Framed Gender Violence: Insights from Latin American Fiction and Film

Anhelos arrebatados

El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal de México ha clasificado a Ciudad Juárez como una de las ciudades más violentas del mundo. Por ende, y lamentablemente, también es una de las ciudades en la cual la impunidad y violencia de género contra las mujeres predomina. Es aterrador analizar el número de niñas, adolescentes, y mujeres desaparecidas en Juárez, e inexplicable la impotencia y el dolor sentido por los familiares al desconocer el paradero de las víctimas, sus seres queridos.

Aunque las desapariciones, en específico, de las jóvenes adolescentes, sea un tema extremadamente fuerte de tratar, se debe presentar a una audiencia y utilizar nuestra voz para hacer conciencia, y para no dejar que estos crímenes queden en el olvido o queden impunes. Nosotros somos los Guardianes de la memoria y tenemos la responsabilidad de luchar a la par de los familiares de las víctimas para mantener vivos los nombres de las desaparecidas.

Las víctimas del crimen organizado son comúnmente secuestradas, torturadas, violadas, y utilizadas para el tráfico sexual, o el tráfico de órganos. De tal manera, junto con la adolescente desaparecida, también se desaparece sus sueños e ilusiones que un día ella llegó a tener. Es decir, el victimario le arrebata a la adolescente la posibilidad de vivir y cumplir con las aspiraciones anheladas, privándola de una vida fuera de peligro.


Al lado izquierdo se observa una lista llena de las metas e ilusiones escritas por la joven Erika Carrillo antes de su desaparición el 11 de Diciembre del 2000. Al igual que a Erika, a Diana Rocío Ramírez Hernández y a Griselda Muroa López se les arrebató la posibilidad de continuar viviendo su adolescencia. Desafortunadamente, estas tres ciudadanas de Juárez son unas de las tantas adolescentes víctimas de las desapariciones forzadas a causa de la impunidad y del crimen organizado. Todos los familiares de las víctimas comparten la misma agonía, dolor, y desesperación ante el sistema corrupto y quebrantado de Juárez que facilita estas desapariciones.

Diana tenía tan solo dieciocho años cuando desapareció en el 2011. A principios del 2022, su madre, Rosa María Hernández, logró que se hiciera un retrato progresivo del rostro de Diana a sus 29 años con la finalidad de que alguien quizá la reconozca. Al igual que otras madres de hijas desaparecidas, Rosa no pierde la esperanza de que se volverá a reencontrar con su hija. En Ensayo de la identidad por Mayra Martell, la autora y fotógrafa incluye una captura de la habitación de Diana. En la pared, se observa un recuerdo de la celebración de los XV de la ahora desaparecida. Este recuerdo es importante de señalar porque fue uno de los últimos cumpleaños que Diana celebró junto con su familia. No obstante, su mamá y seres queridos continúan celebrando su cumpleaños año con año tras su desaparición.

Griselda tenía dieciséis años cuando salió al centro comercial de la ciudad para nunca volver a casa. El 14 de abril del 2021, un día después de su doceavo aniversario desaparecida, el Diario de Juárez publicó una nota periodística sobre su caso. A pesar de que ha pasado más de una década, su mamá, Consuelo López, continúa saliendo a las calles de Juárez pegando pesquisas y pidiendo ayuda de la comunidad para lograr localizar a su hija. Se han ofrecido recompensas de hasta $200,000 pesos a quien aporte información sobre su paradero. La incertidumbre entre no saber dónde se encuentra Griselda y la sospecha de que quizá fue víctima de una banda de trata de Juárez, aumenta la desesperación en la madre. Es impactante como Consuelo conserva la habitación de Griselda casi intacta a como su hija la dejó antes de su desaparición. Además, la fotografía, también tomada por Mayra Martell, acentúa la corta edad que Griselda tenía al desaparecer.

Recapitulando, las imágenes proyectadas no solo representan el dolor de los familiares ante las desapariciones de las jóvenes, sino que también representan todo lo que el victimario les arrebató cruelmente. Erika, Diana, y Griselda eran adolescentes cuando desaparecieron. Ya ha pasado más de una década, dos en el caso de Erika, y lamentablemente, ninguna de ellas ha podido regresar a casa y no se sabe si siguen vivas o muertas. A pesar de que ya ha pasado tanto tiempo desde que ellas fueron desaparecidas por criminales, a la vez, es como si el tiempo se hubiera congelado en las habitaciones de Diana y Griselda. En otras palabras, se conservan los peluches, la ropa, y los recuerdos de las víctimas, lo cual simboliza su adolescencia y su juventud que, al final, se les privó. Al reflexionar sobre los casos de estas tres víctimas y de las otras tantas desaparecidas de Ciudad Juárez, no se puede evitar pensar en su futuro que se les arrebató injustamente a causa de la corrupción. Exalto nuestra responsabilidad en demandar justicia para dar con el paradero de Erika, Diana, y Griselda.

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