de absorción epistémica como (véase el subrayado de la página 46 en Más allá del Derecho de Autor). Si tanto las autorías como las escrituras dependen de una red compleja de materialidades, entre más omnipresente sea dicha red más fácil es su capacidad de crecer. Es decir, la desapropiación de Velarde no se da únicamente en el acto de tomar su escritura, ya que también implica toda la red de lectura, distribución, protección y apertura que se haga de dicha desapropiación. El alcance material de los ensamblajes que buscan apropiar como mecanismo de producción económica –como lo pueden ser las megaconstrucciones algorítmicas capaces de construir y mantener en funcionamiento infraestructuras como el data center de Quincy– es infinitamente superior a los escenarios donde la desapropiación se piensa como alternativa de estos modelos privativos. Los desplazamientos en Jerez mostrados en el experimento de Velarde operan, por lo tanto, como apropiación. La red infraestructural necesaria para el desplazamiento de mercancías por parte del narcotráfico tiene una capacidad de absorción mucho mayor respecto de las comunidades dedicadas, principalmente, a una agricultura precarizada.
En dichos desplazamientos se buscó lo mismo que con la apropiación: la cooptación y privatización de lo común para su mercantilización a través de la desvinculación. Sin embargo, los desplazamientos también suponen movilidad agencial y, por lo tanto, escrituras no-humanas de sentido. Si las autorías posthumanas emergen por medio de una distribución agencial, esto no supone necesariamente una armonización entre dichos agentes: las autorías también son capaces de emerger de la disputa, del conflicto y de la búsqueda de anular las relaciones mismas. Julie Sanders piensa que la apropiación es inevitablemente un acto político (97) y, como argumenta Jennifer Gabrys (62) una forma de enfrentar a la supuesta inmaterialización tecnológica es a través de mapear materialmente las relaciones políticas en juego. La desapropiación es una forma de construir y evidenciar redes heterogéneas. Aunque, frente a los ensamblajes técnicos totalizadores que son capaces de absorber todo a su paso a través del procesamiento de datos o la asimilación de territorios, la desapropiación parte de una clara desventaja material frente a lógicas apropiacionistas. Si proponemos que la descajanegrización de las autorías digitales puede darse a través de su desapropiación, el acto mismo de cajanegrizar tiene la capacidad de servir como una respuesta frente a la apropiación. Retomando a Hall, uno de los problemas de iniciativas como Creative Commons es que son una alternativa que sigue sosteniéndose tanto en la idea de propiedad individual como en la de elecciones personales. Es verdad que se alejan de pretensiones económicas pero en su apertura “democrática” se ofrecen a sí mismas a ser devoradas por las megaconstrucciones. La alternativa que ofrece Creative Commons, por ejemplo, es la apertura de la cultura, incluso la filosofía open source de Scalar y la escritura del código fuente de Raspvelarde Pi en su accesibilidad se vuelven proclives de ser apropiadas. En este sentido, Zach Blas (198) piensa que la búsqueda de la opacidad puede ser capaz de proteger lo diverso. Mientras que la opacidad mercantilista está cerca de ideas como las de secreto empresarial, la opacidad como resistencia a ser apropiado está próximo a la búsqueda de protección de relaciones subalternas, de formas de habitar diferentes. No obstante, parece que ambas alternativas se conciben desde una visión de la materialidad que no sólo la entiende como un recurso. Parece que la homogenización y la descontextualización de la apropiación, en su afán de desvinculación, deja tras de sí materias que ya no son explotables. Así, toma relevancia otorgar nuestra atención a lo residual. Agustín Fernández Mallo afirma que:
cuando desde un sistema de referencia en el cual hemos dotado de un sentido a una obra, y mediante un leve desplazamiento –un shift– pasamos a otro sistema que otorga otro sentido a la misma obra, en esa traslación de sentidos se genera un residuo, un sedimento –un excremento, si se quiere–, algo que en ese camino de traslación es abandonado y que por lo general, por aparentemente inútil, acostumbra a no ser considerado. Es ese residuo, producto de la traslación, lo que provoca que el cambio de sentido que acontece en la relectura de una obra no sea una mera reasignación arbitraria, no sea un «todo vale», en tanto que sin ese residuo la traslación no hubiera sido posible (202-203).
Prestar atención al residuo es atender a una materialidad que ha sido intencionalmente ocultada en la objetualidad mercantilista. El residuo es parte fundamental de la heterogeneidad material que se pierde en la necesidad de la artificial pureza material necesaria para el funcionamiento de lo digital (126). La desapropiación permite otras escrituras, lecturas y autorías residuales que no formaban parte, o dejaron de formar parte, de la estandarización, canonización, de una producción cultural anclada en la desvinculación y la abstracción que promueve configuraciones escriturales planteadas desde una supuesta universalidad de la literatura. Desapropiar a Velarde y relacionarlo con Jerez más allá de un tópico poético es, también, desestabilizarlo desde sus residuales porque no hay autoría literaria individuada sin procedimientos e instituciones estabilizadoras (58). Como apunta Ricaurte (véase el subrayado de la página 26) el territorio no es sólo un espacio material, sino que se conforma desde las relaciones siempre en movimiento, en constante negociación, siempre escribiéndose en la materialidad. En este sentido, desapropiar a Velarde para volverlo a relacionar con Jerez no sólo puede darse a través de la textualidad de la base de datos generada por más que, como Bill Seaman señale (125), cada elemento combinatorio arrastre su pasado. Desapropiar es hacer patente la pérdida de la supuesta autonomía de la escritura literaria que teoriza Ludmer. Desapropiar a Velarde es sacarlo de un Jerez idílico y abstracto, sustraerlo de una provincia antes ignorada por la crítica literaria para fijarse como parte de un canon regulador; es incrustarlo en otro Jerez materializado y adverso que ahora está volviendo a ser presa de otro orden regulador; es confirmar que –a través de las autorías y escrituras situadas– no es posible pensar al uno sin el otro. Así, la desapropiación debería poder apuntar hacia otras maneras de habitabilidad en los territorios que generan escrituras siempre situadas. Cristina Rivera Garza sostiene que las desapropiaciones son:prácticas de escritura que traen a esos zapatos y a esos otros a la materialidad de un texto que es, en este sentido, siempre un texto fraguado relacionalmente, es decir, en comunidad. Y por comunidad aquí me refiero no sólo al entramado físico que constituyen el autor, el lector y el texto, sino también [...] a esa experiencia de pertenencia mutua; con el lenguaje y de trabajo colectivo con otros, que es constitutiva del texto [...] Estamos frente al surgimiento de autorías plurales que, lejos de proponer una fusión estable, una especie de bicéfalo monstruo al que le corresponde la unidad, mantiene y muestra la tensión que marca la relación entre lo literario y lo escritural propiamente dicho (20).
Por ello Rivera Garza habla de la desapropiación como una des-propiedad. Reconsiderar las posibilidades de la autoría, en su expansión, es reconsiderar profundamente las relaciones que tenemos hacia las materialidades y agencias no-humanas dadas desde la propiedad. Si nuestra capacidad de autorar está condicionada materialmente, entonces transformar nuestras relaciones desde la descentralización de lo humano también afectará a la autoría. La propia Rivera Garza habla de la pertenencia mutua porque en la desapropiación se puede tener sin poseer ya que tener implica establecer vínculos. Podríamos perfilar las autorías escriturales posthumanas a través de la propuesta que hace Lawrence Lian (283): una alternativa a la autoría individuada que apropia –como decir yo tengo estos libros publicados– podríamos afirmar que tener, y pertenecer, se tiene como cuando se dice yo tengo un amigo.
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