Glosario de lo Común

Conversatorio: Movimientos sociales y construcción de paz

Transcripción de la conversación con líderes del Congreso de los Pueblos, Tejuntas y Comosoc en el marco del Día Paíz de la Universidad de los Andes el 9 de noviembre de 2016.

Laura Quintana: (…) abrir un espacio para escuchar las voces de estos líderes justamente en la reflexión que se viene propiciando no solo en torno al proceso de paz, sino en torno a lo que significa un proceso de construcción de paz y también me parece en estos días en torno a lo que está en juego con todo este asunto del posplebiscito. Es nuestra convicción de que los movimientos sociales tendrían que tener mayor visibilidad e intervención en todos estos procesos y tal vez puedan tener procesos interesantes para pensar cómo enfrentar muchas de las situaciones que están en juego hoy con este asunto del posplebiscito. En particular a nosotros, a algunos colegas de la Facultad, Carlos Manrique, Juan Ricardo Aparicio, Alhena Caicedo, Pablo Jaramillo y otros, hemos estado muy interesados en pensar con los movimientos sociales, en tratar de reconocer cómo en su actividad política pero también en sus producciones conceptuales, ellos están produciendo textos, están produciendo producciones estéticas, están pensando sobre la violencia y están pensando sobre la manera de enfrentar la violencia en sus distintas caras, en sus distintos registros. De modo que consideramos muchos que es importante no solo oír las voces de estos movimientos como voces más que hacen parte del conflicto en Colombia, sino como unas voces que han pensado bastante sobre el conflicto en Colombia y que permiten enriquecer y politizar este conflicto de modo que deje de ser un conflicto tan violento y pueda reconvertirse en un conflicto político creador. Básicamente, los hemos convocado alrededor de dos preguntas, ellos van a intervenir alrededor de quince minutos cada uno respondiendo sobre estas preguntas y también contándonos un poco de sus movimientos, de lo que pasa en estos movimientos, de lo que hacen. Una primera pregunta tiene que ver con pensar el papel que pueden tener los movimientos sociales en este momento tenso, complejo, paradójico, preocupante para muchos, del posconflicto y del pos, perdón, del posplebiscito, que no es posconflicto porque de hecho esta expresión “posconflicto” ya es muy problemática, del posplebiscito que ha hecho evidente que estamos en un conflicto que tiene que repensarse. Y la segunda pregunta, que nos hablen también de la manera en que ellos han reflexionado acerca de la manera en que los movimientos sociales pueden contribuir a lo que se ha dado en llamar un proceso de construcción de paz. Los movimientos también han producido como parte de su repertorio de enunciación maneras de hablar de eso, por ejemplo, el Congreso de los Pueblos habla de un proceso de construcción de paz transformadora. Me imagino que también nos podrán hablar de cómo se define mucho lo que se entiende por estos términos por la manera en que se habla de ellos. Entonces pues, sin más, le voy a dar la palabra a estos líderes. Siento mucho que no haya podido venir una mujer a la que habíamos invitado, pero se le presentó un inconveniente. También por eso en parte mis colegas me pusieron a mí a presentar un poco lo que se jugaba con este espacio, no solo por corrección política, sino porque pues también hay muchas voces femeninas participando en estos movimientos. Pero bueno, le doy la palabra entonces a cada uno de ellos. Los voy a presentar y luego cada uno va a intervenir. Tenemos en primer lugar a Alejandro Mantilla, que viene del Congreso de los Pueblos. Tenemos también a Christian Mantilla que viene de COMOSOC y también de Cumbre Agraria y tenemos a David Heredia que viene del Colectivo Tejuntas. Tenemos también a Daniel Pardo que es estudiante nuestro de la maestría en Filosofía, quien va a moderar la conversación y cuando lo crea conveniente también podrá intervenir en ella. Entonces les doy la palabra a ustedes, muchas gracias por estar acá, de verdad.

