Glosario de lo Común

Formas de acción política y movimientos populares en la Colombia contemporánea. Anotaciones para pensar un glosario de lo común

En la línea de investigación “Formas de acción política desde la sociedad civil” del Centro Colombia Contemporánea de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes nos ha interesado aproximarnos a las formas de acción que se están produciendo en movimientos sociales, comunidades en resistencia, colectivos populares en Colombia. En efecto, pensamos que estas prácticas permiten entender de otra manera o aportar otros elementos para comprender el conflicto en el país, que a veces se omiten, reducen o resultan siendo invisibilizados por prácticas gubernamentales, así como por abordajes académicos influyentes en nuestro medio, que limitan la reflexión sobre lo político al análisis y reflexión sobre las políticas públicas, los diseños gubernamentales y los procesos electorales en los marcos institucionales establecidos; escenarios a partir de los cuales consideramos que no es posible comprender ni apreciar a cabalidad la especificidad de las formas de acción y organización política de estos movimientos, ni los alcances de sus apuestas transformadoras. Particularmente, nos ha interesado detenernos en tres frentes de análisis interrelacionados, que pueden ser muy relevantes para la reflexión sobre el conflicto en nuestras complejas circunstancias histórico-culturales: uno que tiene que ver con apreciar el alcance crítico-histórico de las formas de comprensión de la realidad social que se articulan en las prácticas de estos movimientos; otro que tiene que ver con atender a la dimensión pragmática de sus modos de intervención en esta realidad para reconfigurarla; y finalmente, un tercer frente se refiere al reto que estos movimientos le plantean a una discusión sobre las prácticas de saber de los estudios sociales e incluso a una reflexión sobre la ontología de lo político, como lo argumentaremos ahora.

En primer lugar, consideramos importante destacar cómo los movimientos populares están interpretando a su manera los problemas que han alimentado el conflicto violento en Colombia, como las formas de violencia armada, estructural y simbólica, y con esto, las prácticas y mecanismos que reproducen la pobreza, la desigualdad, las formas de exclusión y marginalización socio-culturales (problemas todos que han afectado, en el día a día, a las comunidades locales de las cuales emergen); y cómo estas interpretaciones movilizan perspectivas y formas de comprensión de la realidad social de nuestro país que exceden aquellas que resultan hegemónicas en los discursos gubernamentales, en los medios masivos de comunicación financiados por los grandes capitales, o en influyentes circuitos académicos especializados que, como ya se señaló, tienden a privilegiar una mirada institucionalista al conflicto en Colombia.

En segundo lugar, y de la mano de lo anterior, está en juego la reflexión acerca de cómo con estos movimientos sociales se están produciendo tipos de intervención en la realidad social y modos de auto-organización que proponen otras formas de tratamiento y confrontación de aquellos problemas que, en estos escenarios, se han interpretado como los más urgentes y preocupantes para sus comunidades y para el país. Y cómo estas prácticas de auto-organización ponen de manifiesto otras formas de darse y de configurarse la política que exceden, y se confrontan con, los mecanismos de representación política estatales y los canales institucionales gubernamentales, pero que también los reutilizan de maneras complejas, desde una sopesada distancia crítica. Todo ello se lleva a cabo, como lo destacaremos en lo que sigue, en procesos de creación de escenarios de enunciación y de manifestación de sus demandas, propuestas y modos de ser y de pensar; en una producción discursiva profusa, difundida por medios de comunicación alternativos; en el cultivo y la defensa de experiencias de las corporalidades, del trabajo, de la relación con el territorio y con la historia, en los cuales se intersectan constantemente los mundos simbólicos, morales y afectivos más locales con los más transnacionales y globalizados; y en acciones colectivas que se configuran sobre todo en la vida cotidiana de las comunidades étnica, social y culturalmente minoritarias.

