CEC Journal: Issue 4

Memoria histórica y auto-organización en Argentina

Introducción
Entre abril y agosto de 2017 se realizaron en INCLUIR - Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano - de la Ciudad de Buenos Aires dos jornadas llamadas “Memoria Histórica Presente, en movimiento hacia la permanente auto-organización colectiva.” Allí un equipo interdisciplinario conformado por personas de diferente trayectoria y formación se propuso reflexionar sobre el pasado reciente, presente y futuro de la auto-organización [1].

Para este fin diseñamos un modelo de trabajo que incorporó el uso de imágenes como elemento central, a través de una práctica que extiende el campo de lo visual  por fuera del marco de la imagen hacia los gestos, los espacios, el contexto y la oralidad en su variedad de registros. Analizamos los montajes y collages realizados tanto como los registros fotográficos y de video que obtuvimos en ambas jornadas, entendiendo que las creaciones visuales y las acciones colectivas configuran una trama compleja de interacciones que se da justamente a través de las imágenes y que no podría deducirse del análisis de cada una de éstas por separado.

Buscaremos en este escrito ver de qué forma una metodología que se basa en un encuentro entre cuerpo, imagen y palabra permite avanzar por sobre otras donde se toma como intercambio solamente el razonamiento argumental.  Para ello presentaremos primero las experiencias de las dos jornadas y después indagaremos sobre los vínculos entre memoria y acción, para terminar con consideraciones sobre la metodología aplicada a estos temas.

Primera Jornada - Trabajo con imágenes aportadas por los participantes
La convocatoria solicitaba que cada participante trajera una imagen, texto, objeto o material audiovisual sobre las experiencias de la auto-organización del pasado reciente de la Argentina y Latinoamérica para trabajar con ellos en un montaje visual y narrativo de producción colectiva.

En la apertura de este primer encuentro uno de los participantes advirtió a los presentes que tuvieran en cuenta que las imágenes y las narraciones no dominaran las unas sobre las otras. Esta tensión entre imágenes y palabras no es nueva. Schwab (2008) propone que la investigación artística puede ser vista como si saliera de la nada si entendemos la ciencia como la forma “clásica” de desarrollar conocimientos. Fernández Polanco aboga por impulsar un “ejercicio de libertad” donde la escritura “no se realiza con (o frente a) estas obras sino que arranca con ellas, un espacio donde no se produce un antagonismo entre lo visual y lo lingüístico, sino su acuerdo para juntos generar pensamiento, un pensamiento con y a través de las imágenes, no sólo en tanto ‘pictures’” (2013:112). Ampliando estas aseveraciones, nos atrevemos a pensar que ningún discurso es posible sin lo visual, tomando aquí visual en su sentido más amplio, y que quizás el vínculo siempre inquieto entre imágenes y palabras es lo que nos resulta tan atractivo.

La jornada se organizó en tres momentos: el primero con formato taller donde se trabajó con las imágenes y luego dos momentos posteriores de exposición a cargo de miembros del equipo. La secuencia de fotogramas presentada más abajo está tomada de los registros de este primer momento, en el cual nos basamos para desarrollar el análisis que aquí se presenta. Da cuenta de un proceso donde se dieron pautas claras pero amplias sobre cómo trabajar con el material: los participantes debían colocar la foto u objeto que habían traído sobre una tela y agregarle una pequeña nota sobre su contexto. Ante el vacío del lienzo, una de nosotras colocó la primera imagen y de a poco se fue poblando la tela; las conexiones entre imágenes se vieron reforzadas con el uso de la palabra, tal como se ve en el clip a continuación.


Al momento de pasar a la segunda instancia que suponía presentaciones preparadas de antemano por miembros del equipo, sin embargo, la modalidad de presentación terminó por romperse ante el deseo de expresión de quienes no habían podido hablar todavía sobre las imágenes que habían traído. El esquema temporal se desarmó y debió ceder irrevocablemente ante la potencia de aquellas voces que querían ser escuchadas. Hubo finalmente menos tiempo para las dos presentaciones posteriores.

