Refugio y Retorno: Historias de una comunidad reasentada en El Salvador

La llegada y asentamiento

Aproximadamente 200 familias salieron de Mesa Grande a repoblar Guarjila. Al llegar, encontraron un lugar abandonado durante la guerra, el cual fue hogar de unas pocas familias, y solo se encontraron pocas casas de adobe las cuales estaban sin techos y paredes esto por los bombardeos en la región. Los recién llegados empezaron a construir “champitas” y casas de “bahareque” estas sin electricidad ni agua potable; a varias familias les tocaba dormir debajo del mismo techo. Eso fue el inicio de la reconstrucción de Guarjila.  A pesar de que continuaba las incursiones y amenazas por parte de la fuerza armada y estas en constante enfrentamiento con la guerrilla hasta el enero del 1992. Ante esta situación la población de Guarjila permaneció en su lugar.

Los nuevos habitantes de Guarjila comenzaron organizarse en comités y equipos de trabajo, logrando la construcción de un comedor comunal, también, desarrollaron sistemas de educación popular y salud popular alcanzando con ello un modelo de autogestión. Igualmente iniciaron un rango de cooperativas para actividades productivas, tales como hortalizas y cosechas comunales; formando y estableciendo talleres de carpintería, bordado, y zapatería.  Estas actividades fueron establecidas con base a los   sistemas comunales y colectivas que se habían desarrollado en Mesa Grande Honduras.

Inicialmente, los que fueron profesores en Mesa Grande, al llegar a Guarjila tenían que dar clases debajo de los árboles. Después, construyeron una escuela, y los profesores trabajaron en el desarrollo de un modelo de educación popular, de igual manera las que eran enfermeras en Mesa Grande, junto con doctores que trabajaban en solidaridad con las comunidades afectadas por el conflicto armado establecieron un sistema de salud comunitaria.

Después de la repoblación, la directiva comunal se integró a la CCR (Coordinadora de Comunidades y Repoblaciones), una Asociación que trabaja con comunidades repobladas en la región. Además, el apoyo internacional fue muy importante ya que permitió desarrollar áreas sociales en la comunidad. También, se obtuvieron recursos y materiales para los proyectos, gracias al apoyo de las iglesias luteranas y Católicas, tanto como otras organizaciones internacionales que actuaban en solidaridad con la población Guarjila y otras comunidades repobladas. 

Dos figuras internacionales que fueron y tenían una gran influencia e importancia en Guarjila era la Hemana Ana Maganaro, y el Padre Jon Cortina. Hermana Ana, estadounidense y de la iglesia Católica, vino a vivir con la gente de Guarjila. Reconoció la necesidad de ofrecer servicios médicos a combatientes de la guerrilla en la zona, tanto como a los habitantes de las comunidades. Fue clave en la construcción de la clínica comunitaria y la formación del movimiento de salud popular en Chalatenango. 


Padre Jon Cortina, de País Vasco, fue afiliado con la Universidad Centroamericana Simeón Cañas (UCA), y mantuvo una residencia en Guarjila. Un ingeniero que contribuyó a la organización y reconstrucción de Guarjila. Además de ser un guía espiritual para la comunidad, Padre Jon introdujo recursos y conocimientos para varios proyectos y ayudó en organizarlos. Entre ellos, la colonias de viviendas, un sistema de agua potable, el puente del río Sumpul, la clínica, entre otras iniciativas. 

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