Alejandro Mantilla: Bien. Perdón, tengo una gripa terrible. Buenos días. Bueno, en primer lugar, muchas gracias a la Facultad por la invitación, a la profesora Laura, al profesor Carlos Manrique. Mi nombre es Alejandro Mantilla, yo hago parte del Congreso de los Pueblos. Yo no soy vocero del Congreso de los Pueblos, soy, pues yo soy un integrante más. Sobre todo, mi trabajo ha estado muy ligado a dinámicas de acompañamiento al movimiento campesino en dinámicas de educación popular y de asesoría a algunos movimientos sociales, sobre todo movimientos campesinos y movimientos sindicales, pero también pues soy un integrante pues del Congreso de los Pueblos. Yo voy a plantear algunas ideas, eh, fuerza, que pues sin duda también va a poder complementar David Heredia, que es de Tejuntas, que es una organización que, pues, también hace parte del Congreso de los Pueblos. En un primer momento, el Congreso de los Pueblos nace en el año 2010 como resultado de la movilización indígena y campesina que viene sobre todo del sur-occidente del país. Y nacemos con una idea: desarrollar e impulsar una propuesta de país para la vida digna. Y nos llamamos Congreso de los Pueblos por una razón. En buena parte de las últimas movilizaciones nacionales que hemos visto en nuestro país, hay varios temas que son un lugar común. Primero, acuerdos incumplidos, por ejemplo. Este es un país donde la gente se moviliza una vez para llegar a acuerdos y la segunda vez pa’ que se los cumplan. En el Putumayo del 97 para acá hay veintiocho actas de acuerdos incumplidos, por ejemplo. Pero hay un segundo punto que para nosotros era clave, sobre todo a finales del gobierno Uribe, un punto que llamamos la legislación del despojo, y llamamos legislación del despojo porque desde el gobierno Uribe para acá se vinieron aprobando una serie de leyes que tenían como principal objetivo desterritorializar, despojar y privar de su tierra y su territorio a las comunidades, sobre todo indígenas, campesinas y afros, aunque también podría hablarse de lo mismo hacia los pobladores urbanos. Por eso entonces dijimos, si el Congreso de la República saca las leyes del despojo, ese Congreso no nos representa, necesitamos un congreso de los pueblos. Es una idea que viene sobre todo desde el movimiento indígena. ¿Qué empezamos a decir entonces? Necesitamos frente a esas leyes del despojo, y en el marco de esa propuesta de país para la vida digna, unos mandatos. Esa idea de mandato para nosotros es clave, porque el mandato básicamente es una idea de programa pero ante todo de legislación. Nosotros por ejemplo mandatamos que en nuestros territorios no va a haber gran minería transnacional, y cada una de las comunidades que hace parte de Congreso de los Pueblos tiene como un mandato no permitir que haya minería transnacional, a cielo abierto, a gran escala en sus regiones. Y en el norte de Nariño, por ejemplo, en estos días se viene desarrollando una minga para proteger el territorio de esa gran minería. Entonces, ¿cuál es la idea del mandato? No es un proyecto a largo plazo, es algo que se constituye ahora mismo, y además es una norma, es una norma que cumplimos desde la organización social. En ese orden, el Congreso de los Pueblos tiene una, también un punto de partida que para nosotros es muy importante, es la idea de la diversidad, una muy inmensa fuerza de lo indígena, de lo campesino, de lo afro, pero también de lo juvenil. Tejuntas, donde participa David, es una muestra de ello. También hay expresiones sindicales, una expresión muy importante de mujeres, la Confluencia de Mujeres para la Acción Pública, y desde esa diversidad queremos entonces generar esta propuesta de país para la vida digna. Y arranco por ahí porque nosotros consideramos que hablar de nuestra concepción de paz hace parte de esa concepción de país para la vida digna. Y en este momento coyuntural que estamos viviendo como país, nos parece que los resultados del plebiscito nos generan inmensos retos, y entonces voy a hacer un par de reflexiones en ese sentido. Lo primero que nos parece crucial: saludamos y hacemos parte de esa inmensa movilización social que ha respaldado los acuerdos con las FARC y que sigue insistiendo en la necesidad de una solución política al conflicto armado. Para nosotros eso es completamente saludable y hacemos parte de buena parte, de buena, sí, de buena parte de las iniciativas que se vienen jalando en ese sentido. Hoy hacemos parte de Paz a la Calle, hemos también convocado las movilizaciones sociales que se dieron después del triunfo del no en el plebiscito y vamos a seguir en esa dinámica de movilización social por los acuerdos, y también pues por la solución política al conflicto armado. Otro punto que nos parece clave: en esta coyuntura posplebiscito, nosotros también hacemos parte de un inmenso clamor del movimiento social colombiano que considera que es necesario defender el espíritu de los acuerdos, es decir, que lo que se alcanzó en La Habana genera oportunidades para democratizar la vida política en Colombia. Y nosotros también hemos dicho que esos acuerdos son insuficientes, son insuficientes en comparación con lo que persigue el movimiento social. Y yo ahí pongo un ejemplo: el punto de tierras. En el punto de tierras, el movimiento social colombiano, y aquí está Christian Mantilla de la Cumbre Agraria, ha venido planteando la necesidad de una reforma agraria democrática. Eso implica entonces una democratización de la propiedad de la tierra, ¿sí?, en uno de los países con mayor concentración de la propiedad. Sin lugar a dudas los acuerdos de La Habana ahí son aún muy tímidos, porque apenas se está hablando de un fondo de tierras de 3.000.000 de hectáreas. Aquí solo en despojo le quito por lo menos al movimiento campesino e indígena 6.000.000. Entonces mire, los acuerdos de La Habana ni siquiera llegaban a la mitad de lo que se despojó. Pero no obstante, aunque eso sea insuficiente, hay que defender el sentido de esos acuerdos, porque nosotros no es lo mismo criticar los acuerdos porque sean insuficientes a considerar que son inútiles. Por eso entonces planteamos que una primera tarea del movimiento social hoy es defender el sentido de esos acuerdos, aunque consideramos que el movimiento social tiene apuestas mucho más altas. Un segundo punto que nos parece clave como Congreso de los Pueblos es que creemos que hay diversas concepciones de paz, y ahorita digamos Laura estaba introduciendo ese punto, y aquí hablo como individuo en los análisis que yo he hecho. En Colombia realmente hay al menos tres concepciones de paz, y yo quiero aquí