Framed Gender Violence: Insights from Latin American Fiction and Film

La ciclicidad de la violencia

Con el creciente número de feminicidios en Latinoamérica, los medios de comunicación cada vez representan estos crímenes de forma abrumadora de modo que agobian al espectador, lo cual perpetúa una cadena de violencia que proyecta un sufrimiento colectivo de la mujer latinoamericana. Es decir, a partir del feminicidio, el periodismo mercantiliza la violencia de la mujer; capturando rastros de una hemorragia sangrienta, materializando su último esfuerzo de resistencia mediante los rasguños y las mordidas postradas en su cuerpo violentado. A esta cadena de violencia, cometida por periodistas, se le nombra información amarillista, donde la muerte de una víctima, en este caso un feminicidio, es sensacionalizado con el fin de manipular los hechos de modo que la muerte se vuelve cada vez más sadistica y dramática, con intentos de captar más atención a su público. Esta página replantea lo amarillista de los medios comunicativos a través de análisis fotográfico, donde se reconsidera los efectos holísticos y extensos de la violencia que afecta a generaciones. Concretamente, el análisis se enfoca en los familiares que perciben la violencia, específicamente en la juventud, cuyas historias toman igualmente importancia pero son históricamente omitidas por los medios de comunicación.

En un país impune, la violencia cada vez afecta más a sus poblaciones más vulnerables e impresionables como lo es la juventud. En la imagen “La realidad y otros asuntos,” capturada por Rodrigo Abd, figura un niño habitualmente pasando frente a un cadáver desplazado a la mitad de la calle. Aunque su impacto no es notorio, el niño parece aclimatado a este tipo de violencia psicológica, donde la sangre emanando del cadáver solo se ofrece como un recorrido rojizo oscuro que desfila su aula escolar. Su enfoque es un tanto plano pues luce grietas desgastadas, posadas junto a cuajos de sangre friolenta; evidencia irrefutable que atenúa las circunstancias de la muerte, sumándose a la lista de casos irresueltos por las autoridades del país. Justamente, el contraste de lo vivo con la juventud implica como la cadena de impunidad se alarga, afectando no solo a los familiares de la víctima sino que también atentando contra la psicosis del infante. Es decir, crea una crisis cíclica –recurrente– donde las grietas se vuelven símbolo de la impunidad que condena al pueblo latinoamericano.

Como caso extremo de la violencia colectiva, analizaremos la imagen al costado titulada “Infancia Violentada,” fotografía tomada por David Peinado en la reciente guerra de Ucrania. Con un fondo oscuro y abandonado, la fotografía captura un derrumbe de electrónicos y de muebles carcomidos por el fuego. Su trasfondo es la demostración pura de la destrucción, de lo desmoronado, del caos. El edificio muestra decadencia, estropeando las tonalidades grises superpuestas con tonalidades negras a consecuencia del fuego. En el centro de la imagen, se posa un oso de peluche rosado, que interfiere con las tonalidades más oscuras del contexto– un rasgo de espera maquillada por la infancia. El oso de felpa, manchado por la destrucción, se muestra resiliente, acentuando sus tonalidades más fervientes con las tonalidades friolentas: simbolizando así la corrupción de la violencia, la cual reposiciona las consecuencias a un lente de largo plazo, de modo que examina los efectos psicológicos de la juventud que asimismo evidenciaron tanta pérdida y destrucción a manos de las autoridades gubernamentales. Este caso extremo de la fotografía de la guerra en Ucrania, importantemente conceptualiza el estado emocional – de caos, de frustración – que percibe la población de Ciudad Juárez, específicamente la de los familiares desplazados por el feminicidio. La violencia en este caso se muestra de una manera más directa, más violenta, de modo que el violentado, en este caso el sujeto de la imagen – el oso de peluche – representa los efectos del crimen aún más visibles. El oso de peluche representa aquí la corrupción de la infancia donde su viscosidad penetra profundamente y visiblemente al sujeto, –simulando el estado emocional que enfrenta la juventud desplazada por el feminicidio en Juárez.

Como último ejemplo, la imagen “Niño con osito,” fotografiada por Peinado en el contexto de la imigracion por niños desplazados por la violencia, muestra una de las repercusiones del feminicidio. En el trasfondo de la imagen se posa una barrera oscura que notoriamente impide que la carretera y los automóviles transiten esta avenida. Esta frontera no sólo delinea su desplazamiento sino que también se le niega una infancia libre de violencia en un mundo donde la corrupción y la impunidad afecta a la población cíclicamente. El peluche sujetado por el niño asimismo simboliza su resistencia ante las autoridades puesto que todavía sujeta su infancia sin importar sus circunstancias que se le impiden. Rodeado por violencia, el niño persiste. Asimismo, esta instantánea demuestra una de las tantas historias de familiares que se enfrentan a la migración para tener la posibilidad de existir en un mundo libre de violencia, aunque sus memorias se lo impidan.

Para finalizar, en “Infancia Violentada” y “Niño con osito” fotografiadas por Peinado, se presenta la ciclicidad de la violencia de modo que tal no termina en el feminicidio sino que también afecta a los familiares de la víctima, específicamente la juventud. Estas dos imágenes mayormente desnaturalizan las noticias amarillentas, protagonizada por “La realidad y otros asuntos” por Abd, para así cuestionar como medios comunicativos perpetúan ciclos de violencia, cuyos avanzan entes impunes gubernamentales. Igualmente, esta conexión ilustra ataques liderados por el patriarcado, enfrentando al receptor a concebir la violencia holísticamente – es decir, analizando la violencia de modo que trascienda el marco sangriento, pensando más allá de las noticias amarillentas que figuran nuestras nociones del feminicidio.

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