Itinerarios coreográficos: Pilar Medina

Menos es más

Bá-si-co fue creada “sin casi nada y con casi todo”, nos dice Pilar Medina. “Producción minimalista, sintética”, la llamó Rosario Manzanos.

La escenografía se configura con la arquitectura y elementos de su estudio, que en este contexto son como “objetos encontrados” (salvo un monitor colocado en una pared del espacio del público, para mostrar el nombre de las secciones y los créditos): el pasillo de entrada, una ventana, dos puertas, el baño con su tina, el piso de madera, los muros, la barra y el espejo (véase Espacio). Por sus resonancias simbólicas y por la manera en que la coreógrafa conecta el uno con el otro en la pieza, vale la pena comentar un poco más sobre el espejo y el baño.

Es conocida la función de corrector del movimiento que cumple el espejo en el estudio de danza. En Bá-si-co esa función es trastocada, y el espejo es modificador decisivo del espacio. Cubierto por una cortina blanca de dos hojas durante la mayor parte de la obra, para la sección de “El mar” es descubierto, acción por la cual se reconfigura el espacio. El espectador se mirará mirando, pero no sólo eso, sino que el espejo se le revelará como retrovisor, pues la bailarina abre la puerta del baño, entra en él, y las acciones que realice allí adentro sólo serán visibles reflejadas: una desestabilización de la mirada.


 

La virtud del espejo [a partir de los experimentos científicos de los siglos XVI y XVII] es sobre todo enseñar la relatividad de los puntos de vista… Con Las Meninas (1656) Velázquez recuerda que lo visible puede ser un simple reflejo, una apariencia superficial, y abre la puerta a las obsesiones de generaciones posteriores. (Marzano, 2007: 590-591)


Esta acción de “abrir la puerta” se advierte más movilizadora por el hecho de que la mirada sea conducida a un baño. Al incorporar ese espacio “privado” en el de su performance, Pilar Medina inscribe a Bá-si-co en un tema insistente de la iconografía y la literatura, que

… sobre todo traduce una lucha por poner a la vista lo que habitualmente permanece oculto. De la escena del baño manan representaciones del cuerpo y el imaginario del agua, que por sus múltiples aspectos y metamorfosis es la sustancia misma del simulacro. (Tirel, 2007: 101)


En efecto, suena el correr del agua del lavabo y, al subirse a la orilla de la tina, la sugerencia es la inminente sumersión para bañarse.



Por su parte, en la iluminación –fundamental en los montajes de Pilar Medina y, en este caso, condicionada por las pequeñas dimensiones del espacio y la cercanía inclemente con los espectadores– también fueron aprovechados elementos del propio estudio. Tras una primera sugerencia, la de usar luces led cuya “blancura no permitía estar en la intimidad de un espacio… surgió la necesidad de cambiar esta luz y sugerir ‘luces de casa’, focos pequeños que me permitieran seguir mis metáforas y que dieran luz a las imágenes” (Bitácora: 21). Los enumeramos, en su llaneza:

Prólogo
1.- Luz del pasillo
2.- Luces frontales y luces frontales arriba de la puerta del baño

El Sol
1.- Luces frontales y luz que entra por la ventana (Amanecer)
2.- Luz de lámpara central espacio (Cenit)
3.- Luz diagonal (Atardecer)
4.- Lámparas manuales (Sol nocturno)


La Casa
1.- Luces rasantes
2.- Luz de chimenea
3.- Luces frontales

El Jardín
1.- Luz de chimenea
2.- Luz manual sobre el piso
3.- Luces frontales y paisajista color verde

El Mar
1.- Luz del baño
2.- Luces frontales
3.- Luz bajo el espejo
4.- Luz rasante
5.- Luz paisajista en azul


Los objetos utilizados en la acción fueron mínimos y sobrios, ordinarios: un Sagrado Corazón (en un muro), zapatitos de muñeca, tres tabiques (sinécdoque de La casa y superficie de performance de esta sección), tela blanca mediana, estambre negro muy largo para fraccionar el espacio de El jardín, tijeras para cortar el estambre al final de la sección; silla de playa, bolsa negra grande, termo color acero, bolsa negra más pequeña y tela blanca muy larga (sinécdoque del mar –espuma– y superficie de performance de la sección).

Damos lugar aparte a la máscara utilizada junto con lámparas de mano en el inicio de la sección de El Sol, mismas lámparas con las que Pilar accionará y se iluminará en el Sol nocturno, que son “los destellos del recuerdo de los sueños que tengo” (Bitácora: 20).



En primer lugar, porque ésta fue la primera de sus coreografías en que usó una máscara como tal, si bien bailar con los ojos vendados como en Misa en ti, o cubrirse el rostro con la cabellera o con un chal, una red, un abanico, una prenda, de alguna manera había sido enmascararse. Y en segundo lugar, por la potencia comunicativa: si toda máscara “oblitera la razón y marca el tiempo del símbolo” (Jacob, 2007: 552), portarla para el tiempo de la psique (en la noche, a punto del Amanecer) señala directamente el trabajo del sueño, aquello que pugna por salir:

Desde la noche de los tiempos, la humanidad avanza enmascarada… Aquello que deseamos ocultar suele revelar mucho más que aquello que, más o menos conscientemente, buscamos develar… La máscara irriga y exalta el secreto (Jacob, 2007: 552).


Para leer:

Jacob, Pascal (2007). “Masque”. En: Michela Marzano (dir.), Dictionnaire du corps, París: Quadrige/PUF, págs. 551-555.

Manzanos, Rosario (2012). “Pilar Medina en Bá-si-co”, Proceso, 13 de junio. En: http://www.proceso.com.mx/?p=310754

Marzano, Michela (2007). “Miroir”. En: ídem. (dir.), Dictionnaire du corps, París: Quadrige/PUF, págs. 590-593.

Tirel, Magali (2007). “Bain”. En: Michela Marzano (dir.), Dictionnaire du corps, París: Quadrige/PUF, págs. 101-104.

VOLVER AL ÍNDICE DEL ENSAYO
 

This page references: