Itinerarios coreográficos: Pilar Medina

Espacio

El teatro siempre tiene lugar en un espacio delimitado por la separación
entre la mirada (el  público) y el objeto mirado (el escenario).
Patrice Pavis



La Gloria

Pilar ha bailado en teatros de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Instituto Nacional de Bellas Artes, incluido el Palacio de Bellas Artes, en festivales importantes como el Festival Internacional Cervantino, el Festival de la Ciudad de México, Festivales de Teatro y Danza de Tabasco, los festivales internacionales de Aguascalientes, Chiapas, Chihuahua, Ciudad Juárez, Coahuila, Colima, Durango, Guadalajara, Hidalgo, Mexicali, Monterrey, Nayarit, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. También ha presentado sus obras en la India, Kenia, Egipto, Francia, Alemania, España, Colombia Costa Rica, Canadá y varias ciudades de Estados Unidos.

Frente a esta trayectoria de desplazamientos, Bá-si-co pareciera una obra movida por una fuerza centrípeta: se gestó, se ensayó y se presentó al público en el mismo en lugar, el teatro La Gloria, mejor conocido por sus amigos y colaboradores como “el estudio de Pilar”.

Mi estudio o espacio escénico o teatro La Gloria, por pequeño que sea, ha sido el lugar de mis entrenamientos, clases, procesos creativos y funciones dancísticas con público. Antes de cada día, al ponerme las zapatillas o los zapatos de tacón, lo observo en su apariencia vacía y en su esencia neutra.

He compartido este espacio con músicos, fotógrafos, diseñadores, escenógrafos, iluminadores, bailarines y actores. (PM, Semblanza)



Cuando Pilar decide escenificar Bá-si-co en su propio estudio trastoca lo que sabíamos de ella y no sólo se aventura en nuevos territorios estéticos, sino que redefine sus relaciones con sus públicos y con las instituciones.



Bá-si-co es una declaración de independencia: Pilar seguirá bailando con o sin apoyo institucional, en un teatro lleno o frente a 12 espectadores, arropada por bambalinas, técnicos e iluminación sofisticada o entre las paredes de su propia casa.

2) ¿Teatro ambientalista?



Sin perder de vista las trayectorias disímiles y los diferentes contextos, esta obra de Pilar nos recuerda al teatro ambientalista de Richard Schechner. El garage de Schechner y The Performance Group era transgresor muy al estilo de los años 60: cuestionaba el status quo del teatro, retaba las convenciones sociales y buscaba diluir los límites entre intérpretes y espectadores. El estudio de Pilar, su garage, su oficina transformada en camerino y el baño que se convierte en escenario transgreden de otra manera. Logran que el público pierda su anonimato, invitan a compartir la intimidad de un espacio y convierten a los espectadores en cómplices y testigos. En este estudio, en el que Pilar ha gestado todas sus obras, ella sigue creando, proponiendo, provocando. No es que la idea de bailar en una casa de la Colonia Cuauhtémoc sea original, los espacios alternativos existen desde hace décadas y algunos —como el Teatro de las 13 filas de Grotowski—, llegaron incluso a convertirse en iconos. Pero hay que reconocer la valentía de la coreógrafa porque en la Ciudad de México estos espacios no abundan; porque en pleno siglo XXI la capacidad o las ganas de los artistas escénicos para cuestionar o sacudir las lógicas institucionales, a menudo perversas, es mínima; y porque no es usual que una bailarina de la edad de Pilar siga bailando.








3) Espacios dentro de espacios

Sin duda, hay una dimensión del espacio que es completamente física. A esta dimensión pertenecen las decisiones sobre dónde sentar al público, con qué frente bailar, etc.  Pero el espacio tiene otras dimensiones más sutiles.  Reconociendo esta complejidad, cuando Patrice Pavis —reconocido teórico de la escena— habla del espacio en el teatro distingue entre el espacio teatral, el espacio escénico y el espacio dramático. El primero es el edificio en el que se escenifica una obra, el segundo es el espacio delimitado por la relación entre la mirada del espectador y el objeto mirado (en este caso la bailarina), el tercero es el espacio de la ficción. Estos elementos están presentes en cualquier obra escénica y la experiencia del espectador dependerá en gran medida del tipo de relación que se establezca entre ellos. En esta obra de Pilar el espacio teatral, el escénico y el dramático adquieren una dimensión particular ya que la casa, el estudio y el escenario en el que se gesta la ficción se superponen. La relación de contigüidad entre lo cotidiano y lo extracotidiano, entre lo íntimo y lo público y entre la ficción y la realidad agregan a la experiencia estética una intensidad que no viviríamos en un teatro convencional. Por ejemplo, cuando Pilar baila la parte de “La casa” parada sobre unos ladrillos, el espectador no puede olvidar que todo lo que la bailarina está haciendo en su casa ficticia lo hace, a la vez, dentro de su casa real. Un espacio dentro de otro, como cuando de niños jugábamos a hacer una casita dentro de la sala de la casa.

4) El espejo

Un espacio pequeño como éste, además de propiciar la cercanía física entre los espectadores y la intérprete, permite un juego de miradas que sería impensable en un espacio diferente.


 

“En último término, todos estos espacios puestos de manifiesto en el escenario atraviesan el cuerpo del actor.” (Pavis, 1998, pág. 174)


En esta obra no sólo no hay cuarta pared, sino que cuando se corre la cortina que cubre el espejo y se abre la puerta del baño, los espectadores quedan en continuidad circular con la bailarina y se convierten en parte de la escena. Al saberse mirados cambia su conciencia corporal y, aunque permanezcan sentados en sus sillas, a través del juego de miradas también ellos son atravesados por el espacio.

5) Espacios interiores

En Bá-si-co, la invitación a entrar en la casa física deviene en apertura interior: la obra es un viaje por espacios internos, metáforas de nuestro propio tránsito por el mundo.




“Gracias a su propiedad de signo, el espacio oscila continuamente entre el espacio significante concretamente perceptible y el espacio significado exterior, al cual debe referirse de un modo abstracto para entrar en la ficción (espacio dramático). Esta ambigüedad constitutiva del espacio teatral (es decir, dramático + escénico) provoca en el espectador una doble visión. Nunca sabemos exactamente si debemos considerar el escenario como real y concreto o como otra escena, es decir, como una figuración latente e inconsciente. En esta última eventualidad, es posible leer el escenario como un conjunto de figuras retóricas cuyo sentido profundo buscamos." (Pavis, 1998, pág. 172)




Para leer:

Pavis, Patrice (1998). Diccionario del teatro: dramaturgia, estética, semiología. Barcelona: Paidós Ibérica, págs: 169 a 176.

Schechner, Richard (1987). El teatro ambientalista. México, D.F.: Árbol editorial, págs. 14 a 38.

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