establecer algunas distinciones. Primero, creo que buena parte del consenso sobre la paz y la solución política del conflicto parte de una concepción que yo llamo minimalista. Es decir, la solución política y la construcción de paz pasan ante todo por generar una especie de acuerdos muy mínimos porque la paz tiene que ver con garantías políticas para la participación. Sobre todo el punto 2 de los acuerdos de La Habana, por ejemplo. Entonces no realice grandes cambios, sino genere posibilidades políticas de participación, sobre todo pues para las insurgencias. Hay una segunda concepción, que es lo que uno podría llamar la paz corporativa. Y la mejor muestra es las bases del Plan de Desarrollo que se aprobaron el año pasado. El primer párrafo del Plan de Desarrollo lo dice muy claro: en Colombia hay que buscar la solución política y la paz porque eso va a traer inversión. Y encontramos vainas súper preocupantes. Hace dos años el exministro de Minas, Tomás González, dijo: “necesitamos fracking para la paz”. O sea, la fractura hidráulica para extraer yacimientos no convencionales de petróleo, un procedimiento que ha sido prohibido en buena parte del mundo porque es enteramente agresivo con el agua se plantea que es la manera de obtener los recursos para financiar la paz. O lo que hemos visto con las declaraciones del presidente de Ecopetrol, Echeverry. Él dice, “ahora con la solución política al conflicto, Ecopetrol va a poder llegar al norte del Caquetá, o al Putumayo, donde antes estaban las FARC y que no había podido llegar entonces la inversión extranjera y la inversión de Ecopetrol”. Eso ha generado una conflictividad social muy compleja en el norte del Caquetá, por ejemplo. Esa dimensión de la paz corporativa la rechazamos abiertamente porque para nosotros paz es vida digna y defensa del territorio. Por eso hablamos de una concepción transformadora de la paz, que sería la tercera. Para el Congreso de los Pueblos, como para buena parte del movimiento social colombiano, hablar de la paz implica condiciones de buen vivir e implica algo de redistribución, e implica también garantía de derechos e implica también justicia para los crímenes que se han cometido en este país en el marco del conflicto armado y del terrorismo de Estado. Por eso decimos entonces no le apostamos a la paz corporativa, nos oponemos a ella. Tampoco creemos que sea adecuado hablar de una paz minimalista, es decir, simplemente negociar políticamente sin transformaciones. Creemos que en Colombia es necesario avanzar hacia unas transformaciones mínimas para garantizar la paz. Y decimos entonces, por eso hay que generar una suerte de respaldo al espíritu de los acuerdos de La Habana. No obstante, nuestra concepción de paz incluso va más allá, y yo quiero cerrar en los minutos que me quedan haciendo esa reflexión que ya es digamos de nuestra cosecha. La semana pasada, el día jueves, hicimos el lanzamiento de un espacio que hemos llamado la Mesa Social para la Paz, donde participa el Congreso de los Pueblos pero también hay otras organizaciones. Está por ejemplo la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, está el Proceso de Comunidades Negras, hay varios sindicatos rodeando la propuesta, y nosotros básicamente estamos diciendo una cosa: no podemos caer en el error de querer refrendar acuerdos de paz con la ciudadanía marcando una equis. En buena medida el fracaso del plebiscito, y eso que nosotros hicimos campaña por el sí, en buena medida el fracaso del plebiscito pasa porque buena parte de la ciudadanía no participa de las dinámicas de paz en La Habana, y nosotros planteamos entonces como Congreso de los Pueblos, necesitamos abrirle la paz, el espacio de la paz a la gente, y eso solo se logra con participación. Y por eso hablamos de la Mesa Social para la Paz, la idea de generar participación social en la búsqueda de la solución política del conflicto. Nosotros hemos dicho que en la agenda con el Ejército de Liberación Nacional, que sigue bloqueada pero que esperamos en esta semana se desbloquee, el primer punto es participación y ahí hay una oportunidad, pero eso es insuficiente incluso frente a lo que desea el movimiento social colombiano. Hemos dicho que queremos un espacio incluso de negociación, donde no solo estén campesinos, indígenas, afro, trabajadores, mujeres, pobladores urbanos. También es clave que estén los empresarios de este país. También es clave que estén los políticos tradicionales de este país. Pasó una cosa muy curiosa el jueves en el lanzamiento de la Mesa Social. Estuvo Francisco Santos e incluso el mismo dijo que se sentía como Davivienda, en el lugar equivocado, pero estuvo, y eso es importante, porque llegar a la solución política del conflicto y a la construcción de paz, solo se puede hacer entre personas que pensamos muy distintos. Y por eso entonces decimos y defendemos tres ideas fuerza. Primero, la idea de la paz es esa defensa nuestra de un país para la vida digna. Segundo, creemos que hay que defender ese espíritu de los acuerdos de La Habana aunque sean insuficientes. Temas como lo minero-energético, lo ambiental, no aparecen en La Habana, y necesitamos hablar hoy del territorio y hablar del ambiente y hablar lo minero-energético para hablar de paz. Tercera idea fuerza que nos parece importante, no hay paz sin participación de la sociedad, por eso promovemos una Mesa Social para la Paz. Cuarta idea que en buena medida se liga a la primera, frente a la paz corporativa y la paz minimalista defendemos una idea de paz transformadora, una paz que nos permita realmente democratizar la sociedad colombiana y garantizar derechos, que implique también reconocimiento, redistribución y políticas transformativas *de hacer* país. Y, por supuesto, una idea que vamos a seguir agitando: la Mesa Social para la paz es un espacio de participación no solo para el movimiento social, nosotros lo impulsamos como Congreso de los Pueblos, como Mesa Social y como otras organizaciones, pero la paz no se puede quedar coja y la mesa no se puede quedar coja y las sillas no se pueden quedar vacías. Es crucial que la sociedad colombiana entre en un diálogo nacional, también con los empresarios, también con el Estado colombiano, también incluso con los inversionistas transnacionales con los que no estamos de acuerdo. Solo, a nuestro juicio, se construye paz con participación, con diálogo nacional y buscando esas transformaciones que este país, a nuestro juicio, necesita para que sea más democrático. Sumercé, muchas gracias por la invitación y espero que en las preguntas podamos seguir conversando.
(Aplausos)

