Autorías Escriturales Posthumanas

2.4 La selección y la base de datos como estética de la desapropiación

Sin olvidar la idea que tiene Rivera Garza de la cualidad eminentemente digital de las prácticas de desapropiación, para establecer las relaciones entre la poesía de Ramón López Velarde y el problema del desplazamiento en Jerez hemos decidido enfatizar lo que Lev Manovich considera una de las técnicas primordiales de los medios digitales: la selección. La conceptualiza de la siguiente manera: “[e]s raro que los objetos de los nuevos medios se creen partiendo de cero, normalmente son un montaje a base de fragmentos que ya están hechos. Dicho en otras palabras, en la cultura del ordenador, la auténtica creación se ha visto sustituida por la selección a partir de un menú (178)”. Para Manovich la selección, como una característica primordial de los ordenadores digitales confronta de manera directa una cosmovisión que entiende a las obras culturales como productos realizados desde cero o a partir sólo de la genialidad de sus creadores creyendo que “[u]n artista actúa como un Dios que crea el universo: comienza con un lienzo vacío o una página en blanco, y poco a poco va rellenando los detalles que dan vida a un nuevo mundo (179)”, visión que, para Manovich, se correspondía de una manera más apropiada con un entorno técnico preindustrial. Por el contrario, las selecciones que se hacen a través de los menús, generalmente, ya están predefinidas por el mismo ordenador: desde los tipos de fuentes hasta las instrucciones de un código para un programa son formas de predefinición que posibilitan y delimitan lo que se selecciona. Podríamos definir que la característica que moldea a la selección como una operación neurálgica en los ordenadores se da a través de “la modificación de una señal ya existente (180)”. La selección –ya sea de un tipo de fuente, de párrafos, imágenes, hipervínculos, bases de datos, etc.– genera que acciones tan básicas como copiar y pegar, alterar, almacenar y reordenar la información se vuelvan algunas de las instrucciones principales más comunes en los ordenadores de propósito general. 
        Catherine Adams y Terrie Lynn Thompson refieren que en la investigación de los actores no-humanos es primordial seguir la cualidad invitacional de las cosas (40). Entienden que de los agentes no-humanos –al relacionarse con otros agentes– emergen cualidades que facilitan ciertos tipos de intracciones a la par que dificultan otras. Los modos de relación entre los objetos técnicos y sus usuarios no se sujetan a un determinismo tecnológico, ni en sus usos como tampoco en sus efectos, pero lo que tratan de enfatizar es que las características técnicas sí que facilitan ciertas relaciones y opacan y tratan de dificultar conscientemente otras. De igual forma, entienden el carácter situado de la relación con el usuario en la medida que “[t]he invitational quality or gesture of a thing is always heard or apprehended in light of our intentionality, that is, our indissoluble unity with and orientation to our world (41)”. Existe un emplazamiento situado en la orientación de las cualidades invitacionales de los objetos técnicos que no es reductible a su propia arquitectura o diseño que se trama sólo a través de su relacionabilidad. Pensando desde las particularidades de un entorno digital y basándose en Don Norman, argumentan que: 

[t]he mark of a good design is when the “face” (whether surface or interface) of the technical artifact communicates its proper function and operation to its user, that is, what something is for and how to use it. Unlike the things of nature, where affordances are perceived only by the happenstance of naturally occurring material characteristics, Norman advocates that the affordances of manufactured objects should be explicitly designed into the artifact. If an object’s affordances are not apparent to its user, it is, for the moment, useless (45)


A través de las particularidades del diseño de la interfaz, consideramos que la importancia que otorga Manovich a la selección se muestra en las cualidades invitacionales de las propias interfaces gráficas de los programas de software, los cuales aparecen sugeridas en infinitivo: copiar, pegar, compartir, eliminar, insertar, etc. La facilidad con la que los procesadores de texto digitales nos permiten administrar lo ya escrito muestran cómo el entorno sociotécnico digital es proclive, como indica Rivera Garza, para la desapropiación. No sólo es que, como argumentaba Manovich, las formas culturales digitales se enfrenten a las visiones de la creación ex nihilo, sino que también cuestionan conceptos como la autoría: 

[s]e trata de un nuevo tipo de autoría que ya no corresponde ni con la idea premoderna (de antes del Romanticismo) de la modificación menor de la tradición, ni tampoco con la idea moderna (del siglo XIX y la primera mitad de XX) de un creador genio que se vuelve contra ella. Pero sí que encaja perfectamente, por el contrario, con la lógica de las sociedades industrial avanzada y postindustrial, donde casi todos los actos de la vida práctica implican elegir en algún menú, catálogo o base de datos (180-181)


El presente trabajo trata de entender la forma en que estas cualidades invitacionales digitales pueden permitir modos de autoría más acordes a su propio entorno sociotécnico a través de los ensamblajes de heterogéneas y múltiples agencias humanas y no-humanas, así como a la búsqueda activa de adaptaciones y adopciones tecnológicas situadas que nos relacionen con la autoría sin pensar en modelos estructurados a través de un fuerte énfasis en nociones como las de propiedad u originalidad. Pensamos que la administración de la información digitalmente mediada –así como el hecho de que invitacionalmente los ordenadores faciliten al usuario la administración de lo ya hecho– ha llegado a un límite, como argumenta Wu Ming 1, en el que (véase el subrayado de la página 29):


Para Paula Sibilia, la crisis de ideas como las de la propiedad privada –así como de cualquier conceptualización excesivamente dualista como podría ser público/privado, mujer/hombre, natural/artificial, etc.– son derivados de las mismas condiciones sociotécnicas que los imposibilitan. Para Sibilia, si bien parece que el entorno técnico empuja a una indistinción de la propiedad también empuja a formas de economía sustentadas ya no en la adquisición de propiedades, sino en el acceso a servicios: “[l]a propiedad es una institución demasiado lenta para ajustarse a la nueva velocidad de nuestra cultura (22)”. Así Marianne Van Den Boomen et. al. consideran que las culturas emergentes de la digitalidad conectada a internet –blogs, redes sociales, foros de Reddit– son “material practices of appropiation, and new media objects as material assemblages of hardware, software, and wetware (9)”. En un despliegue inalcanzable de la velocidad de los medios digitales, la desapropiación se convierte en una práctica común al grado de que  (véase el subrayado de la página 27 de Versus: Contra el Copyright). La forma digitalizada que toma la desapropiación muestra que existe una evidente incompatibilidad entre los modos de producción y reproducción de la cultura –así como el ensamblaje de materialidades profundamente tecnificadas que son necesarias para su operabilidad– y los marcos legislativos que constriñen su autoría y su propiedad.
         El experimento que se presenta aquí pretende resaltar la dislocación que hay entre una visión de las producciones culturales entendidas y protegidas como productos susceptibles de ser convertidos simplemente en propiedad frente a un entorno sociotécnico que confronta tal inclinación. Para ello, partiremos de la noción de selección antes expuesta, así como de la idea de que las bases de datos son parte fundamental de la experiencia digital. Creemos, al igual que Victoria Vesna, que la generación, administración y manipulación de bases de datos en el back end –la parte no visible, lo que se encuentra detrás de bambalinas pero que permite el correcto funcionamiento de las interfaces, el código fuente que ejecuta el ordenador– debería ser una preocupación central en la producción artística digital ya que “artists working with computer technology have to think of the invisible backbone of databases and navigation trough information as the driving aesthetic of the project (X)”. Sin embargo, la propia Vesna argumenta que el hecho de que algo devenga información digital –a través de su captura– genera una suerte de homogenización que puede desmaterializar: 

[i]n the computerized paradigm, humans as perceived as information [...] the “human” is abstracted from the larger social conditions we occupy. If we juxtapose these assumptions with late capitalism, moving away from durable product to information, we can easily translate this to the art world’s dematerialization of the object (8).

Esta homogenización de la información digital podría conducirnos a una visión igual de abstracta de la cultura y de lo humano. Dicha cosmovisión de lo digital se ancla en lo que Marianne van den Boomen et. al. llaman digital mysticism que puede entenderse como la compresión de que “new media marked a shift from the material to the inmaterial, a general transformation of atoms into bits [...] and of matter into mind (8)". Este misticismo es derivado de la falta de interés por la materialidad que permite el funcionamiento de toda la infraestructura digital, desde los cables de fibra óptica hasta las minas africanas de extracción de cobalto necesarios para los circuitos y las baterías. Atender a la materialidad que permite la estabilidad de la infraestructura digital –desde el plástico de las carcasas hasta el cobre o el aluminio utilizado para la disipación térmica en los grandes servidores externos que almacenan nuestros datos en la nube a miles de kilómetros de distancia– es una forma de evitar la equívoca concepción de una, supuestamente, inevitable evaporación y abstracción del devenir información. En esta misma línea, Scott Lash sugiere que “[l]a información es uno de los muchos tipos de contenido cultural. Y uno de los muchos tipos de cultura material. Se distingue de otros contenidos culturales por su duración, su temporalidad. Así, puede diferenciársela de otras entidades culturales que tienen distintas temporalidades y distintas extensiones espacialidades (125)”. Si bien en la tercera parte de la investigación se atenderá a la idea de las distintas temporalidades de la información y de la espacialidad con mayor detenimiento, por ahora baste aclarar que prestar atención a los tipos de relaciones que se dan en la materialidad de los ensamblajes digitales es una vía para evitar su entendimiento abstracto. Analizar la heterogeneidad de espacios y temporalidades en las que los ensamblajes materiales permiten la captura, transmisión, almacenaje, clasificación, visualización y mercantilización de lo digital se vuelve primordial para la reflexión situada. Evidenciando la materialidad de lo digital y tomando distancia del misticismo digital, Bill Seaman sostiene que todas las bases de datos se determinan “trough human activity leading to residues and/or inscriptions of experience (121)”. De igual forma, en la tercera parte del proyecto se explorará –tras haber realizado el experimento de desapropiación– la idea de que la administración de la información y su emplazamiento material y territorial permiten mostrar el carácter situado y no neutral de su uso. 
         La importancia de las bases de datos como vía para la desapropiación digital nos parece primordial en la medida, piensa Jos de Mul a través de Benjamin, que “the database constitutes the ontological model of the work of art (95)”, como otrora lo fuera una preeminencia de la representación a través de la perspectiva renacentista o el montaje cinematográfico en el siglo pasado. Jos de Mul se refiere a un modelo ontológico en cuanto que las posibilidades de acción a través de las bases de datos generan ordenamientos, y reordenamientos, de la realidad, pero también de su percepción. El propio Lash establece que el modelo que se instala a través de las bases de datos digitales –el cual guarda una profunda relación con las visiones del misticismo digital– se basa en que:

[e]n la era de la información, la experiencia cultural se aparta de los dualismos trascendentales anteriormente existentes del lector y el libro, el concierto y el auditorio, la pintura y el espectador. La cultura se desplaza a un plano inmanente de actores asociados o conectados en interfaz por máquinas. Ahora experimentamos las cosas culturales no como representaciones trascendentales, sino como cosas inmanentes: como objetos, como tecnologías. En esta inmanencia generalizada, las superestructuras se derrumban cuando la economía se culturaliza e informacionaliza (34).

El desplazamiento que se hace respecto de las estéticas predominantes de ensamblajes sociotécnicos anteriores está fuertemente ligado a la imposibilidad de pensar en una distinción entre originales y sus copias, como sugiere Wu Ming I. Pero no es sólo ontológicamente, como alega Jos de Mul, como la base de datos toma una preponderancia en un entorno sociotécnico digital, sino que también su forma de articulación estética ya no se corresponde con ideas como las del montaje cinematográfico que son indisociables de los experimentos de apropiación como los collages o el cut-up antes mencionados. Manovich sugiere que el régimen del montaje audiovisual del siglo pasado se ve sustituido en las tecnologías digitales por la idea de bucle: 

¿Puede el bucle ser una nueva forma de narrativa adecuada para el ordenador? [...] Ésta comporta la alteración del flujo lineal de los datos por medio de estructuras de control como el ʻsi/entoncesʼ y el ʻrepetir/mientrasʼ, de las cuales el bucle es la más elemental.
    Como ilustra la práctica de la programación informática, no hay por qué considerar el bucle y su progresión por secuencias se excluyan entre sí. Un programa informático avanza del principio hasta el final ejecutando una serie de bucles (73)

