Molla
Esta foto muestra un concepto que es muy notable cuando hablamos del efecto de la violencia - la costumbre a la violencia. Esta escena es claramente vil y horrible, con el cuerpo tirado por la calle y una corriente de sangre. Podemos ver un niño pequeño, paseando por la calle al frente del cadáver y la sangre. Él está mirando el cuerpo, con sus ojos y la cabeza vuelta hacia la víctima. No obstante, su cuerpo y los pies siguen avanzando al frente, en la dirección en que está caminando. Podemos ver cómo a pesar de que este niño está enfrentando una escena traumatizante, continua a avanzar al frente. Ver la violencia de esta manera tiene el efecto de desensibilizar personas a ver escenas tan impactantes, especialmente para niños que todavía no han desarrollado la habilidad de procesar estos tipos de trauma.
Aquí hay otro ejemplo de cómo la violencia tiene un efecto para los niños. Ingrid Castro tiene la playera de su marido desaparecido, con su hijo a su lado. El niño cubre sus ojos y está gritando. Uno claramente puede ver la pena en la expresión del niño. Él no está mirando una escena violenta directamente y no está haciendo un viaje a través de la frontera, pero está siendo los efectos de tener un padre desaparecido, de ser una víctima de los efectos de violencia. Hay un contraste aquí con las otras fotos, donde podemos ver la costumbre de los niños a la violencia, sin expresiones obvias de dolor por sus caras. Aquí, la pena y tristeza del niño son claras. Es posible que él no sepa totalmente que ha pasado con su padre, pero es claro que la camisa que su madre tiene en sus manos, cubierta en sangre, está evocando emociones en él. Es claro que puede sentir el dolor de su mamá, si sabe o no por qué. Esta experiencia de tener un padre desaparecido o de perder un padre por la violencia va a afectar a estos niños en varias maneras por siempre.