Laura Quintana: Ah bueno, una aclaración, después de que ellos intervengan por supuesto ustedes pueden participar y hacer las preguntas que tengan. También olvidé algo más, caí en la cuenta mientras hablaba Alejandro, invitamos a alguien de Marcha Patriótica, por supuesto, porque es una voz muy importante en los movimientos sociales hoy, pero no pudo venir y no, no lo logró en último momento entonces pues para que lo sepamos.

Christian Mantilla: Bueno, buenos días para todos y para todas, agradecer la invitación. La invitación llegó más que para la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales, COMOSOC, que es de la organización de la cual hago parte, llegó para la Cumbre Agraria, en la que pues hago parte como, como coordinador de uno de los procesos que está adelantando la Cumbre, que es las Cumbres de Paz, entonces quisiera, pues, rápidamente referirme a COMOSOC, pero centrarme en la propuesta que viene adelantando la Cumbre Agraria, también por explicar un poco qué es la Cumbre Agraria. Bueno, la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales de Colombia, COMOSOC, nace en 2004, 2005, en pleno proceso de desmovilización del paramilitarismo, saliendo de una etapa bien difícil de persecución política al movimiento social y en un momento que llamamos un momento de crisis de representación, de crisis del movimiento social y político. En ese contexto, varias organizaciones empezamos a reflexionar de la importancia de destacar el papel de los movimientos sociales como actores políticos, que estaba un poco rezagada por un segundo plano, pues, en principio son los movimientos políticos, los partidos políticos *de* nuestra lectura hasta ese momento y aún, pues, entienden a los movimientos sociales como, digamos como, correas de transmisión de las decisiones y las concepciones y las estrategias políticas para concebir los intereses sea cual sea su concepción política o su ideología política. En ese momento dijimos no, los movimientos sociales en su práctica, en su quehacer, en sí mismos son actores políticos que no, no son representantes de una corriente política, una ideología política necesariamente, aunque por supuesto se nutren de, pues de una historia de luchas y de construcción de la política, de la construcción de la política y del pensar político. En ese sentido, la Coalición nace más que como una plataforma y como un movimiento político, nace como un espacio de articulación de distintas expresiones de organización social: indígena, campesina, afro, urbana, mujeres, en fin, en la diversidad de formas de organización social que existen en el país. Y nos juntamos alrededor de una idea y de varios principios. Una idea era construir una agenda política común, es decir, algunos acuerdos que nos permitieran actuar de manera articulada, de manera conjunta, frente a los desafíos que impone la realidad. Dos, establecimos algunos principios, como principios de comportamiento político, para construir ese escenario de articulación. Un principio de autonomía, es decir, autonomía respecto del Estado y autonomía respecto de los partidos políticos. Dos, el tema de la solidaridad popular, es decir, la necesidad de acompañar a otras organizaciones, a otras comunidades, en sus ejercicios de construcción de sociedad, en construcción de proyectos alternativos económicos, en construcción de las diversas iniciativas que tienen el movimiento social, en educación, en fin, distintas iniciativas. Y tres, un ejercicio que llamamos de complementareidad. No es suficiente con decir “nos solidarizamos con el otro en sus luchas”, sino es ver de qué manera mi experiencia contribuye a la experiencia del otro y nos vamos complementando en el quehacer político. En ese sentido también la Coalición ha venido apostándole a la unidad, lo que llamamos la unidad popular o la unidad del movimiento social y por esa razón hemos venido en distintos momentos de la historia del proceso participando en escenarios de articulación, y uno de ellos es el escenario de la Cumbre Agraria, la Cumbre Agraria campesina, étnica y popular. La Cumbre Agraria pues es también un espacio de convergencia de movimientos, principalmente de movimientos sociales y políticos de la ruralidad, pero no solamente. Cuando llamamos Cumbre Agraria campesina, étnica y popular pues nos referimos también a un gran espectro de las organizaciones urbanas, pues que existen en el país. La Cumbre Agraria nace de la movilización del paro agrario del 2013, que venía también antecedida por ejercicios de movilización *como lo que* llamaron en su momento “la semana de indignación”, donde nos convocamos ampliamente el movimiento social para hacer diversas acciones en simultánea con mucha autonomía cada una pero apuntando a un mismo propósito que era denunciar en ese momento la política y evidenciar también las alternativas que ha venido construyendo el movimiento social a lo largo de su historia. La Cumbre Agraria se construye a partir de un acuerdo político que llamamos “el pliego de exigencias, mandatos para el buen vivir, la reforma agraria integral y la solución política al conflicto, la construcción de la paz”. Ese mandato para el buen vivir básicamente plantea cuáles son las aspiraciones de este conjunto de movimientos sociales. En la Cumbre Agraria converge la Organización Nacional Indígena de Colombia, el Proceso de Comunidades Negras y la Autoridad Nacional Afrocolombiana, Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos, Coordinador Nacional Agrario, Fensuagro, la Reserva Campesina, Asocampo, COMOSOC, son trece organizaciones que hemos venido construyendo ese espacio de convergencia. De ese pliego, es un pliego que presentamos al gobierno nacional para la negociación. En el 2014 presentamos ese pliego y se instala un escenario de negociación que se llamó la Mesa Única Nacional, que era el espacio para discutir lo que nosotros consideramos las transformaciones necesarias para la paz. Entendemos ese pliego de exigencias también como un pliego para la paz. Creo que Alejandro expresa claramente de qué lado estamos en esas tres concepciones de paz. Estamos en la tercera concepción y es de la paz transformadora. La Cumbre se entiende como un sujeto transformador para la paz. Tanto así que, pues en el diálogo y la negociación con el gobierno, el gobierno nacional en la instalación de la Mesa Única en octubre de 2014 plantea el presidente Juan Manuel Santos y dice: “ustedes son los autores del posconflicto, ustedes son un actor importante para el posconflicto”. Y, pues nosotros consideramos que efectivamente sí, el movimiento social es un actor importante en todo este momento de discusión de la transición de la guerra a la paz. Y desde esa concepción de la paz transformadora, la Cumbre Agraria, y la Coalición como parte de ella, ha venido participando de manera no, pues, no necesariamente directa, en La Habana hemos reclamado una mayor participación en ese escenario de negociación política entre la insurgencia y el gobierno nacional, pero hemos estado ahí insistiendo. Tanto así que en ese escenario de negociación de La Habana las organizaciones étnicas que hacen parte de la Cumbre configuraron una propuesta que se llamó la Comisión Interétnica para la Paz y la Defensa del Territorio, que básicamente estaba el movimiento indígena y parte del movimiento afrocolombiano, el movimiento negro, diciendo “necesitamos que se respete la territorialidad, que se respete la consulta previa, que se respete la participación decisoria de las comunidades en la implementación de los acuerdos, ya que en la discusión misma de los pactos no se logró”. Entonces ahí hay un escenario concreto en el que el movimiento social logró incidir en el espacio de negociación de La Habana. Por otro lado, la Cumbre Agraria viene desarrollando todo este año un espacio que hemos denominado las Cumbres de Paz. Las Cumbres de Paz se han planteado como un escenario de discusión en los territorios, con las distintas comunidades, en territorios muy afectados por el conflicto, y tiene tres propósitos fundamentales. Uno, construir una agenda común de paz que le de contenido y alcance a esa concepción de la paz transformadora. Dos, la construcción de una ruta de resolución de conflictos territoriales. La misma dinámica del conflicto ha llevado a que en algunos territorios del país muchas comunidades se estén enfrentando por el espacio territorial: comunidades indígenas con comunidades campesinas, comunidades negras con comunidades campesinas, en las que el despojo del que habla Alejandro ha generado esa conflictividad que se ha dirigido, digamos se ha concentrado principalmente dentro de los movimientos, dentro de las (vídeo cortado) (...) y espera desarrollar al final de este mes, 29 y 30 de noviembre, una gran cumbre nacional en la que podamos reflexionar precisamente sobre el papel del movimiento social de cara al escenario de paz desde esta concepción que ya Alejandro explicó muy claramente y es esa paz transformadora. Vemos en el escenario del posplebiscito y del proceso de paz, como algunos retos ya para, para finalizar esta intervención. Primero, considerar que la paz en este momento es un escenario de disputa, por lo que ya expresó Alejandro, las distintas concepciones que están alrededor de la paz que define pues cuáles son los alcances de esta paz. Dos, entendemos que en este momento se está negociando y discutiendo el conflicto entre gobierno e insurgencias con algunos elementos de conflictividad social que están reflejados en los acuerdos pero que consideramos que estos acuerdos son más, no hablamos de, digamos de posconflicto, sino hablamos de posacuerdos porque consideramos que en adelante lo que se va a desatar, y eso también lo ha reconocido el gobierno nacional, lo que se va a desatar después de los acuerdos de paz es una gran conflictividad social toda vez que no se resuelven los problemas estructurales que han sido también generadores del conflicto armado. Y en esta conflictividad social que se desata luego de los posacuerdos, en el posible escenario de que lleguemos a unos acuerdos, se supere la crisis de La Habana y se avance en el proceso de negociación con el ELN tenemos un reto para el movimiento social. Uno es cómo la idea del gobierno nacional de encausar ese conflictividad social por las vías institucionales nos ponen en un reto y es cómo la, digamos la historia, la tradición de lucha se puede ir desdibujando en un ejercicio de institucionalización de la conflictividad. Un ejemplo de esa conflictividad o de ese reto es lo que la Cumbre Agraria ha experimentado en dos años de negociación en la Mesa Única en la que nos enredamos en discusiones financieras, tecnocráticas, burocráticas, y el movimiento social va perdiendo una capacidad de iniciativa y nos llevaron al terreno de lo institucional. Ahí hay un reto enorme, nos metemos en ese escenario institucional para lograr algunas transformaciones, y el reto está en cómo no desdibujar también otras formas de acción política que han venido construyendo el movimiento social desde un ejercicio de autonomía, de construcción territorial, de otras concepciones de la política, del quehacer de la política. Y ahí estamos en, ese es un reto para el movimiento social. Y tres, para finalizar, creo que ya *voy a pasar*, es el plebiscito nos mostró que, tanto los del sí como los del no, no logran convencer a la gran mayoría de este país. Cuando Alejandro habla de la necesidad de convocar a un gran diálogo nacional, de convocar a la participación, es precisamente *eso*, cómo hacemos para llegar a esa, digamos, amplia margen de población que no participa, que no está interesada en los acuerdos de paz, y esto ya también es una reflexión que tenemos hecha alrededor de la COMESOC y es, no necesariamente es una población apática, digamos, a la política y no es que no le interese la paz, sino que frente a una crisis de representación, frente a una crisis de la democracia en Colombia, esos escenarios que se han abierto no logran vincular con sus sentimientos, sus necesidades, sus aspiraciones. Y en ese sentido hay un reto enorme para el movimiento social en esta vía de construcción de la paz después de los acuerdos, es cómo hacemos para construir una nueva forma de hacer política que vincule a ese *gran*, digamos, sociedad que no participa pero que ha vivido de manera directa el conflicto y que día a día, digamos, se la rebusca para lograr esas aspiraciones de vida digna que todos, que todos y todas tenemos. Esos son como tres retos que planteamos. Muchas gracias.

(Aplausos)

Daniel Pardo: Gracias, Christian, y ahora le damos la palabra a David de Tejuntas.

David Heredia: Bueno. Buenos días para todos y todas. De antemano agradecer la invitación que se nos hace a Tejuntas y pues a ustedes también agradecerles la asistencia a este espacio. Tejuntas es el Tejido Juvenil Nacional Transformando a la Sociedad, que como ya lo mencionó Alejandro, hacemos parte del Congreso de los Pueblos, pero digamos dentro de la diversidad que existe al interior de todos los movimientos sociales, pues digamos que la juventud, nosotros sentimos y nosotras sentimos que la juventud cobra un papel importante en digamos especificicar unas reivindicaciones o unas problemáticas propias que sufre o vive o experimenta la juventud a diario. El Tejido es un tejido nacional que en estos momentos tiene presencia en Antioquia, en Cali, en Popayán, hay digamos como ciertos y ciertas jóvenes interesados e interesadas en trabajar con nosotros en lo que es Bucaramanga, tenemos presencia aquí en Bogotá y nos llamamos Tejuntas Bacatá. No somos los únicos ni las únicas dentro del Congreso de los Pueblos que reivindica la juventud o los jóvenes y las jóvenes como un colectivo o una subjetividad que pues tiene un papel histórico, un papel político dentro de la sociedad colombiana, sino que también nos, confluimos en las problemáticas de la juventud con organizaciones como la Minga Juvenil, dentro del Congreso de los Pueblos, y ANJECO, que es la Asociación Nacional de Jóvenes Estudiantes de Colombia, pues en sacar a flote estas problemáticas y estas reivindicaciones que tenemos propiamente como sector juvenil. Tejuntas surge en el 2011, en Marinilla, Antioquia, después digamos de la sesión de instalación del Congreso de los Pueblos en el 2010, ahí confluimos varias organizaciones juveniles y pues nos pensamos la idea de, bueno, hagamos un proceso juvenil nacional, tenemos muchos puntos en común, pues hagámole, apostémole a que la juventud cobre un papel importante en la transformación del país. Y ese año del 2011 Tejuntas sale o surge con cinco líneas de trabajo político muy importantes que ha venido digamos como dando pautas y puntos, digamos, horizonte a nuestro trabajo. Entonces, en principio la estigmatización o militarización de la vida juvenil, todo el tema de la represión policial, del abuso del ESMAD, ¿cierto?, el servicio militar obligatorio y sobre todo digamos como el señalamiento a nuestras prácticas propias como jóvenes, ya sea el arte, la música, el deporte, incluso había unos compañeros de Cali que eran digamos de la Universidad del Valle, voleibolistas, que también se planteaban el deporte como un escenario o un espacio de disputa política que, pues nos parece importante. También el tema del trabajo digno. La mayoría de jóvenes en este país o no tienen trabajo o el trabajo que tienen es precarizado, ¿cierto?, en malas condiciones. La tercera línea era el tema de la soberanía y la tierra, también nos pensábamos el trabajo con jóvenes del campo. De hecho, hemos estado mirando cómo articulamos el trabajo con los jóvenes del Coordinador Nacional Agrario, que es digamos la organización o la coordinación grande de organizaciones campesinas dentro del Congreso de los Pueblos, y pensábamos que la juventud también tiene que reivindicar la soberanía no solo digamos alimenticia, sino la soberanía de la tierra, la soberanía política, pensándonos en el tema también de la participación política. El otro tema era la cuestión de la educación, la cultura, el arte, ¿cierto?, como escenarios donde la juventud tiene muchísimo que decir, que expresar, y pues evidentemente la educación cuestionando el modelo de educación que se está, o que normalmente en el país se da pensándonos a partir de la educación popular. Todo el tema de pre-icfes populares y alternativos, todo el tema de esos escenarios de capacitación o de pronto de trabajo con jóvenes en los distintos barrios. Y nos pensábamos el tema de la paz. Ya desde el 2011 nosotros y nosotras como Tejuntas nos pensábamos que era importante darle discusión al tema de la paz y un año después, en una escuela nacional, reivindicamos la línea política de la paz como la línea central o el eje central de nuestro trabajo desde el que se articulaban el resto de escenarios o de disputas políticas. Para nosotros y para nosotras digamos si bien confluimos dentro del Congreso de los Pueblos pues tenemos reivindicaciones específicas y creemos importantísimo, digamos, para responder a las preguntas, a las que nos (***) invitados a este espacio, creemos que es importante en un escenario después del plebiscito, que si bien fue un escenario que nos sorprendió precisamente porque nosotros estábamos muy convencidos, muy convencidas, a través de las redes sociales que iba a ganar el sí, y nuestro trabajo antes del plebiscito fue campaña, reivindicar, agitar el sí, pues nos dimos cuenta que no habíamos, no era como tan favorable el escenario. Creemos que es importante que el movimiento social siga reivindicando sus particularidades, ¿cierto?, es decir, nosotros como jóvenes creemos que es importante seguir denunciando la obligatoriedad del servicio militar, pero al mismo tiempo es importante ver cómo estas reivindicaciones que nosotros y nosotras tenemos, o el movimiento social tiene, va en relación con la paz. Es decir, cómo la exigencia de la no minería transnacional en los territorios va en camino y tiene relación con la construcción de la paz. Cómo el tema del animalismo, de la liberación animal, ¿cierto?, que digamos dentro de nuestro escenario juvenil ha venido creciendo, incluso en las reuniones que hemos tenido o que se tienen a nivel nacional o aquí local en, de Congreso de los Pueblos hemos logrado posicionar la comida vegetariana y la comida vegana, eso ya es un gran logro, una gran apuesta política también de que los compañeros y compañeras que no se reconocen animalistas o que digamos no son vegetarianos o vegetarianas acepten o respeten nuestra decisión también de no comer animales, pues son logros que la juventud ha venido impulsando y que ha venido posicionando en estos espacios. Cómo estas reivindicaciones que el movimiento social no los deje a un lado por irse digamos al tema de la paz van en