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Framed Gender Violence: Insights from Latin American Fiction and Film Lucha cada día En este proyecto, queríamos centrarnos en las luchas que atraviesan las víctimas de la violencia, concretamente en la inocencia que se percibe como pérdida. Queríamos analizar cómo, en medio del caos, los niños pueden experimentar una pérdida de inocencia. También queríamos observar el hábito que la sociedad tiene en torno a la violencia y cómo afecta a aquellos que no merecen tener una vida sucumbida a esto. Merecen una vida con felicidad que puedan disfrutar junto a la exploración de su juventud. Pero la realidad de sus vidas involucra la violencia, y cómo han cambiado después de vivir en un ambiente violento. Por eso, también hemos querido centrarnos en resaltar esa inocencia que se creía desaparecida, pero que todavía se puede encontrar. #perdidadeinocencia, #laluchaporeldía, #fracasoporsufracaso. La manipulación de la memoria colectiva La memoria no es perfecta, y muchas veces tenemos que luchar para preservar la memoria de víctimas, familiares y atrocidades. La memoria es personal, pero también puede ser algo compartido entre muchas personas. Los recuerdos sobre una hija desaparecida, por ejemplo, pueden ser parte de la memoria personal de una madre; la vida de la hija, sus gustos y aversiones. También, ella juega un papel importante en la memoria compartida de su comunidad: refleja una tragedia más a manos del crimen organizado, autorizado por su gobierno. Las páginas que siguen se van a tratar de estos aspectos de la memoria: la memoria colectiva, la memoria personal, la utilización de retóricas visuales para reconstruir memorias, y cómo preservarlo cuando el gobierno quiere silenciar a sus ciudadanos. #Desaparecido #Violenciadegénero #Terrorismodeestado

Juárez Moderno

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El papel del gobierno en la manipulación de la memoria Esta página se va a tratar de la relación tensa entre la memoria colectiva de la gente y la historia promulgada por el gobierno. Se va a explorar este fenómeno a través de la lente de México moderno. Muchas veces, cuando los gobiernos son complacientes en atrocidades, o peor, cuando participan en crímenes contra su gente, intentan cubrir sus malos hechos. Sus motivaciones son múltiples, desde mantener una imágen sana frente al mundo, a preservar sus relaciones con grupos de crimen organizado a prevenir rebelión a gran escala. En estos casos, la organización de la gente en amplificar las voces de las víctimas se convierte en un acto político de mayor importancia. Tales situaciones nos hacen pensar, ¿Quién escribe la historia? ¿Cuándo la historia escrita es diferente a la historia que recuerda la gente, que debemos creer? ¿Cómo podemos recordar a las víctimas del gobierno de maneras más justas? #Desaparecido #TerrorismodeEstado #CrimenAutorizado
La memoria colectiva es una de las cosas más preciadas para la humanidad. La memoria colectiva informa nuestro entendimiento de la historia. Usamos la historia para informar quiénes somos. Definimos la memoria colectiva como las memorias compartidas de un grupo de personas que tienen una característica en común: puede ser un lugar de vivir, una raza o una religión. Esas memorias, a su vez, son transmitidas de generación en generación. El valor de la memoria colectiva está en su habilidad de contradecir o reemplazar la historia escrita, especialmente cuando atrocidades son comprometidas por los que registran la historia. En estos casos, la memoria colectiva se convierte en acto político de rebelión contra el gobierno, porque sugiere que exista una historia alternativa de lo que está aprobada por los que están en poder. Si entendemos la memoria colectiva como propiedad pública compartida, entendemos intentos por el gobierno de esconder, borrar o silenciar memorias desagradables de la psique del público como actos de violencia.

Frecuentemente, las mujeres son las que intentan preservar la memoria colectiva. Las imágenes arriba demuestran intentos por mujeres a llamar la atención colectiva a los problemas que plagan su ciudad. Son actos de rebelión porque las mujeres están desafiando la complacencia del gobierno. Las imágenes muestran dos maneras de hacerlo: la primera a través del arte y la segunda a través del vandalismo.
México provee un ejemplo profundo de la militarización de la memoria por un gobierno. En México, más de 10.000 personas desaparecen cada año. Estas desapariciones casi nunca son investigadas por el gobierno. Muchas veces, las desapariciones son beneficiosas para el gobierno debido a su amistad con los carteles: la relación sigue siendo fuerte cuando los disidentes son callados. Cuando el gobierno autoriza el crimen cometido por los carteles, se defenderá a sí mismo en la memoria y en el registro de la historia. En 2014, 43 estudiantes desaparecieron de una escuela normalista en el pueblo rural de Ayotzinapa. La escuela se animaba a la disidencia política y sentimiento antigubernamental en sus estudiantes. Eso, según las personas de Ayotzinapa, era el motivo para el gobierno secuestrar y matar a sus propios ciudadanos. El gobierno, por otro lado, mantiene una historia al público que decía que los 43 estudiantes estaban detenidos bajo sospechas de crimen organizado y narcotráfico. La cita, “Vivos se los llevaron, vivos os queremos” está repetida por los que rechazan la historia del gobierno, quienes quieren preservar su memoria colectiva y reescribir la historia estatal. A pesar de esta indignación pública, el gobierno rehúsa reconocer estas voces y niega su amplificación. En promulgar una historia diferente de la historia de la gente, el gobierno de México intenta preservar su imágen frente el mundo y para generaciones de Mexicanos en el futuro.

En fallar apoyar a su gente, el gobierno falla en apoyar la memoria colectiva también. Se considera la Ciudad Juárez, México, como laboratorio del capitalismo futuro. Es decir, combina un abuso de derechos laborales y producción desenfrenada con falta de intervención del gobierno a beneficio de sus ciudadanos. De hecho, la mayoría de la participación gubernamental en Ciudad Juárez es para financiar a las empresas construir más fábricas. Tal escenario crea terreno fértil para cientos de feminicidios cada año, que el gobierno no investiga. En este ambiente, el peso de preservar la memoria está llevado por sus ciudadanos, sus víctimas. Las madres llevan las imágenes de sus hijas muertas a través de las calles, y grupos comunitarios pegan imágenes de los desaparecidos sobre carteleras y espacios públicos.

La imagen que sigue es una cartelera anunciando el Ciudad Juárez como un ciudad llena de oportunidades capitalistas. La ironía de la imagen es que la cartelera está cubierta de otros anuncios (más recientes) anunciando la clausura de algo y la venta de terreno. Indica que la ciudad está en apuros, y que el capitalismo del futuro no funcionó como estaba planeado. Toda la imagen —la cartelera, los otros anuncios y el desierto abierto— habla a uno de las problemas más profundas en México hoy en día. Eso es, la búsqueda de las ganancias por parte del gobierno y las empresas privadas al costo de la calidad de vida de su gente. Cuando el gobierno está contra su gente, el país crea dos historias: la historia del registro y la memoria colectiva de la gente.