Ricaurte Quijano, Paula - Descolonizar las tecnologías
1 2024-04-24T11:18:12-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49 42648 1 plain 2024-04-24T11:18:12-07:00 Alberto Tagle 39277dc1900e1238e2544a607393307d200d1d49This page is referenced by:
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3.4 Otras formas de (des)apropiar
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Katherine N. Hayles considera que el paso de lo que ella llama un lenguaje natural a un código computacional artificial también es el paso de una comunicación basada en las experiencias hacia una basada en la calculabilidad procedimental. Argumenta que, conforme más se han refinado y aplicado para la regulación de la vida, los códigos se han vuelto más procedimentales y descontextualizados (142). Como hemos sugerido, la expansión de las autorías en la mediación digital está estrechamente ligada a una inclinación mercantilista basada en la idea de propiedad privada. Alberto López Cuenca apunta que desde el siglo XIX se ha generado una yuxtaposición e indiferenciación entre quien produce algo y el propietario de algo (véase subrayado de la página 16):
Este problema se acentúa con la misma expansión de las autorías escriturales, Carolina Gainza apunta que "la producción literaria digital se inserta dentro del conflicto en torno a la apropiación del conocimiento y la información (pos. 601)". Por otra parte, Ramiro Santa Ana, quien suponemos que es Perro Tuerto –el creador del tutorial Publicación desde una sola fuente utilizado para la automatización en la maquetación de En tu casa desierta: una desapropiación de Ramón López Velarde– muestra (41) cómo iniciativas que surgieron en la digitalidad como Creative Commons o Copyleft que pretenden otros modelos de propiedad son impensables sin la lucha por el código. Para Gary Hall, el problema de estas alternativas es que siguen siendo "extremely liberal and individualistic; rather than endorsing a collective agreement, policy, or philosophy, it provides a range of licenses from which authors cand individually choose (4)". Pensando desde la cajanegrización de la autoría que hemos sugerido, consideramos que la desapropiación puede ser una vía para articular nuevas relaciones con la autoría escritural, pero también con las tecnologías que las median.
Nadia Cortés propone que "[n]uestra agencia para un cambio colectivo y para la creación de formas tecnológicas alternativas implica desarmar lo ya empaquetado de las tecnologías, abrir sus cajas negras no solo para saber cómo funcionan, sino conocer los valores implícitos que conllevan (12)". Si hemos tratado de replantear a la autoría a través de la materialidad, es evidente que la desapropiación no sólo puede operar en el ámbito de la textualidad, la desapropiación también tiene que ser material y situada. Frente a la administración digital que regula nuestras relaciones con otros agentes y con la tecnología misma, Paula Ricaurte Quijano concibe las tecnoresistencias como (véase el subrayado de la página 48):
Aunque también sugiere que una suerte de homogenización tecnológica deriva en monocultivos culturales (véase el subrayado de la página 31). Sin embargo, la desapropiación conlleva sociabilidades que, al situarse, pueden volver a ser contextualizadas y diversificadas. Pensar que la operabilidad del código computacional sólo puede servir para la regulación de nuestra existencia sería una visión determinista. Desapropiar la escritura en cuanto código es también permitirle funcionar y dar sentidos fuera de este cariz totalitario. Pero las amplitudes y capacidades de la desapropiación estarán siempre vinculadas con la potencia y los grados de imbricación de los ensamblajes técnicos. Para Delia Crovi Druetta la apropiación digital, que nosotros podemos entender también como desapropiación, es una mediación que siempre se da en contextos diferentes y que se expresa en prácticas desiguales (9) ya que "la apropiación es un proceso contrario a la reproducción mecánica de la cultura material e intelectual. Se trata de sujetos activos que generan diferencias en su ámbito de acción, y lo hacen mediante una construcción transversal en el tiempo (64)". Una forma de confrontar la abstracción y descontextualización que diagnostica Hayles respecto del código, por ejemplo, es atender ocupándose de las particularidades situadas que median relaciones divergentes con la tecnología. Ya habíamos señalado como Eugenio Tisselli entiende que la adaptación y la adopción son formas de regular las dosis farmacológicas de la tecnología. La desapropiación, como práctica material, funciona como vía para descajanegrizar: porque patenta otras formas de relacionabilidad con las tecnologías más allá de un paradigma mercantilista de consumo como desvinculación, desechar, desterritorialización (12).