relación, ¿cierto?, cómo estas exigencias van en camino a la construcción de la paz, porque hemos dicho, digamos, a partir del Congreso Nacional de Paz del Congreso de los Pueblos en abril del 2013, hemos dicho que la paz son cambios. Es decir, no puede haber paz total o paz completa, como decía Alejandro también una de las perspectivas de paz, si la educación pública en este país sigue siendo digamos como está en unas condiciones, ustedes no sé si vieron las noticias hace poco en la Universidad Nacional que se viene cayendo, pues cómo las condiciones deplorables de infraestructura no favorecen a la educación. Cómo digamos el hecho de que el servicio militar obligatorio no permita a los jóvenes transitar en las calles de la ciudad tranquilamente. Cómo los jóvenes se tienen que esconder porque ven a un contingente de militares en los portales de Transmilenio, en las calles del centro, en las calles del sur y se les pide la libreta militar y si no tienen pues el riesgo de que se los lleven a prestar el servicio militar. De hecho, el día de ayer un compañero en el 20 de Julio se lo llevó el Ejército, se lo llevaron hasta el batallón, bueno ahí haciendo como toda la resistencia posible e igual le toca pagar 3.600.000 pesos, un joven que vive en San Cristóbal, que no tiene digamos para pagar esto, cómo hacemos para que este tipo de reivindicaciones y nuestras digamos exigencias para que se cumplan van en camino de la paz. Eso por un lado de cuál es la importancia también de nosotros y nosotras como movimiento social en la construcción de la paz después de un escenario como el del plebiscito. Pero digamos también creemos que es importante un segundo punto, es el tema de la pedagogía para la paz. Lo que nos demostró los resultados del plebiscito fue que no, no fue suficiente la pedagogía para la paz o tal vez no la hicimos de la mejor manera para tener los resultados esperados. Entonces cómo nosotros y nosotras, que somos los jóvenes, que somos las jóvenes, que tenemos y que consideramos que somos el punto central de la transformación de este país, nosotros hemos dado las discusiones de que es la juventud la que o permite seguir reproduciendo dinámicas en las que estamos en contra y la que no ha permitido una sociedad digamos dada para la construcción de la paz o somos nosotros y nosotras los y las jóvenes quienes damos ese paso fundamental a través de la organización, a través de la denuncia, a través del ejercicio pedagógico que les va a permitir hacer estas transformaciones. Nosotros y nosotras creemos que no fue suficiente el ejercicio pedagógico de paz que hicimos antes del plebiscito, y por eso estamos diciendo también que el ejercicio ahora, después de que vamos saliendo de esa tusa posplebiscita, pues cómo vamos siguiendo a, cómo seguimos haciendo ese ejercicio, pero no digamos a través de redes sociales, sino cómo nos vamos al barrio, calle por calle, puerta por puerta, escenarios propios de la juventud demostrando otra visión, otra perspectiva de la paz, ¿sí?, que no se digamos se limita con el tema de la refrendación, sino cómo hacer sentir en los barrios, en la calle, ¿cierto?, a los y las jóvenes, a la gente en general, que lo que se discutió en La Habana y lo que posiblemente se pueda estar discutiendo en Quito le cambia la vida a las personas y realmente las une, porque eso fue también lo que nosotros y nosotras analizamos que fue una de las razones por las cuales la gente no votó, 67% de abstinencia en el plebiscito dice mucho de qué tan efectivos son esos mecanismos o qué tanto la gente sentía como propia esas decisiones que se habían tomado en La Habana. Nuestro ejercicio como jóvenes, ¿cierto?, es ir precisamente puerta por puerta y decirle a las personas, vea, lo que se está discutiendo en La Habana es importante porque no solo va a traer transformaciones en el campo sino también en las ciudades. Nosotros y nosotras aquí en la ciudad no sentimos el conflicto armado mucho porque pues es una ciudad muy agitada, ¿cierto?, los tiempos, nosotros andamos todo el tiempo de afán y no nos damos cuenta cómo en las periferias afecta el conflicto armado. Y nos parece importante eso porque la gente una vez sienta propia este tipo de discusiones, de escenarios, cómo hace que, cómo sentir lo que se, lo que pasó en La Habana, lo que pase en Quito transforma las condiciones de vida, va a permitir, lo que dijo Alejandro, ejercicios de participación, ¿cierto?, que la gente vaya y participe en escenarios no solo amplios, no solo distritales, sino cómo también en el barrio, ¿cierto?, locales, Paz a la Calle también se está pensando en escenarios locales, nosotros y nosotras tenemos digamos trabajo en la localidad de Engativá y allá digamos está la coordinadora cívica de Engativá, y cómo también la coordinadora cívica de Engativá está impulsando el tema de Paz a la Calle y se han venido haciendo ejercicios de bueno, pararnos en espacios públicos para que la gente participe, exponga sus perspectivas sobre la paz, y eso hace también que las personas sientan pues que su voz, que su perspectiva se tiene en cuenta. Y también digamos estamos impulsando, como dice Alejandro, el espacio de la Mesa Social para la Paz. Creemos que es importante que la gente vaya a estos escenarios y sienta que no son las únicas que tienen preocupaciones en torno a cómo se va a llevar a cabo la paz, sino que sienta que hay un escenario  digamos mucho más amplio en donde hay una gran diversidad de expresiones, de sentires, de formas de ver la paz que puedan digamos permitir e impulsar para que las personas digamos, que realmente sientan que lo que se discute, ¿cierto?, la construcción de la paz, nos incluye a todos y a todas y así mismo, digamos, nosotros y nosotras como jóvenes pues precisamente queremos darle a entender a las personas que nosotros y nosotras como jóvenes estamos preocupados, estamos preocupadas, porque pues realmente la construcción de la paz, no solo, digamos, en todo el país pues se lleve a cabo con las transformaciones necesarias, por eso decimos la paz un cambio, la paz completa y por eso nosotros y nosotras decimos que la juventud tiene el papel importante, el papel principal de llevar a cabo estas transformaciones sociales. Muchas gracias.  
(Aplausos)