Esta disputa entre el tiempo planificado de antemano y el deseo de narrar manifiesta la necesidad de poner en primer plano el cuerpo y la emoción cuando se trabaja con metodologías que apuntan a la construcción de un pensamiento colectivo.  Estas acciones son las que marcaron los tiempos metodológicos: el flujo de la palabra permitió completar un circuito de conexiones entre imágenes, historias y personas que no se hubieran desplegado si se hubiera interrumpido el discurso para pasar a las otras actividades programadas como exposiciones.

Cada relato se fue nutriendo del anterior, dejando en evidencia cómo cada ejemplo de resistencia  (elegido por los participantes a través de las imágenes que traían para compartir) respondía a una lógica de organización comunitaria, auto-gestionada, contra-hegemónica. El material mismo permitió conexiones intuitivas entre imágenes/objetos y acciones/cuerpos/gestualidades/discursos.
 
...las fotografías pueden impactar a los sujetos llevándolos a una nueva percepción de su existencia social. Mientras consideran este nuevo marco desde donde mirar estas experiencias ya dadas por sentado, pueden deconstruir sus propias presunciones fenomenológicas […] También es posible usar imágenes como puentes entre mundos que son culturalmente diferentes (Harper, 2002:21) [2].

En un análisis posterior, se evidenciaron distintas secuencias en el material de video y fotográfico generado ese día:
  • La puesta en común del material que cada participante trajo, en un orden espacial sobre el plano de una mesa;
  • El orden de colocación de las fotos y objetos sobre la tela;
  • La toma de la palabra sobre estas fotos y objetos;
  • La secuencia cronológica de los eventos a los que cada imagen u objeto hace referencia;
  • El modo en que las narraciones generaron vínculos entre los diferentes materiales según las referencias afectivas, emocionales y de memoria que cada participante pudo realizar.
Esta metodología pone de relieve la multiplicidad de posibilidades que brindan las conexiones entre imagen, recuerdo, intercambio oral y composición colectiva. Asimismo permite hacer distintos análisis de las interacciones que ocurren en este tipo de trabajo. La lectura por separado de cada secuencia proporciona una visión parcial de los intercambios que puede resultar interesante de analizar en sí misma. Sin embargo, existe una entidad de las acciones que aporta una riqueza que no se puede extraer de un único análisis secuencial. Por ejemplo, el trabajo en paridad del equipo no puede inferirse de la observación de una de estas listas por separado pero se podría llegar a una aproximación de que efectivamente existió si se toman varias de estas secuencias a la vez.

Segunda Jornada - Collage y cuerpos en acción
En la segunda Jornada partimos de un archivo de cien imágenes: las aportadas en la sesión anterior; algunos recortes o acercamientos de estas imágenes; y capturas de pantalla de lo filmado, en donde puede verse a los propios participantes ensamblando el montaje del primer encuentro y narrándolo. Dispusimos esas imágenes azarosamente desordenadas, entremezcladas y superpuestas en una mesa.

La primera propuesta fue que los participantes observaran ese armado durante unos pocos minutos en silencio e intentaran registrar qué sensación les producía esa acumulación. A continuación, fueron invitados a escribir unas líneas sobre esa percepción.
 
(…) Las imágenes de otras imágenes de Cutral-Có. Fragmentos de caras, ojos, bocas, que me estremecen pensando en dónde andará Santiago Maldonado (¿Dónde andarán todos esos que aparecen en estas imágenes ahora?) Demasiado caos para destilar razón. Cien razones para descomponer el Caos.
Este relato trajo al presente las imágenes del pasado y se vio aquí cómo conflictos antiguos y actuales se vinculan íntimamente y sostienen, a partir de ese nexo, la formulación de preguntas esenciales a los objetivos de la jornada.  Por ejemplo, las imágenes del levantamiento de 1997 en Cutral Có, en la provincia de Neuquén, están fuertemente ligadas a la desaparición forzada de Santiago Maldonado, activista a favor de la causa del pueblo Mapuche, ocurrida tres semanas antes de la segunda jornada en la misma provincia [3].