A pesar de que la desapropiación se erige como una técnica para contrarrestar la apropiación, los procedimientos no pueden ser los mismos. Leandro Rodríguez Medina piensa la capacidad de absorción epistémica como (véase el subrayado de la página 46 en Más allá del Derecho de Autor). Si tanto las autorías como las escrituras dependen de una red compleja de materialidades, entre más omnipresente sea dicha red más fácil es su capacidad de crecer. Es decir, la desapropiación de Velarde no se da únicamente en el acto de tomar su escritura, ya que también implica toda la red de lectura, distribución, protección y apertura que se haga de dicha desapropiación. El alcance material de los ensamblajes que buscan apropiar como mecanismo de producción económica –como lo pueden ser las megaconstrucciones algorítmicas capaces de construir y mantener en funcionamiento infraestructuras como el data center de Quincy– es infinitamente superior a los escenarios donde la desapropiación se piensa como alternativa de estos modelos privativos. Los desplazamientos en Jerez mostrados en el experimento de Velarde operan, por lo tanto, como apropiación. La red infraestructural necesaria para el desplazamiento de mercancías por parte del narcotráfico tiene una capacidad de absorción mucho mayor respecto de las comunidades dedicadas, principalmente, a una agricultura precarizada.
En dichos desplazamientos se buscó lo mismo que con la apropiación: la cooptación y privatización de lo común para su mercantilización a través de la desvinculación. Sin embargo, los desplazamientos también suponen movilidad agencial y, por lo tanto, escrituras no-humanas de sentido. Si las autorías posthumanas emergen por medio de una distribución agencial, esto no supone necesariamente una armonización entre dichos agentes: las autorías también son capaces de emerger de la disputa, del conflicto y de la búsqueda de anular las relaciones mismas. Julie Sanders piensa que la apropiación es inevitablemente un acto político (97) y, como argumenta Jennifer Gabrys (62) una forma de enfrentar a la supuesta inmaterialización tecnológica es a través de mapear materialmente las relaciones políticas en juego. La desapropiación es una forma de construir y evidenciar redes heterogéneas. Aunque, frente a los ensamblajes técnicos totalizadores que son capaces de absorber todo a su paso a través del procesamiento de datos o la asimilación de territorios, la desapropiación parte de una clara desventaja material frente a lógicas apropiacionistas. Si proponemos que la descajanegrización de las autorías digitales puede darse a través de su desapropiación, el acto mismo de cajanegrizar tiene la capacidad de servir como una respuesta frente a la apropiación. Retomando a Hall, uno de los problemas de iniciativas como Creative Commons es que son una alternativa que sigue sosteniéndose tanto en la idea de propiedad individual como en la de elecciones personales. Es verdad que se alejan de pretensiones económicas pero en su apertura “democrática” se ofrecen a sí mismas a ser devoradas por las megaconstrucciones. La alternativa que ofrece Creative Commons, por ejemplo, es la apertura de la cultura, incluso la filosofía open source de Scalar y la escritura del código fuente de Raspvelarde Pi en su accesibilidad se vuelven proclives de ser apropiadas. En este sentido, Zach Blas (198) piensa que la búsqueda de la opacidad puede ser capaz de proteger lo diverso. Mientras que la opacidad mercantilista está cerca de ideas como las de secreto empresarial, la opacidad como resistencia a ser apropiado está próximo a la búsqueda de protección de relaciones subalternas, de formas de habitar diferentes. No obstante, parece que ambas alternativas se conciben desde una visión de la materialidad que no sólo la entiende como un recurso. Parece que la homogenización y la descontextualización de la apropiación, en su afán de desvinculación, deja tras de sí materias que ya no son explotables. Así, toma relevancia otorgar nuestra atención a lo residual. Agustín Fernández Mallo afirma que:
cuando desde un sistema de referencia en el cual hemos dotado de un sentido a una obra, y mediante un leve desplazamiento –un shift– pasamos a otro sistema que otorga otro sentido a la misma obra, en esa traslación de sentidos se genera un residuo, un sedimento –un excremento, si se quiere–, algo que en ese camino de traslación es abandonado y que por lo general, por aparentemente inútil, acostumbra a no ser considerado. Es ese residuo, producto de la traslación, lo que provoca que el cambio de sentido que acontece en la relectura de una obra no sea una mera reasignación arbitraria, no sea un «todo vale», en tanto que sin ese residuo la traslación no hubiera sido posible (202-203).