Daniel Pardo: Bueno, primero que todo agradecerle de nuevo a Alejandro, a Christian y a David por compartir esta experiencia, estas experiencias. La idea de esto es que sea un conversatorio, entonces quisiéramos pues abrir también una serie de intervenciones de preguntas también que ustedes tengan alrededor de lo que nos han contado y, pues, bueno, no sé también si antes hayan algunas preguntas de aclaración o para profundizar también en temas de los que nos han planteado hasta este punto.

Participante 1: (…) Me gustaría como *saber* un poquito, pues no sé, para alimentarnos un poco la conversación, es que quizás si hubiera venido alguien de Marcha también hubiera sido también muy chévere porque ellos quizás hubieran nutrido mucho en el sentido de que simplemente las dos banderas que juntaron gente del Congreso y la Federación, pues han movido mucho en torno a Marcha, ha sido dos cosas y es muy impactante, y es la *solución* política del conflicto armado, cosa que como que está en veremos, ¿no?, y la segunda era la asamblea constituyente (***). Esas eran las dos banderas importantes. En ese sentido, nos encontramos frente a un escenario totalmente, una aporía total en la que nos estamos repensando. O sea, ese es el *camino y yo diría* listo, una persona de Marcha hubiera dicho, podemos nutrirlo. En un segundo momento, ya como Federación, nosotros, así como Tejuntas, decidimos, listo, los jóvenes cómo nos vamos a replantear este tema, nosotros también decimos ¿realmente los barrios están siendo la zona de confluencia donde la correlación de fuerzas se está manifestando? Quizás no, quizás los barrios y las fábricas dejaron de ser, dejaron de ser la oportunidad para nosotros, es una de las segundas reflexiones, ya conectando un poco con lo que decías. Y como tercero, ¿cómo, como movimiento estudiantil, que hacemos parte de muchas organizaciones sociales y nos solidarizamos con muchos de los procesos, nos vamos a plantear este proceso? Creo que son mis tres ideas que quería poner ahí sobre la mesa.

Participante 2: Yo quisiera consultar un poco sobre el tema de la participación en la Mesa y quisiera ser un poco crítico con el tema práctico de la Jurisdicción. Es decir, ¿qué enseñanza nos dejó el proceso de paz de Andrés Pastrana? Hubo audiencias públicas en las que se abrió la participación social, ¿y qué quedó de eso? Más de mil intervenciones, ni una, ni una sola, era aplicable. Entonces, ¿cómo podemos pensar la participación social para que sea efectivamente, pues, para que sirva y para que sea tomada en cuenta? No, no creo que podamos hablar de simplemente tienen que aceptar *la voluntad* civil y tienen que llevárnosla allá y a rogar, porque no va a pasar y se estarían perdiendo horas de trabajo, horas de reuniones, de conclusiones, porque no van a ser escuchados. Y hay que tener en cuenta quiénes estuvieron en La Habana hablando con la sociedad civil, ¿no? O sea, estuvo Fabio Velásquez, estuvo *Foro Nacional* por Colombia, gente que ha trabajado en participación ciudadana desde hace cuarenta años y tiene opiniones muy importantes. Entonces sí quisiera preguntar eso, ¿cómo se están pensando lograr tener voz en las negociaciones, digamos ahorita que *se vienen* las del ELN en Quito y que no se quede en una retórica de “es que la sociedad tiene que participar”, sino que efectivamente participe?

Daniel Pardo: Bueno. Para darles la palabra, pues nos está preguntando en un nivel efectivamente como de, de cómo se está pensando esto en términos también efectivos y demás. Yo quisiera sumar una pequeña pregunta también de aclaración y es, hemos visto obviamente que hay unos retos de confluencia en términos de las, de *las organizaciones* y de la complejidad que se da entre sumar iniciativas singulares en estas apuestas comunes. Por una parte, al interior, justamente, Congreso de los Pueblos, como ya en unas voces amplias que también nos han presentado, pero también si pudieran decirnos algo más de cómo funciona esto, quizás desde también perspectiva Cumbre, pero también en general cómo funciona esta construcción en común con otros, si se quiere, otros movimientos sociales, cómo lo ven también ustedes desde esa perspectiva, como para redondear esta serie de preguntas y después recoger otras.