En la cita anterior, al hablar de “demasiado caos” se enfatizó que el desorden, la acumulación masiva y la superposición de las imágenes dificultaron los intentos por analizarlas individualmente y racionalizar lo que se veía. Entonces ganó la sensación, un contenido emocional que atravesó las imágenes, creando el texto casi sin describirlas. Los participantes indicaron que la presentación de estas imágenes - tal cual quedaron armadas - inducía a la vista a recorrerlas velozmente. Era difícil para la mirada centrarse en el registro detallado de una u otra imagen. Era casi imposible recortarlas entre sí y aislarlas para su análisis. Sin embargo, según escribieron los presentes en éste y otros relatos, hubo imágenes que parecían emerger del conjunto, iluminarse, y no fueron las mismas para todos. Estas imágenes a su vez se conectaron unas a otras formando puentes entre espacios no yuxtapuestos, “torciendo” la continuidad temporal que parecía estar determinada por su ordenamiento espacial.

Al concluir este ejercicio, la reflexión se orientó hacia  pensar en voz alta por qué la mirada se situó en determinados territorios y los habitó, y qué calma o, por lo contrario, inquietud otorgaron esas imágenes especialmente como refugio al ritmo vertiginoso del bloque. Lo que iluminó una u otra imagen para cada participante se relaciona con el modo en que se estableció un vínculo con ella: es el encuentro con aquello que nos invita a la investigación.

Un segundo ejercicio propuso trasladar las imágenes a una nueva mesa siguiendo algunas reglas predeterminadas. Ejercicio silencioso. Podían pararse como máximo tres personas a la vez y elegir una o varias imágenes, cualquiera que desearan. Debían ubicarlas en la segunda mesa y ninguna podía quedar oculta o totalmente visible. Como en un ejercicio teatral, todos se sentaron en sillas a cierta distancia del material. Esta distancia dispuso a los presentes a auto-percibirse como una audiencia que era observadora pero que al mismo tiempo sería desafiada a quebrar el marco escénico y tomar la acción desde un fuerte ejercicio de voluntad, un encuentro con el deseo que podría llegar a imponerse sobre el espacio de otros - pura dinámica grupal.


La propuesta de este trabajo puso en evidencia roles, tensiones y espacios de poder cuyo análisis excede el cometido de este escrito. Desde la coordinación decidimos tomar nota de estas dinámicas pero no intervenir en las acciones que se presentaban, incluso cuando algunas de éstas rompían las reglas propuestas, porque consideramos esas rupturas como manifestaciones que podrían capitalizarse en una lectura posterior.

Al finalizar el segundo ejercicio, los presentes relataron que construir y componer un nuevo orden del material generó otro modo de relacionarse con las imágenes: hubo una intencionalidad, ya sea consciente o no, pensada analíticamente o no, pero con un orden más involucrado. Las personas pudieron narrar y significar la elección de unas u otras fotos del cúmulo de las cien imágenes y debieron gestionar activamente su vínculo con ellas y con la composición que se iba generando a cada momento.

Un tercer ejercicio propuso crear un relato secuencial con todas las imágenes: había que  colocarlas en el piso creando una línea de tiempo con principio y fin, de forma libre. La secuencia a construir podía ser una narrativa lineal, fragmentada, cronológica, dispersa, argumentada o ninguna de estas cosas. Nuevamente el equipo de trabajo puso en juego saberes y experiencias previas con lo visual multimedial, en algunos casos, o de orden más ligado a conocimientos históricos en otros y se fueron configurando roles y modos diversos de participación.



