MEDIOS Y ELECCIONES EN AMÉRICA LATINA 2013 - 2015

La TV en Chile: Reducción de las relaciones sociales a una condición económica de audiencia


La TV en Chile es, claramente, el medio de comunicación de mayor impacto en Chile. De hecho, es el medio con mayor participación en el mercado y con la mayor facturación por publicidad (Mastrini y Becerra, 2006) (Figura 2). Por otra parte, se caracteriza por formar parte de una estructura de medios rígida y altamente concentrada en su propiedad y contenidos. Por lo mismo, es una televisión con una estructura altamente empresarizada. Por esta misma razón es extraño que no se haga referencia explícita a Chile en la reciente demanda de la Sociedad Interamericana de la Prensa, SIP, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH.

Agreguemos a lo anterior que si revisamos la situación de los últimos años, no observaremos políticas públicas relevantes en el área de las comunicaciones por parte del Estado. Más bien son políticas orientadas al relevamiento de datos para la comprensión de la industria en su conjunto. En este sentido, el fondo para investigación Pluralismo de CONICYT, aunque es una excelente iniciativa sólo ha sido útil para recoger evidencias sobre la consabida falta de pluralismo informativo, sin generar propuestas. La pretendida pero malograda ley de medios es una buena señal política, pero hasta ahora es sólo eso. Una señal.

Ahora bien, en este contexto, ¿qué rol juega nuestro mayor referente de la “TV pública”? Ninguno. TVN sólo sigue la lógica del mercado. Su modelo de TV es el comercial, por lo tanto centrado en la mercantilización de la audiencia para su transacción en el mercado de la publicidad. En lo tecnológico, sus avances se sustentan sólo en la competitividad, en agregar tecnología para un mejor servicio al cliente y no en la mejora de la relación social con su público; por lo tanto, en lo comunicacional sólo se observan políticas de segmentación de la audiencia, con programas cada vez más "espectaculares" y menos relevantes. En este sentido, el contenido político y las campañas forman parte del mismo espectáculo, en el cual se prioriza la polémica de los dichos por sobre las propuestas programáticas, la política de los grandes acuerdos para mantener el statu quo contra la política de las soluciones reales para el desarrollo de las personas. Si entendemos lo comunicacional como relaciones sociales y no puramente económicas, TVN está en un permanente riesgo de caer en la más absoluta irrelevancia, en medio de una constelación de canales eminentemente comerciales junto a la amplia parrilla programática de la TV por cable e internet. ¿Su mayor error? No construir socialmente públicos activos con los cuales interactuar, sino simplemente seguir el modelo de mercado orientado a la producción de audiencias para vender al mercado publicitario. En otras palabras, vende constantemente a su público en tanto audiencia…y éste actuará irremediablemente del mismo modo, castigando al canal con bajas audiencias, como ya lo hemos visto y seguiremos viendo.

A esta altura de la exposición, es necesario recordar que en Chile no existen "medios de comunicación públicos y estatales" -como tampoco existen universidades públicas y estatales. El actual escenario debemos entenderlo, entonces, desde un modelo posneoliberal, porque la ideología y acción capitalista se expresa en una ideología de la empresarización, esto es, presente en todos los ámbitos de las relaciones sociales y culturales, con la concurrencia del estado. Por lo tanto, la primera lucha del Estado en Chile es contra sí mismo, contra su propia empresarización. La "televisión pública y estatal" es un ejemplo más de la esquizofrenia del modelo. Lo público está en Chile empresarizado, lo que significa que sólo es posible si sobrevive a las reglas del mercado. En el caso de la TV esto significa que si se financia a través de la publicidad continúa.

Pero, ¿cuál es el desafío? En Chile no es posible pensar una transformación real de la actual estructura de los medios sin una ruptura entre el Estado y los medios que controlan el sector. La ley es un paso importante, pero insuficiente; porque el dilema siempre es desde dónde construimos y potenciamos la relación social, desde dónde logramos fortalecer la ciudadanía y la participación. La pugna estado y mercado es inevitable si se desea realizar transformaciones profundas. Desde el mercado no es posible, porque su tendencia a reducir todo a una mercancía sólo ha producido audiencias para el mercado de la publicidad, esto es, ha producido una mercancía donde tendríamos que fomentar relaciones sociales; por lo tanto es el estado quien debe asumir un rol activo que permita transitar hacia una comunicación social y pública, aunque el liderazgo también neoliberal de la SIP denuncie ante la CIDH. La ley se centra en lo procedimental, es decir, en establecer los mecanismos de concesión de señales, las formas de control de los contenidos de los programas transmitidos, etc.  Una cosa es pensar que la ley regulará el sector y otra muy diferente es pensar que la ley logrará cambios en las relaciones sociales y de poder. La ley puede ser empleada para diversificar, pero no necesariamente para resolver los problemas de concentración de la propiedad. Como sabemos que las sanciones en Chile no son posibles ("hecha la ley, hecha la trampa"), tendremos una ley que intentará regular y una industria poderosa que intentará actuar con impunidad. El problema es el mismo. En el Chile de los consensos, concertaciones y alianzas no es posible seguir eludiendo la confrontación del estado con los grandes medios. El primer tramo del itinerario para las transformaciones del sector sólo tiene un camino. Y no es precisamente el de una ley. El resto del trayecto tiene varios caminos. A veces pienso que en el sector de los medios de comunicación el modelo a aplicar ha de ser similar al de la reforma agraria, basado en la expropiación del control abusivo de la propiedad y su redistribución. No veo otras alternativas.

En este contexto, la incorporación de nuevos actores no es parte del modelo de innovación en ningún sentido relevante. Recordemos que no hay públicos, sino sólo audiencias. Las audiencias no son actores sociales, sino económicos. En este sentido, las audiencias tampoco son capaces de construir relatos sociales. Sólo tuitean y retuitean noticias. O colman los medios en línea de comentarios tan superficiales como inútiles. Primero necesitamos recomponer las relaciones sociales que están rotas. Luego pensar los actores sociales. O más bien que se piensen a sí mismos como tales y no como meros voceros escondidos en el anonimato impune de las interminables listas de comentarios.

 

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