En el bucle que teoriza Manovich lo que se muestra de una manera específica –como lo podría ser una tabla, una gráfica, una lista, etc.– a través de una interfaz podría ser visualizado u ordenado de una manera completamente distinta, aunque partiera de la misma base de datos, ya que la relativa fijeza está en la base de datos misma y no en el output que muestra la interfaz. Pero, como matiza Christine Paul, “[a]ccording to Manovich, the database presents the world as a list of items that it refuses to order [...] while narrative requires a protagonist and narrator, a text and a story, and cause-and-effect relationships for seemingly unordered events (100)”. Si la narración y el montaje eran formas de discursividad y representación, el bucle presenta, itera ordenamientos. Scott Lash sostiene que uno de los efectos del devenir información a un ritmo demasiado acelerado es que “[a] diferencia del discurso, [la información] no necesita de argumentos legitimadores ni adopta la forma de enunciados proposicionales, sino que trabaja con una violencia comunicacional inmediata (16)”. En este sentido el presente experimento escritural tiene la intención de mostrar sin tratar de crear, necesariamente, relato respecto de los desplazamientos en Jerez y en la obra de Velarde. 
         Sociotécnicamente, parece que las cualidades invitacionales de los agentes digitales son ideales para la exploración de las prácticas de desapropiación textual, sin embargo, las formas en las que se administra y utiliza la información a través de las bases de datos parece que dificultan su organización discursiva. Alexander R. Galloway sostiene que las descomunales cantidades de información digital, que no tienen ningún tipo de precedentes equiparable, se desbordan en las interfaces –las cuales se promulgan como intentos de reducirlas para tratar de volverlas asimilables– por lo que “[t]hus the truth of social life as a whole is increasingly incompatible with its own expression. Culture emerges from this incompatibility. The same goes for the interface: it emerges from this incompatibility (VIII)”. Es decir, la cultura misma emerge y se adhiere a la imposibilidad misma de su representación debido a su desbordamiento que parece sólo ser asimilable desde su computabilidad. La dificultad de su representación está ineludiblemente ligada con su tendencia de ser computable y, por ello, su forma de presentación a través de las interfaces –como una forma de traducción latouriana– es marca de esta incompatibilidad. Estas disputas son muestra de que las formas en las que podemos aproximarnos a las diferentes visiones de la autoría tienen que enfocar su atención en el entorno y las agencias –humanas y no-humanas– que las permiten, así como a las relaciones –ya sean de armonía o contradicción– que se van desarrollando constantemente. 
         Atendiendo al empeño de no caer en una visión abstracta y no material de lo digital, la conformación de nuestra base de datos que servirá para desapropiar la poesía de Ramón López Velarde al tiempo que se busca su ensamblaje con los desplazamientos actuales de Jerez se conforma de una heterogeneidad de fuentes escriturales locales. La base de datos, la cual se enlistará con detenimiento en el experimento mismo, está compuesta por la selección de algunos poemas centrales en la obra de Ramón López Velarde, la integración de notas de periódicos locales respecto del desplazamiento interno forzado que ha sufrido Jerez en los últimos años, ciertas publicaciones de Facebook de candidatas a reina del Carnaval de Jerez que rechazaron participar en el concurso como muestra de empatía por la preocupante situación de inseguridad y la carta publicada por el diputado federal Marco Antonio Flores Sánchez anunciado el cierre del hotel La cabrona debido a que es una figura destacada del municipio de Jerez. La selección misma de la base de datos se realiza, como lo sugiere la propia Vesna, desde el entendimiento del actual desbordamiento de la información que se vuelve inasumible (IX). Por ello, para su selección se atiende a la concepción previamente enunciada sobre la base de datos como una forma de inscripción material de la experiencia y por ello se tomaron en cuenta sólo fuentes escriturales provenientes del propio Jerez. De igual manera y tomando en consideración la movilidad de las interfaces independientemente del contenido de la base de datos, nos basamos en el concepto de combinatoria expresado por Seaman como una de las vías protagónicas en las estéticas de las bases de datos y su gestión. Influenciado por el matemático Claude Berge –quien fuera miembro de OULIPO– quien en su definición de combinatoria entiende que “dependes on a very precise concept of ʻconfigurationʼ. A configuration arises every time objects are distributed according to certain predetermined constraints [...] The concept of configuration can be made mathematically precise by defining it as a mapping of set of objects into finite abstract set with a given structure (1-2)”. Para Seaman las posibilidades combinatorias que ofrecen los medios digitales son muy diferentes a la noción artística de composición que metafóricamente opera en un régimen espacial y visual. Es decir, la combinatoria también apunta a la gestión y a la administración de datos previamente seleccionados, más que a una idea de creaciones originales. 
          En los siguientes apartados daremos cuenta del modo en que es posible programar un experimento de desapropiación de Velarde basándonos en las ideas de selección digital y combinatoria lo cual nos servirá, en el siguiente capítulo, como un proceso que haga patente la imposibilidad de teorizar sobre las autorías escriturales exclusivamente desde la agencia humana. Las formas, usos y materialidades específicas con las que se relaciona la escritura digitalmente mediada –como lo es, en este caso, el código fuente– así como con la conformación de autorías se vuelven una parte capital para nuestra comprensión de las autorías posthumanas mismas y, por lo tanto, consideramos que es necesario hacerlas parte integral de nuestra investigación. 
 

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