El relato que terminó ganando el consenso del equipo fue una recreación o construcción fantasiosa pero anclada en lo real, donde se podían encontrar niños de la calle, un guerrillero heroico, docentes en lucha e investigadores. Otros elementos, en especial los menos figurativos, se permitieron jugar otros papeles: una foto cortada en finas tiritas y entramada como un tejido se convirtió en el modo en que los medios de comunicación distorsionan los hechos; otra foto rota a mano en muchos pedazos, una crisis. Quedó, como resultado del aporte de muchas voces, un relato que habla de auto-organización, de ciclos repletos de crisis, replegamientos y despliegues sociales. Un cuento espiralado que retorna al comienzo en un nuevo plano de la historia de la auto-organización y de esa narración en particular.

El material disponible terminó siendo utilizado en su totalidad. Sin embargo, en un determinado momento uno de los participantes separó todas las fotos en las que aparecían los miembros del equipo durante la jornada anterior. Este hecho no fue percibido por el grupo hasta casi el final del ejercicio. Dijeron, entonces:
 
-Faltamos nosotros
(…)
-¿Cómo nos integramos en esta historia?

Tomamos este acto como una clave para analizar cómo el equipo de investigadores (así se auto-definen) se vinculó con la narración. Cabe preguntarse qué efecto produjo el sacar los propios cuerpos fotografiados del plano del trabajo y si hubo dificultades para integrarlos nuevamente.  Como investigadoras-participantes de estas jornadas, esta secuencia se nos “iluminó” e inferimos entonces que este vínculo investigador-objeto nos resulta atractivo para continuar nuestras indagaciones.  En este sentido, nuestras prácticas artísticas parecen facilitarnos los recorridos: integran múltiples planos del pensamiento y vinculan espacios, formas y cuerpos.

Re-memorar, conmemorar, atestiguar.  Resistir.
El propósito de las dos jornadas era reflexionar sobre las características de la auto-organización. Sin embargo, el trabajo propuesto a partir de los materiales permitió un ejercicio de la memoria colectiva que devino también, en un cierto modo, en conmemoración y atestiguamiento.
 
Creo que la foto-elicitación excava pozos más profundos en la conciencia humana que las entrevistas meramente orales.  Esto es en parte a causa de cómo el recordar está magnificado por las fotografías y en parte por la calidad particular de la fotografía en sí misma.  Las fotografías parecen capturar lo imposible: una persona que ya no está; un evento pasado.  Ese sentido extraordinario de parecer recuperar algo que ha desaparecido pertenece solo a la fotografía y lleva a discusiones profundas e interesantes. (Harper, 2002:22-23) [4].

En su crítica de “The Missing Pieces”, una obra de Henri Lefebvre que enumera poemas, edificios, sinfonías, obras de arte que ya no existen en el mundo (quedando sólo el registro de que alguna vez existieron), Alena Alexandrova (2014) la describe como una lista anárquica sin contexto territorial o temporal pero que como cualquier lista, pone en evidencia lo que no está en ella, las “ausencias saturadas”. Nuestro trabajo durante la primera jornada se yergue como una posible lista, con recorridos repletos de ausencias y que trazan posibles narrativas coherentes donde ubicar las piezas rescatadas, pero evidenciando las que aún quedan por encontrar. El espacio vacío entre imágenes se convierte en una metáfora de otras historias invisibles. En la segunda jornada, esos espacios se saturan de imágenes que hacen eco de la primera, pero a las que se suman otras que nos representan – fotogramas del registro de esa primera vez – y que multiplican las posibilidades de conexión entre las mismas.  Vemos y nos vemos en esas imágenes; nos pensamos y re-pensamos nuestra historia y el presente.

La construcción de la memoria colectiva no deambula por un camino fácil. Como argumenta Walker (2017) en su trabajo sobre los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, el recuerdo personal se sostiene sobre una memoria colectiva ya establecida de lo ocurrido y en contraposición a un gran despliegue en la literatura, las artes y la teoría producidas en respuesta a eso mismo que sucedió. Si bien no es posible crear una memoria total sin caer en un presente eterno donde el horizonte de la cultura fuera solo revivir el pasado (Alexandrova, 2014) el ejercicio de la memoria debe constituirse en una acción colectiva, consciente y reiterada para evitar que la historia la haga desaparecer.

