Occupy Wall Street: La Revolución tendrá imaginación y comida rica porque todos seremos ricos.
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Por Laura Gottesdiener y Diego Ibañez
La Cocina
The kitchen was in complete commotion. Everyone was running back and forth, kissing and chopping, dicing and dropping and generally making a mess. A girl with fiery red dreadlocks sliced cucumbers, tomatoes, and carrots on the rickety plastic table. A trio of older women with wispy grey buns sweated and slopped food onto paper plates. A dozen more of us slathered peanut butter on dumpstered bread that was still good, still fresh, we promised. The radio blared. Camera crews fumbled with microphones. A burly man tattooed with horns and spiralsall over his face washed the dishes with such terrifying efficiency, some thought he was CIA. In two months, I saw him sleep only once: One night after we had all worked for three days straight, he passed out in the booth at the Irish bar, a half-full beer cradled in his crotch, his black fleece leotard unzipped to his bellybutton.
En esos momentos…
En esas noches cuando todavía se escuchaban los tambores de guerra que perseguíamos hacia una victoria verdadera, nuestros corazones se endurecían con un sueño físico que nunca llegaba y un sol metafórico que nunca bajaba.
Hasta ese momento casi todos en las calles tuvieron esos momentos – el primero, el que te hizo salir de tu vida rápida, importante y cómoda hacia las calles. Y el segundo, un momento que afectó la vida de muchos más de lo que se quiere reconocer: fue el momento que hizo que las personas se quedaran en las calles.
“Quédate tranquilo,” me dije en mi mente durante mi segundo momento.
“Quédate tranquilo,” mientras que los policías chocaban sus motos contra los cuerpos de mis compañeros hacia la pared. Sin pensarlo, lancé una manzana que traía en el bolsillo de mi chaqueta hacia los policías. En Nuevo York, una de las ciudades más militarizadas del mundo, hasta eso era considerado radical.
Esa noche, casi todos los companerxs de la cocina del pueblo, fuimos arrestados.
¿Qué hacer?
The Egyptians had rigged up the projector, someone told me, just like they’d done in Tahrir. Or maybe it was the Spaniards. There were so many indignados, in the early days, with their crisp warning: Don’t occupy for more than two weeks.
Of course, we didn’t listen. How could we? The strange half-light of New York City evenings was thick with smoke and impossible possibilities. From the east side I could hear the call and response of the General Assembly as the circle tried to decide what to do about foreclosures and racism and all that fucking garbage piling up. And the drummers—what the hell were we going to do about the drummers?
I could barely hear the discussion, but I didn’t care. There were sandwiches to make and so, so many people to love.
¿A eso lo llamas una acción directa?
Y es en ese momento, en el principio del movimiento, que aumentó el número de personas que llevaban algo muy cercano a una rabia solidaria. Desde el principio estuvimos listos para gritar, marchar y hasta destrozar. Muchos dicen que por un momento hasta nuestra imaginación estuvo despierta. Y en Estados Unidos, no hay un arma más peligrosa que una imaginación activa. Tal como lo dice Zizek y muchos lo saben, los Estadounidenses pueden imaginar un mundo con infinitas situaciones: ataques de zombis, rescate por súper-héroes, un fin de mundo. Pero lastimosamente aún no podemos imaginar un mundo sin el capitalismo que nos está acabando – y ahora en una forma que, irónicamente, no lo podemos creer.
Entonces la situación en Occupy que teníamos fue una de imaginación donde varias visiones estuvieron compartiendo una conversación – la mayoría del tiempo en la cárcel.
“¿Entonces de verdad se dejan arrestar?” nos decían nuestros compas de Egipto y México muchas veces antes de reírse.
“Pues sí y no- Es que, lo llamamos desobediencia civil,” tratábamos de explicar, sabiendo que no había manera de hacerlo sin retroceder a la historia que frecuentemente terminó en la cárcel.
“¿Y eso es una acción directa?”