Prestar atención al residuo es atender a una materialidad que ha sido intencionalmente ocultada en la objetualidad mercantilista. El residuo es parte fundamental de la heterogeneidad material que se pierde en la necesidad de la artificial pureza material necesaria para el funcionamiento de lo digital (126). La desapropiación permite otras escrituras, lecturas y autorías residuales que no formaban parte, o dejaron de formar parte, de la estandarización, canonización, de una producción cultural anclada en la desvinculación y la abstracción que promueve configuraciones escriturales planteadas desde una supuesta universalidad de la literatura. Desapropiar a Velarde y relacionarlo con Jerez más allá de un tópico poético es, también, desestabilizarlo desde sus residuales porque no hay autoría literaria individuada sin procedimientos e instituciones estabilizadoras (58). Como apunta Ricaurte (véase el subrayado de la página 26) el territorio no es sólo un espacio material, sino que se conforma desde las relaciones siempre en movimiento, en constante negociación, siempre escribiéndose en la materialidad. En este sentido, desapropiar a Velarde para volverlo a relacionar con Jerez no sólo puede darse a través de la textualidad de la base de datos generada por más que, como Bill Seaman señale (125), cada elemento combinatorio arrastre su pasado. Desapropiar es hacer patente la pérdida de la supuesta autonomía de la escritura literaria que teoriza Ludmer. Desapropiar a Velarde es sacarlo de un Jerez idílico y abstracto, sustraerlo de una provincia antes ignorada por la crítica literaria para fijarse como parte de un canon regulador; es incrustarlo en otro Jerez materializado y adverso que ahora está volviendo a ser presa de otro orden regulador; es confirmar que –a través de las autorías y escrituras situadas– no es posible pensar al uno sin el otro. Así, la desapropiación debería poder apuntar hacia otras maneras de habitabilidad en los territorios que generan escrituras siempre situadas. Cristina Rivera Garza sostiene que las desapropiaciones son:prácticas de escritura que traen a esos zapatos y a esos otros a la materialidad de un texto que es, en este sentido, siempre un texto fraguado relacionalmente, es decir, en comunidad. Y por comunidad aquí me refiero no sólo al entramado físico que constituyen el autor, el lector y el texto, sino también [...] a esa experiencia de pertenencia mutua; con el lenguaje y de trabajo colectivo con otros, que es constitutiva del texto [...] Estamos frente al surgimiento de autorías plurales que, lejos de proponer una fusión estable, una especie de bicéfalo monstruo al que le corresponde la unidad, mantiene y muestra la tensión que marca la relación entre lo literario y lo escritural propiamente dicho (20).
Por ello Rivera Garza habla de la desapropiación como una des-propiedad. Reconsiderar las posibilidades de la autoría, en su expansión, es reconsiderar profundamente las relaciones que tenemos hacia las materialidades y agencias no-humanas dadas desde la propiedad. Si nuestra capacidad de autorar está condicionada materialmente, entonces transformar nuestras relaciones desde la descentralización de lo humano también afectará a la autoría. La propia Rivera Garza habla de la pertenencia mutua porque en la desapropiación se puede tener sin poseer ya que tener implica establecer vínculos. Podríamos perfilar las autorías escriturales posthumanas a través de la propuesta que hace Lawrence Lian (283): una alternativa a la autoría individuada que apropia –como decir yo tengo estos libros publicados– podríamos afirmar que tener, y pertenecer, se tiene como cuando se dice yo tengo un amigo.
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Escrituras, lecturas y autorías no-humanas
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El 5 y el 9 de enero de 2023 modifiqué la entrada en idioma español de Wikipedia Futbolista del año en Luxemburgo, agregando a un supuesto A. Tagle como ganador del trofeo en la temporada 2017-2018:
Si observamos el historial de revisiones que se han realizado posteriores a la información falsa de mi autoría, podemos ver que han sido otros dos autores quienes han hecho modificaciones sobre la entrada de Wikipedia:
El 22 de enero de 2024 NacaruBot eliminó algunos enlaces innecesarios, pero más interesante resulta el caso de BenjaBot, usuario que tiene su propia entrada en Wikipedia:
Benjabot es sólo uno de los de miles y miles de casos -en 2014 se estimaba que Wikipedia había aprobado el uso de por lo menos 1800 bots para la creación y corrección de entradas en idioma inglés- de intervenciones escriturales hechas por agentes no-humanos en internet. Éric Sadin señala que:[u]n estudio llevado a cabo por la sociedad Incapsula -provedora de servidores seguros-, que se publicó en frebrero de 2012, concluyó que el 51% del conjunto del tráfico en Internet era generado por agentes no humanos: programas de hacking, envíos automáticos de spam y otros procedimientos automatizados; el 20% de este 51% fue juzgado "neutro", mientras que la mayoría del tráfico (un 31%) era potencionalmente maliciosa (31).
La generalizada automatización como parte de la lógica computacional ha hecho que los procesos de escritura, lectura y autoría escriturales estén imbricados entre una serie de diversos agentes para su funcionamiento en la red. A cada momento hay miles de bots leyéndose y corrigiéndose entre sí a la par que van aumentando la escritura depositada en internet. Andew Lih (105) muestra cómo la expansión y consolidación de Wikipedia en diversos idiomas no hubiera sido posible sin la implementación de bots, es decir a través de lecturas, escrituras y autorías no-humanas. Si el código regula, para Lih el bot es una suerte de patrullero informático. En este enclave socioténico, que Sadin llama administración digital del mundo, Katherine N. Hayles arguye que podríamos entender sobre un machine reading que:[t]he controversies around “reading” suggest it is a pivotal term because its various uses are undergirded by different philosophical commitments. At one end of the spectrum, “reading” in the Traditional Humanities connotes sophisticated interpretations achieved through long years of scholarly study and immersion in primary texts. At the other end, “reading” implies a model that backgrounds human interpretation in favor of algorithms employing a minimum of assumptions about what results will prove interesting or important. The first position assumes that human interpretation constitutes the primary starting point, the other that human interpretation misleads and should be brought in after machines have “read” the material [...] The further one goes along the spectrum that ends with “machine reading,” the more one implicitly accepts the belief that large-scale multicausal events are caused by confluences that include a multitude of forces interacting simultaneously, many of which are nonhuman (29).
Las lecturas, escrituras y autorías no-humanas no sólo es que involucre que los ensamblajes técnicos pueden ejecutar dichos actos, sino que median también la forma en que nosotros las realizamos. La algoritmización personalizada de las redes sociales, las recomendaciones de Netflix, la segmentación de audiencias y hasta los precios dinámicos son formas en que la lectura, escritura y autoría no-humanas median sobre nosotros. Lev Manovich apunta que:[c]omo los nuevos medios se crean, se distribuyen, se guardan y se archivan con ordenadores, cabe esperar quqe sea la lógica del ordenador la que influya de manera significativa en la tradicional lógica cultural de los medios. Es decir, cabe esperar que la capa informática afecta a la capa cultural. Las maneras en que el ordenador modela el mundo, representa los datos y nos permite trabajar; las operaciones fundamentales que hay detrás de todo programa informático (como buscar, concordar, clasificar y filtrar); y las convenciones de su interfaz -en resumen, lo que puede llamarse ontoogía, epistemología y pragmática del ordenador- influyen en la capa cultural de los nuevos medios, en su organización, en sus géneros emergentes y en sus contenidos (93).
El problema de esta supuesta omnipresencia de la lógica informática en la conformación de la capa cultural es que puede derivar en una postura demasiado inclinada a su inmanencia.El propio Manovich llama Cultural Analytics a una metodología de las llamadas, también por él, humanidades digitales que buscan entender el crecimiento exponencial de la cultura a través de las mismas herramientas informáticas con las que se crea. Por ejemplo, Manovich (119) da cuenta -a través de analizar a través de ordenadores toda la biblografía posible que encontró respecto de la pintura impresionista- de cómo sólo se utilizaban como ejemplos aproximadamente unas 140 pinturas principales para estudiar el impresionismo, aunque se tiene la certeza de 13,000 obras pintadas en esa época que pueden ser catalogadas como tal. Considera que un procesamiento que buscara patrones y que tuviera como conjunto de datos a todas las pinturas podría formar, por lo menos, una definición distinta de lo que es el estilo impresionista. Es una visión de la lectura, como apunta Hayles, que afirma a la interpretación humana como un posible punto de error, como una desviación a diferencia de la objetividad cuantificable del análisis de datos, entendida como forma de lectura no-humana. Manovich argumenta que "[i]t is only logical that media and digital culture studies and humanities are next to start approaching their subjects using quantification, mathematic models, and data visualization. The key reason in my view that this is both possible and inevitable is the new scale of cultural production, dissemination, and participation (25)". La visión de Manovich presupone que la lógica de la producción cultural sujeta a un entorno sociotécnico digital es aprehensible a través de la misma computabilidad. Veamos un ejemplo que podría reducir a las autorías escriturales tanto humanas como no-humanas de la misma manera.
Jorge Carrión generó un experimento que podría ser considerado como un caso de estudio para las cultural analytics de Manovich. En el libro Los campos electromagnéticos: teorías y prácticas de la escritura artificial un capítulo fue hecho a través de la implementación de inteligencia artificial. Por medio de la teconología GTP-2, y en colaboración con los técnicos de OpenAI, se entrenó a un modelo de lenguaje exclusivamente con todos los libros y artículos que el propio Carrión había escrito hasta la fecha y luego se le solicitó escribir sobre ciertos temas concretos, a este autor se le llamó Jorge Carrión Espejo. Si bien sólo funcionó como un ejercicio lúdico en que Carrión explora qué tanto pueden las nuevas inteligencias artificiales comprender, y volver patrones, a su escritura, no deja de existir una suerte de visión demasiado inmanente respecto de lo qué es la autoría. Carrión Espejo alimenta a la propia lógica que el Carrión humano describe como "[s]ólo importan el impacto y los metadatos. Todo el nuevo sistema se sostiene en los rastros, las correlaciones, las líneas de consumo que traza cada internatuta, cada lector, cada videoespectador. En el nuevo mundo del big data, por tanto, las obras o los contenidos son muchísimo menos importantes que las líneas de datos que construimos cada uno de nosotros (23)." Carrión Espejo es producto de una visión demasiado informacionalizada de la autoría, de la misma manera en que la autoría deviene metadato para la grandes corporaciones como Google Books o Amazon que Carrión define como megaconstrucciones algorítimas en la medida la función principal de la autoría es desribir, clasificar y catalogar otros datos.
Gary Hall critica la postura de Manovich, en la cual también puede entrar en ejercicio de Carrión Espejo, por ser demasiado inmanente y considerar que conceptos como estilo, autoría o la cultura misma pueden ser perfilados a través de los análisis de correlaciones que puede hacer un ordenador; califica a dicha postura como una especie de formalismo del siglo XXI (45). No negamos que la implementación de las tecnologías digitales pueda servirnos para la exploración de conceptos como los de escritura, lectura y autoría -véase la intención de este proyecto de investigar como un tecnotexto- aunque sí rechazamos la inclinación a suponer que la única vía para analizar la vasta cantidad de fenómenos culturales sea también escalando ciegamante nuestros procedimientos. Pero ¿cómo podemos alejarnos de la idea de que la cultura algoritmizada sólo puede ser comprendida en la algorimitzación del análisis? A través de la revisión de nuestro experimento con Raspvelarde Pi y desde nuestras ideas de agencia y materialidad buscaremos perfilar una vía distinta al formalismo de Manovich para explorar las autorías no-humanas, teniendo un énfasis en las digitalmente mediadas.