Para Young (1999), el proceso de conmemoración deber permanecer incompleto para garantizar la vida de la memoria: la conmemoración se convierte en un proceso y no una respuesta, un lugar que permite que haya tiempo para la reflexión conmemorativa, contemplativa y el aprendizaje. Al mismo tiempo, estos procesos dialogan directamente con la posibilidad de construir/reconstruir memoria y, en casos de eventos traumáticos, resignificar la memoria histórica plasmada en discursos oficiales o populares. Es necesario, sin embargo, un proceso de concientización, de acción consciente, donde lo nuevo, lo aprendido, se convierta en aprehendido y sea ampliamente socializado para poder ejercer el cambio. Estos actos donde una persona deviene en testigo, o atestigua, desafían los regímenes de representación y crean imaginarios espaciales múltiples (Cambre, 2014) donde lo establecido, lo dado, no es la única posibilidad. Esta “corporización” de la mirada, el darse cuenta de algo y actuar sobre ello transforma al espectador (onlooker) en testigo (witness). El testigo se convierte en prueba misma de la evidencia: lo que está afuera se convierte en parte del ser – uno se vuelve testigo al llevar la carga del testimonio (bearing witness) (Cambre, 2015).

La metodología utilizada para las jornadas propició la apertura de espacios físicos y temporales para la contemplación de lo expuesto, lo escrito y lo narrado. La memoria tuvo lugar en el encuentro entre el participante, la tela y la mente/corazón/conciencia del observador. En las jornadas, no sólo se dio un espacio para la conmemoración y re-memoración, sino que los participantes se transformaron en testigos y corporizaron su mirada para dar nuevos significados a las imágenes con las que trabajaron.

El espacio de creación se volvió entonces un espacio de resistencia, de construcción de narrativas alternativas, donde las imágenes jugaron un papel disparador de nuevas posibilidades, nuevos discursos, nuevas enunciaciones y relaciones entre las partes. Estos procesos artísticos son de por sí contra-hegemónicos y subversivos, porque cuestionan las nociones de un único discurso, mirada, narración histórica o memoria.

Algunas consideraciones metodológicas
Se proponen tres consideraciones a tener en cuenta al utilizar esta metodología: una sobre el contexto de la investigación, una segunda sobre el trabajo en paridad y una tercera sobre la toma de registros para su análisis.

Al encarar un trabajo de esta naturaleza, el equipo que se disponga a hacerlo, sea docente o de investigación, debe tener en cuenta el contexto histórico local, el tipo de representaciones sobre esas historias que se reproducen regularmente en los medios de comunicación y las instituciones, así como la existencia de narraciones alternativas.

El desafío radica en poder desentramar esas narraciones a través del juego de conectar y yuxtaponer las imágenes en un proceso de creación colectiva. Dado que ninguna imagen es mejor que otra, todas tienen la posibilidad de disparar algún tipo de interacción con los participantes. Esto permite un juego “rasante” que ubica a las imágenes y al equipo en una situación de paridad: todos los participantes están en igualdad de condiciones para presentar su opinión, ponerla a debate y proponer posibles respuestas a las preguntas formuladas para esa jornada.

Para evidenciar si esto ocurre en la práctica, es necesario que se tomen varios registros audiovisuales que permitan una investigación de y por los participantes. En nuestra segunda jornada una tercera persona – es decir alguien que no coordinaba ni participaba – tuvo a cargo el registro audiovisual con dos cámaras en mano y se usó además una cámara cenital que filmó el armado del collage colectivo. Estos elementos fueron imprescindibles a la hora de analizar las gestualidades, narrativas y discusiones que se fueron dando durante la jornada.