¿Qué hacer? Parte 2
Before the city’s attempted eviction in October, we stayed up all night trying to agree on civil disobedience tactics. Should we all sit in the middle of the park, elbows locked with elbows? Should we form standing, roving columns? And what about hard lockdowns: fastening your neck to the park’s metal railings with a bike U-lock, your waist to a tree with a metal chain? Was that too extreme? No, it was a good example—remember, the whole world was watching. The plans were confusing, so we finally decided as a group to stockpile as much water as possible, sit down in the kitchen, and stay there until they carted us off or agreed to dissolve the World Trade Organization and the International Monetary Fund, end the wars and tax the rich.
La Guillotina
Lastimosamente para el gringo activista profesional, la cárcel es el símbolo más grande de una lucha realista. Para nosotros, dentro de un movimiento joven, la cárcel fue una oportunidad de aprender más sobre la situación de la izquierda. O por lo menos nuestra versión de ella.
Lo primero, es que nuestras acciones tienen consecuencias verdaderas. Consecuencias que para algunos afectaría el resto de sus vida. Y para aclarar y ser firme, la primera consecuencia es esta: Que este pinche sistema físicamente te castigará por tu imaginación. Punto.
Y al fin entiendes de dónde vienen las palabras de Angela Davis, Stockley Carmichael y hasta el güero Bob Dylan que lo explicó todo con su letra:
“si pudieran ver mis sueños-pensamientos,
ellos probablemente pondrían mi cabeza en una guillotina”
Y parte del problema es que nosotros sabemos que esto es cierto. Más aún, hasta somos los porta voces más fuertes de esta realidad; Que estamos viviendo en un sistema donde nuestras cabezas están siendo rodadas hacia un lado y la izquierda lo aplaude. Nosotros somos grandes fans de la guillotina y hasta estamos seguros que pronto le daremos su propio show en MTV.
¿Y qué?
All social movements receive some form of vital material help from their more passive supporters. Sometimes it’s guns. Other times it’s money or infrequent marchers. During the Montgomery, Alabama, bus boycotts in 1955, middle-class African Americans donated their cars. In late October 2011, a full 59 percent of Americans polled agreed with the movement, but the vast majority never attended a rally, took up arms or even withdrew their savings from Wall Street’s banks. Instead, they delivered us more apples.
Reclamando la definición de riqueza
Mientras estábamos en la cárcel tuvimos una reflexión sobre Occupy y sobre la izquierda en general ¿qué tan desconectados estamos de la gente? ¿Esa misma gente por lo cual reclamamos luchar?
Si uno empieza a conocer a la izquierda de Estados Unidos puede empezar a ver lo mucho que estamos paralizados en estar cómodos.
Por una parte empezamos a reclamar la definición de la riqueza a partir de la definición del trabajo. Por ejemplo, cuando yo llegué al parque empecé a recoger la basura y pronto empecé a ayudar con el livestream, y después a preparar la cena y otra vez a limpiar la basura.Esta reclamación sobre qué significa vivir en la riqueza, o mejor, cuál es la riqueza, fue importante por la misma razón que lo dice este dicho refiriéndose a la experiencia migrante;
“Allá uno trabaja para vivir, mientras que aquí uno vive para trabajar.”
¿Y por qué?
Por un tiempo en el parque Zuccotti, empezamos a valorar diferentes versiones del trabajo y las experiencias detrás de ellas. Varios mundos entre mundos como dicen nuestros compañeros Zapatistas y dentro de esos mundos hay visiones, estrategias y tácticas pero lo más importante es que hay varias versiones de nuestra imaginación radical y que, si queremos ganar, tenemos que aceptarlas y usarlas bien.
Quizás
Perhaps our storytelling failed early. After all, we had only 59 nights in the park, not one thousand and one. Or perhaps Zucotti and Occupy was just a small story within a story, a spectacular plot twist inside a book that you and I are both writing right now, together.