Carole Guesse afirma que "[t]he possibility of a posthuman author therefore depends on one´s own understanding of the nature of literature (31)", por lo que una investigación de la autoría escritural posthumana que atienda a la tecnicidad digital necesariamente tiene que indagar en las formas que toma la escritura no-humana. Por ejemplo, Janneke Adema, en su análisis posthumanista sobre el libro, sugiere que su versión impresa sirvió para el humanismo como una forma de fetichizar una visión "rational, individual, original, liberal humanist author, perceived as an autonomous agent responsible for knowledge creation" (9) que, como considera Barthes, sirvió a la teoría literaria como un estabilizador y fijador del lenguaje. Siguiendo lo propuesto por Scott Lash, descrito en el capítulo anterior, respecto de la velocidad comunicional inmediata de la información a diferencia de la secuencialidad discursiva, pensamos que esta diferenciación es clave para comprender los modos por los que puede operar la escritura no-humana y, por lo tanto, también sus autorías y cómo estas confrontan las estabilizaciones generadas por los modelos humanistas.
Lash sugiere que las temporalidades y velocidades comunicacionales previas a la digitalización permitían que la discursividad lograra ser reflexionada, fomentando la crítica. Es decir, este tipo de comunicación escritural sí que dependía de las estabilizaciones de los significados dada a través del autor. Desde Ferdinand de Saussure se ha contemplado una idea profundamente mentalista del significado como imagen mental y, por lo tanto, inclinada hacia la inmaterialidad. Desde una perspectiva que trata de comprender a la escrituras no-humanas, pensamos que no sólo es que el autor estabilize el significado, sino que la condición misma de significado estabiliza una visión de la escritura demasiado centrada en la expresividad lingüística humana. No podemos olvidar que la escritura humana también es una técnica y que, como afirma Janne Benett, "[h]umanos y no-humanos por igual dependen de un conjunto 'increíblemente complejo' de prótesis lingüísticas (93)". En esta dirección, es que proponemos a la noción de sentido, antes que la de significado, como una apertura a una comprensión de la escritura que se separe de una figuración lingüística y no material de la escritura.
Desde la posibilidad de existencia de escrituras y autorías no-humanas consideramos que el sentido puede asimilarse, especialmente, de cuatro maneras:- como percepción: el sentido como la capacidad física de mediar los estímulos que emergen en las intracciones con otros agentes.
- como orientación: el sentido como una forma de reconocimiento de dichas intracciones en el espacio y el tiempo.
- como desplazamiento: el sentido como movilidad material que conduce a través de las tendencias de las intracciones.
- como tendencia: el sentido como agenciamiento, como movimiento no mecanicista.
Por ejemplo, Jussi Parikka considera que:En las historias que contamos está implicado mucho más que las palabras que usamos. Ellas cuentan las historias de los medios y la mediación, de la materialidad y la Tierra. Los relatos mismos son de una escala de duraciones geológicas en principio demasiado lentas como para que podamos aprehenderlas. Lo cual exige una comprensión del relato que es radicalmente diferente del significado habitual del contar historias con el que estamos familizarizados en las humanidades. Es probable que este relato contenga menos palabras y más de esa materia semiótica a-significante que una y otra vez impone su presencia, especialmente en la época actual de crisia a la que nos referimos como "cambio global" (51).
Más allá de sí coincidimos o no con la imposibilidad discursiva de la información que plantea Lash, y mediando sobre las maneras en las que puede existir la escritura no-humana, consideramos que esta supuesta imposibilidad no implica también una anulación de las historias. Las autorías no-humanas se hacen cargo de historias que no tienen porque implicar linealidad ni secuencialidad y, como apunta Parikka, operan a escalas de tiempo diferentes a las humanas. Proponemos, por lo tanto, que el significado como se ha trazado anteriormente es posible sólo en la primacía de una temporalidad humana, pero que no es un agente indispensable en la conformación de lecturas, escrituras ni autorías.
Paula Ricaurte sostiene que (véase la página 26):
Las escrituras no-humanas
- En tu casa desierta no intenta operar a través del significado, como tampoco funcionó así la base de datos para el programa ejecutado, sino que trata de mostrar que en las escrituras posthumanas la singularidad de su escritura puede descansar en el sentido y su inevitable relación meterial.
- Hablar la imposibilidad de la discursividad de la escritura no-humana, aunque sí de historias no lineales
- Decir que la escrira y la materialidad no humana funcionan por la vía del sentido y su agencia
- los grados de rastreabilidad nunca son diáfanos