Reflexiones finales
Al comienzo de este trabajo nos propusimos responder de qué forma esta metodología basada en un encuentro entre cuerpo, imagen y palabra permitía avanzar por sobre otras metodologías donde primaba el razonamiento argumental. Si bien en la Argentina existen experiencias recientes de trabajo con imágenes [5], la metodología utilizada en estas jornadas podría representar una novedad en dos sentidos: por un lado, trabajar con un conjunto de múltiples imágenes y entrevistados simultáneamente y, por el otro, aportar un plus de información que surge del proceso de construcción colectiva, que consideramos interesante analizar. La secuencia de las distintas voces y discursos, su relación y mutua afectación, terminan construyendo un relato colectivo que es más que la suma de las partes. Asimismo, incentivar a los entrevistados a “jugar “con las imágenes y vincularlas espacialmente permite habilitar canales de asociación más activos y profundos, tanto como comprometer al grupo con el material percibido como una totalidad.

En este proceso múltiple quienes investigan también crean, observan, se observan e interactúan entre sí y con los materiales. Esto los convierte en testigos-actores de su propia producción, habilitando a que lo heurístico emerja desde el material mismo porque se genera (junto con la obra) un espacio de análisis vivo e involucrado.

Las acciones que conforman este proceso de creación-investigación pueden analizarse, además, desde la óptica de lo performático, en tanto quienes están presentes tienen la posibilidad de tomar un registro consciente de esas propias acciones en un espacio que puede ser percibido como una puesta en escena. La metodología que utilizamos habilita al cuerpo, la acción, el espacio y la oralidad a desentramar significados que podrían verse agotados o derivar en callejones sin salida si fueran solamente argumentales. Es a partir del juego en acción con las imágenes que otros discursos pueden tomar espacio y promover nuevas maneras de investigar.

En este sentido, definimos la investigación como un proceso de aprendizaje con la intención concreta de marcar que el intercambio, o más precisamente la acción colectiva, no sólo predispone sino que fuerza a los equipos de trabajo interdisciplinarios a poner en juego las matrices más básicas de sus esquemas de abordaje. Aprender es, en este sentido, renunciar al poder que un conocimiento específico de cada campo podría otorgar. La pertenencia a un micro mundo que ejerce un mandato sobre el uso de la palabra se desarma ante la perspectiva de un horizonte más saludable: profundizar en nuestras disciplinas es abrirlas a un campo de relaciones a partir del cual re-definirlas. (Cosachov & Scolnik, 2008).

Romper las fronteras disciplinarias es para nosotras, como equipo de trabajo, un desafío a la mirada. En este sentido la tela, los papeles pegados, el espacio de la sala, el tiempo de cada acción, los intervalos en la palabra y los movimientos gestuales, proporcionan un mapa complejo en el que las formas-tiempo y las formas-espacio se abren y conectan multi-direccionalmente. No hay orden ni borde que tenga la suficiente permanencia para enmarcar el discurso, no hay perspectiva central ni predominante ante una multiplicidad de miradas que se encuentran, equiparadas en valor y sustentadas en la escucha.

De la misma manera, los cuerpos, en tanto marcos o bordes, se transforman como los discursos en testigos de otros cuerpos y palabras que los precedieron y les permiten pensar y actuar sobre esas pulsiones que dieron lugar a hechos de resistencia en un pasado no muy lejano.

Son esos cuerpos juntos, formando un organismo colectivo en movimiento, los que tomaron el desafío de pensar la auto-organización a través de la historia reciente y a pensarse como cuerpo-resistente al accionar del Estado en casos de vulneración o violación de derechos y a políticas de opresión.  En ambas jornadas, el trabajo de un grupo que se conformó en paridad iluminó la recuperación de la memoria como proceso colectivo, activo, creativo y en constante construcción.

En este sentido es que reconocemos en el Arte y en sus procesos una herramienta de naturaleza subversiva, ya que está en su raíz agenciar y desafiar los órdenes tanto como poner en evidencia aquello que no está permitido o que está afuera de la norma.
 