En tercer lugar, y muy de la mano con los dos frentes anteriores, nos interesa reconocer la manera en que estas prácticas de los movimientos sociales pueden producir formas otras de saber y de visibilidad, otros dispositivos discursivos y prácticas corporales, que pueden traer consigo otras formas de análisis, comprensión, y problematización del presente histórico en sus complejas circunstancias; pero también, otras cartografías de lo que es pensable, posible y razonable, que consideramos pueden aportar a la reflexión política y socio-cultural sobre el país, o que al menos exigen de la academia, por lo menos en las prácticas de saber de los estudios sociales, una actitud abierta a dejarse interpelar por estas posibilidades, de modo que pueda dialogar con ellas, sin adoptar la postura vertical de quien las toma simplemente como su “objeto” de estudio; aunque sin pretender tampoco una mirada neutra a una realidad ya completamente constituida en una presunta positividad empírica, que reclamaría solo ser observada y descrita sin la mediación de “teorías” o “conceptualizaciones” que la distorsionen.

Ahora bien, estas consideraciones pueden ya empezar a sugerir la manera en que nuestra perspectiva de análisis de los movimientos sociales se posiciona frente a la abundante literatura sobre el tema en los estudios sociales. Sin pretender llevar a cabo aquí un estado del arte sobre el asunto con el objeto de mostrar la singularidad de nuestra aproximación, lo que daría ya para un extenso artículo académico, podemos localizarnos en las siguientes coordenadas interpretativas. Por una parte, nos interesa tomar distancia frente a una serie de teorías sobre los movimientos sociales que han apuntado a comprender las acciones colectivas intentando fundamentarlas desde la noción del actor racional o desde la estructura de las oportunidades políticas (McAdam, John, y Mayer 1996). En efecto, como ya lo anticipamos arriba, problematizamos aquellas metodologías que tratan a los movimientos sociales como simples objetos de estudio y nos apartamos de la pretensión de poder explicar la acción social siguiendo unos marcos racionales interpretativos que los investigadores le atribuyen a precisamente a sus actores. A contrapelo de esta tendencia, nos interesa acercarnos a literaturas y aproximaciones a los movimientos sociales que partan de y acojan la particularidad de sus experiencias históricas en el contexto latinoamericano, como las de la “Educación popular” o la de la “Investigaci­ón-acción-participativa” (entre otros, Fals Borda, Freire, Múnera); y nos interesa asimismo retomar perspectivas que han dialogado con los postulados post-estructuralistas[1], y que han propuesto comprender los movimientos sociales como productores de sentido y de saber; es decir, como prácticas creadoras que proponen nuevas topografías de lo posible y otros marcos de inteligibilidad o, incluso, en el sentido en que lo señalábamos arriba, otras ontologías políticas. En esta dirección, nos interesa posicionaros dentro de recientes tradiciones que han concebido los movimientos sociales desde los encuadres de la diferencia, la singularidad, la desidentificación, los procesos de subjetivación política y el debate sobre las ‘ontologías políticas’ (Escobar y Osterweil 2009), (Escobar, Alvarez, y Dagnino 2001), (Blaser 2008), (Tassin 2012); perspectivas que complejizan de manera radical la pregunta por la efectividad política y los repertorios de antagonismo, contestación o resistencia que pueden resultar de tales movimientos, reconociendo cómo en ellos puede darse “la [misma] gestación de las entidades que conforman un determinado mundo u ontología” (Blaser 2008: 82). De esta manera, situándonos dentro de estas tradiciones críticas sobre los movimientos sociales, como se verá a lo largo del artículo, nos interesa aproximarnos a estas prácticas en su devenir, para poner a prueba un pensamiento político, esto es un pensamiento que reconoce su intervención en las coordenadas dadas de sentido; un pensamiento que se asume expuesto al conflicto, y un pensamiento más interesado en la crítica a las desigualdades y en el potenciamiento de las formas posibles de emancipación, la diferencia y la singularidad, desde el reconocimiento de que en ellas ‘lo común’ puede emerger como potencia transformativa.

