Glosario de lo Común

Relatoria Mesa 1

En la sesión de la primera mesa, salió a flote la importancia de cada uno de los cuatro conceptos trabajados en este encuentro. La vida, la resistencia, la paz y el territorio son cuatro ejes que atraviesan las exigencias que se están haciendo desde cada movimiento y desde las necesidades que estos expresan según su condición económica, física, y  social. Se trata de necesidades  de colombianos y colombianas que buscan el reconocimiento y cumplimiento de derechos  que, por principio, debería estar garantizados para todos. Sin embargo, durante esta sesión, fue evidente que hay problemáticas en común  que van más allá de las particularidades y diferencias de carácter étnico, físico,  ideológico o sexual que podrían separar a los movimientos participantes. Dichas problemáticas están determinadas por un modelo neoliberal que abarca varios aspectos sociales y económicos que afectan el sector agropecuario, la fauna y flora del país, y  la economía de autoconsumo y de exportación (como la pesca y la floricultura).
 
Otra problemática que parece atravesar varias de las posturas expuestas es la cuestión de la institucionalidad y sus diversas maneras de segregar a los diferentes actores, ya sea por medio de políticas públicas o por medio de imposiciones autoritarias que impiden, de múltiples formas, el cumplimiento de derechos básicos, la subsistencia del día a día,  la posibilidad de un  trabajo y una vida DIGNA.  La dignidad, en este sentido, estuvo presente en las posturas  de todos los participantes que expresaron su percepción sobre la resistencia y  la paz, pero sobre todo sobre el territorio y la vida.  Es importante recalcar que estos conceptos no se pueden separar uno del otro. El campesinado no se puede entender sin las resistencias que ha desplegado a lo largo de la historia, por ejemplo,  contra el cambio climático, contra el modelo extractivista y contra el TLC. Estas problemáticas afectan directamente el territorio en el que viven, el que reclaman, el que los identifica como lo que son y  el que es la base fundamental para vivir en paz.  De ahí que la resistencia, el territorio, la vida y la paz estén muy interconectados.
 
Del mismo modo, para los pescadores de la Gamarra, las intervenciones que están haciendo las multinacionales en su “acuatorio” no sólo están afectando el ecosistema que rodea al río Magdalena sino también están instaurando   condiciones laborales que convierten a la edad y a las condiciones físicas en barreras institucionales que segregan.  Por lo tanto, se ve amenazada la pesca como sustento básico económico de la región. El conocimiento y las prácticas tradicionales de esta actividad se convierten de este modo en una manera de resistir a dichas condiciones. También se ve amenazada la vida por los problemas de salubridad que conlleva el carbón en el ambiente, como también se ve amenazada la libertad de trabajar como lo han venido haciendo por muchos años; en resumen: su paz se ve en riesgo.
 
Por otro lado, otra de las formas de entender la resistencia, la paz y la vida como ejes de una ideología y de una acción política se vio reflejada en las relaciones que tiene el ser humano con el resto de la naturaleza que lo rodea. La resistencia se relaciona, en este punto,  con    ciertas maneras  de romper las imposiciones que se han establecido en las relaciones con la naturaleza.   La manera en que se entiende el territorio va más allá  de la idea de un espacio geográfico limitado, pues   el territorio se relaciona también  con el cuerpo bajo la idea del bienestar consigo mismo y con los otros animales que tienen también derechos, entre ellos, de nuevo, el de una vida digna. La cuestión de la vida digna  también se puede ver  en  la exigencia de tener el derecho a  tomar decisiones propias  y en la exigencia de que estas decisiones no se vean afectadas por la condición física. Este sería el caso del llamado que hacen  las personas con discapacidad , cuya condición  ha sido invisibilizada en muchos aspectos, incluso en los mismos movimientos populares y políticos. La discapacidad  se convierte en otro elemento  en el  que se relacionan los conceptos trabajados en el encuentro, ya que ésta se entiende como una barrera que el entorno impone y que impide que todos los territorios  sean accesibles para los personas con discapacidad. Este sería el caso  del aspecto laboral, en el cual muchas veces no se cuenta con el tiempo y la estructura adecuada para que se vea la capacidad de trabajar y producir de la persona con discapacidad.  El cuerpo de aquel con discapacidad  se vuelve entonces una manera de resistir  la normalización institucional del cuerpo y se vuelve una expresión física en contra de las imposiciones que se le ejerce. 

 


Por último, un factor importante como muestra de la resistencia a varias de las problemáticas ya mencionadas (y a la estigmatización tanto de género como de condición socioeconómica) es la alternativa de soberanía alimentaria por la  que están optando las mujeres campesinas de la sabana de Bogotá. Se niegan, de ese modo,   a trabajar en las malas condiciones económicas y de salud que existen  en la agroindustria de la floricultura, en la cual  “se lleva en el cuerpo el efecto del desarrollo de la industria”.  Desde  el proyecto de soberanía alimentaria,   el territorio es entendido como un entramado de relaciones en donde confluyen corrientes culturales, simbólicas y económicas como base material del trabajo.
 
Después de la puesta en circulación de todas las exigencias y posturas frente a cada uno de los conceptos trabajados, quedó abierta la pregunta sobre la posibilidad (y la dificultad)  de que  todas las personas que están luchando por exigir sus derechos trabajen en conjunto para  romper con las estigmatizaciones y prejuicios que se tienen entre los movimientos populares. Esto para construir la oportunidad  de buscar  un mismo objetivo, esto es, la paz de la que tanto se habla hoy en día.
 

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