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Referencias
  • Alexandrova, Alena, 2016. Book Review on “The Missing Pieces” by Henri Lefebvre. Open! Platform for Art, Culture & the Public Domain. Disponible: http://alenaalexandrova.com/works/the-missing-pieces [15 sept. 2017].
  • Cambre, María Carolina. 2014. Becoming Anonymous: A Politics of Masking. Educational, Psychological, and Behavioral Considerations in Niche Online Communities. Capítulo 18, V. Venkatesh, J. Wallin, J.C. Castro & J.E. Lewis, Eds., IGI Global. :297-321.
  • Cambre, María Carolina. 2015. The Visual Media Workshop @ KPU presents Dr. Maria-Carolina Cambre on the Body of Anonymous. Clase en línea para estudiantes de KPU. Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=hUnbCnr0nN0 [15 Sept 2017].
  • Cosachov, Mónica & Scolnik, Alma, 2008. El Arte de Aprender. Buenos Aires: publicación propia.
  • Fernández Polanco, Aurora, 2013. Escribir desde el montaje: Otra forma de exponer. Investigación Artística y Universidad: Materiales para un debate. S. Blasco, Ed.. Madrid: Ediciones Asimétricas. 105-115.
  • Fischman, Gustavo, 2006. Aprendiendo a sonreír, aprendiendo a ser normal: Reflexiones acerca del uso de fotos escolares como analizadores en la investigación educativa. Educar la Mirada: Políticas y pedagogías de la imagen. I. Dussel y D. Gutiérrez, Eds. Buenos Aires: Manantial. 235-253.
  • Harper, Douglas, 2002. Talking about pictures: a case for photo elicitation. Visual Studies. 17(1):13-26. Disponible: https://www.nyu.edu/classes/bkg/methods/harper.pdf [15 Sept 2017].
  • Meo, Analía & Dabenigno, Valeria, 2011. Imágenes que revelan sentidos: ventajas y desventajas de la entrevista de foto-elucidación en un estudio sobre jóvenes y escuela media de la Ciudad de Buenos Aires”. Empiria. 22:13-42. Disponible: http://revistas.uned.es/inde.php/empiria/article/view/83 [26 oct 2017].
  • Schwab, Michael, 2008. The Power of Deconstruction in Artistic Research. Working Papers in Art and Design, 5. Disponible: https://www.herts.ac.uk/__data/assets/ pdf_file/0017/12428/WPIAAD_vol5_schwab.pdf  [15 Sept 2017].
  • Walker, Anna, 2017. In and out of memory: exploring the tension when remembering a traumatic event. Journal of Artistic Research. Disponible: http://www.jar-online.net/in-and-out-of-memory-exploring-the-tension-when-remembering-a-traumatic-event/ [15 Sept 2017].
  • Young, James E., 1999. Memory and Counter-Memory. Harvard Design Magazine, 9 (Fall). Disponible: http://www.harvarddesignmagazine.org/issues/9/ memory-and-counter-memory [15 Sept 2017].

[1] Esto incluye a investigadores que trabajan en ámbitos formales sobre temas como auto-organización, personas en situación de calle, educación y escuelas rurales. Otros con experiencia como artistas y docentes, o en capacitación a colectivos y organizaciones cooperativas. También una persona que vivió en situación de calle y otra que trabaja con familias en similares condiciones.
[2] Traducción de las autoras.
[3] El cuerpo de Santiago Maldonado fue hallado en el Río Chubut, en Patagonia, más de dos meses después de su desaparición forzada.  Al momento de redacción de este escrito, se continuaba investigando las causas y circunstancias de su muerte.
[4] Traducción de las autoras
[5] Por ejemplo, el trabajo de elicitación llevado a cabo por Gustavo Fischman o el que está realizando el Instituto Gino Germani perteneciente a la Universidad de Buenos Aires (ver por ejemplo Meo & Dabenigno, 2011)

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