Por eso, atendiendo a este interés por la singularidad de las prácticas y por la manera en que ellas pueden reconfigurar el tejido de comprensión conceptual, nos ha interesado aproximarnos a estas experiencias desde una reflexión renovada sobre las móviles fronteras entre etnografía y teoría. En particular, como ya lo sugeríamos, nos ha interesado, reconociendo los aportes de una etnografía multi-situada (Marcus 1995), ir más allá de la ansiedad empiricista en ciencias sociales (Feldman 2011), de esa sensación de que lo que se requiere para dar cuenta de los casos, se nos escapa de estos mismos (de la que tal vez algunos de nosotros hayamos sido arte y parte). Pero desde un “ir más allá” que, como ya lo advertíamos arriba, también supone cuestionar que “la verdadera teorización” emerja de los espacios académicos, para superar la distinción dicotómica entre producción teórica y aproximación puramente empírica, y entre saber académico y saber popular; y que más bien supone, como punto de partida, tomar impulso e inspiración, de la circulación de discursos, artefactos, afectos y prácticas que tienen lugar en los mismos movimientos sociales, desde el reconocimiento de su capacidad para construir realidades, nuevos, objetos, problemas y sujetos, que no se encuentran meramente dados en unas demandas pre-establecidas. Precisamente, acoger esto es atender a los procesos de subjetivación que, son de hecho, el centro de nuestras preocupaciones políticas e intelectuales.

Tal vez pueda señalársenos que muchas de las preocupaciones que hemos considerado aquí sobre la producción de conocimiento académico en el contexto de las movilizaciones sociales han sido integradas en la emergencia y proliferación de metodologías colaborativas. Sin embargo, consideramos, tal como lo ha expresado Kelty (2009), que la mera expresión de intención sobre colaborar no basta. Lo que se requiere, así lo asumimos en este trabajo común, son técnicas de composición conjuntas donde todos los que participan en el proceso investigativo puedan colaborar directamente en el proceso de análisis y comentario (el ejemplo paradigmático es el blog como medio y fin etnográfico). Es por esto que decidimos cruzar nuestras propias experiencias etnográficas en la idea de construir, con miembros de organizaciones y movimientos populares, un glosario para pensar lo común. Y fue con esta idea en mente que decidimos organizar, como un primer paso metodológico, un encuentro de dos días con miembros de movimientos muy diversos, articulado alrededor de mesas temáticas sobre cuatro conceptos clave en la movilización social contemporánea en Colombia: resistencia, territorio, vida y paz, que titulamos Formas de acción política y movimientos populares: un glosario para pensar lo común[2]. Un segundo paso metodológico, que inspiró al evento, fue recoger en relatorías los pronunciamientos de los representantes de los movimientos para luego debatirlos en una sesión de discusión general. El tercer paso metodológico, que se encuentra aún en desarrollo, consiste en la construcción de una plataforma virtual en la cual los contenidos del encuentro serán analizados por todos los participantes con el objetivo final de consolidar una herramienta analítica y pedagógica, que presente la totalidad de las reflexiones desplegadas en el cruce entre activismo y academia, que quisimos propiciar.

Este texto que aportamos entonces al libro sobre Colombia contemporánea, desde la línea “formas de acción política desde la sociedad civil”, recoge algunas conclusiones sobre las cuestiones ejes mencionadas (Resistencia, vida, territorio, paz), a las que llegamos en nuestro trabajo común realizado previamente en un diálogo de ida y vuelta con algunos movimientos populares, que también se ha nutrido por supuesto, produciendo desplazamientos y reconfiguraciones, del evento que hemos mencionado.
 
[1] Para una revisión de estas corrientes, ver Aparicio y Blaser (2008).
[2] Sea esta la ocasión para reconocer el apoyo que el centro Colombia Contemporánea nos brindó para la realización de este evento que tuvo lugar en la Universidad de los Andes en mayo de 2015 con líderes de movimientos tan diversos como: el CNA (Coordinador Nacional agrario), el PCN (Proceso de comunidades negras),  el comité de mujeres de la ACIN (asociación Capesina Inza-Tierradentro), la Asociación de Pescadores de Magdalena, el colectivo “Gordas sin chaquetas”, el tejido juvenil TEJUNTAS, el movimiento ambientalitas CEA-LA, el colectivo sobre la cuestión de la discapacidad Rayuela, la asociación sobre prácticas agrícolas alternativas en la sabana “Herrera”, El consejo La Toma sobre prácticas de minería artesanales en el Cauca, la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, y el colectivo Red para todos sobre los usos democratizadores de la web.

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