Christian Mantilla: Pensarse los escenarios de participación política evidentemente trae unas complejidades operativas, técnicas, necesitamos saber cuál es la capacidad que tiene el Ejecutivo de implementar muchos de los acuerdos a los que lleguemos, de, pues porque tendría que pasar por el Congreso, en fin, hay muchos interrogantes frente a eso que digamos estamos en un momento de, precisamente en un momento de reflexión política de cómo hacemos para que efectivamente exista una participación vinculante y decisoria de la sociedad, en este momento en el que se está pactando el tránsito de un momento de guerra a *otro, lo que* llamamos pues de construcción de paz. La Cumbre Agraria ha venido planteando un elemento que para nosotros es bien fundamental y es no solamente está los escenarios de diálogo y negociación entre gobierno e insurgencias armadas, *para ser* más precisos, sino que también existen otros espacios de diálogo, negociación y concertación que podríamos llamar con una insurgencia social. Insurgencia en el sentido de unas concepciones de subvertir el orden, de subvertir los valores de la política, de subvertir digamos la política pública. Entonces lo que hemos dicho es: deben entenderse también esos escenarios de acuerdo, de negociación, como escenarios de construcción de paz. La Cumbre Agraria tiene vía decreto presidencial un escenario que se llama Mesa Única de Negociación en la que el gobierno nacional se compromete a construir de manera participativa la política pública de la ruralidad. Lo que decimos es: entiendan que ese escenario de negociación también es un escenario de construcción política. Las centrales obreras este año, a principio de año, presentaron un pliego de exigencias. Ese debería entenderse también como un escenario de participación *popular* dentro de este proceso de paz; los pueblos indígenas tienen la Mesa Permanente de Concertación. Es decir, cómo hacemos también para que los distintos escenarios vayan tejiendo esa perspectiva de construcción de paz y el gobierno nacional los asuma como, digamos, como parte de esa, de este momento de negociación y de solución política al conflicto armado. No hay muchas, por lo menos desde nuestra percepción, desde nuestra concepción como coalición de movimientos sociales, no hay mucha claridad de que los escenarios institucionales sean la salida inmediata para dar solución a la conflictividad política, social y armada. Consideramos que es necesario de un lado, por supuesto, respaldar y apoyar los escenarios de negociación, pero sin perder de vista también otras formas de participación no institucionalizadas pero que van cobrando un significado enorme. Por ejemplo, toda la construcción de territorialidad y gobierno propio que ha venido construyendo el movimiento étnico, indígena, afrocolombiano y también el campesinado. Eso son expresiones también de participación y de construcción de paz que no necesariamente están institucionalizados dentro de la política de participación. Frente al método de construcción, de cómo llegamos entonces para que se entiendan *todos* estos espacios de participación como parte de la construcción de la paz, creo que ahí hay un reto enorme, y hay que decirlo autocríticamente como movimiento social, tenemos que desmontarnos de muchos métodos, de muchos preconceptos, de muchas rivalidades y competencias entre distintas corrientes políticas para realmente pensar de una manera muy creativa y sagaz este momento. Creemos que llegan los acuerdos, llega, se firma, lo que sea, lo que se viene es un escenario de mayor conflictividad que va a requerir también de mayor, digamos de diversas formas de participación que no se agotan necesariamente en, en los escenarios de acuerdos e insurgencias. Concretamente, en mecanismos y demás estamos pensando, pero digamos que la idea es, no pensemos únicamente en los canales institucionales y en las formas convencionales de participación, sino miremos de qué manera vamos profundizando otras formas de participación y que también, hay que decirlo, se han abierto posibilidades. Por ejemplo, todo lo que significa el, la consulta popular frente a la implementación de proyectos mineros en, en los territorios. Ya el Consejo de Estado dijo, sí, efectivamente los entes territoriales tienen competencia sobre la decisión. Creo que antes no estaba pensado ese escenario y ahorita se abre y creo que esa es una posibilidad interesante desde los entes territoriales municipales, esta construcción de la paz desde la perspectiva que ya hemos hablado, desde la perspectiva de una paz transformadora y no desde la perspectiva de la paz corporativa ni de la paz minimalista, *como lo planteaba* Alejandro al principio.

Alejandro Mantilla: La pregunta que sumercé hace es muy buena, y yo incluso le podría sumar dos argumentos para problematizar más. *Entonces* uno podría decir que incluso la participación es inconveniente e innecesaria. ¿Inconveniente por qué? Porque la participación puede enredar los procesos de paz, porque si de entrada hay dos fuerzas armadas que ya tienen diferencias históricas de décadas, pues llegan ahora sectores sociales como que a enredar más la cosa. *Entonces hay* gente que puede decir, vea, no solamente es problemática, además es inconveniente. Sumémosle otro argumento: la participación incluso puede ser innecesaria. Porque alguien puede decir, si hay canales ya democráticos pa’ que la gente se exprese, ¿para qué abre más espacios de participación? Y yo creo que esos argumentos son sólidos, pero aquí tenemos una realidad que es muy compleja, y es que precisamente la confrontación armada en Colombia pasa por el cierre de espacios democráticos. (…) Encontramos que muchas dinámicas asociadas al conflicto armado a nuestro juicio solo podrían solucionarse si pasan por la participación directa de quienes han vivido esas problemáticas. Un ejemplo, cultivos de coca, marihuana y amapola. Solo el campesinado colombiano, los indígenas y los afros saben cuáles son los cultivos para que se sustituyan la coca, la marihuana y la amapola. Porque cuando han llegado las agencias extranjeras, cuando ha llegado USAID, incluso con las mejores intenciones, y han buscado hacer la sustitución sin consultar con el campesinado, eso ha fracasado. Y hemos llegado hasta a caricaturas, el cuento de los pollos sin pico en el Putumayo para remplazar los cultivos de coca. Ahí se muestra que no consultar con el campesinado es un error. ¿Entonces qué planteamos? Que a pesar de que la participación pueda verse como muy difícil en la práctica, como inconveniente o como innecesaria, muchos problemas y muchas dinámicas de Colombia se solucionan consultándole a la gente que vive los problemas. Y además porque ante un conflicto armado que nace en buena medida por la carencia de democracia, hay que procurar más democracia. Y yo coincido con vos. Pensar que la participación son audiencias interminables con 150 (***), eso es un error. Porque *en buena medida* la metodología de la audiencia en el Caguán era mucha gente diciendo muchas cosas pero eso casi que no se sistematizó, la mesa como tal no recogió, etcétera. Y mira que hay un punto que es bien interesante y Christian lo mencionaba, todo el tema étnico nace de iniciativa, todo el tema étnico en los acuerdos de La Habana, nace por iniciativa de las organizaciones indígenas y afro. Y lo mismo se puede decir con el tema de mujeres, que se satanizó terriblemente y de la manera más vil, pero todo el enfoque de género de los acuerdos de La Habana en algunos puntos que fueron muy importantes no fueron y no salen de la iniciativa ni de las FARC ni del gobierno, salen de la iniciativa de los movimientos de mujeres. Y eso muestra entonces que una participación bien encaminada puede generar acuerdos bien interesantes. Y yo la verdad *te lo* cuento, yo no tengo la fórmula mágica del cómo, y ese sí que es un cuello de botella, pero sí creo que hay unas condiciones necesarias como para cerrar. Primero, la necesidad de pensar acuerdos en perspectiva regional. Es decir, solo la gente de sus regiones sabe cómo generar genuinas dinámicas de paz en sus territorios. Y los segundo, mirar la riqueza delas agendas de paz en Colombia. Y aquí, *a alguna* gente no le gusta que uno haga recuentos, pero la riqueza de la agenda del movimiento de mujeres, todo lo que ha hecho el pueblo indígena o los pueblos indígenas, mejor, el pliego de la Cumbre Agraria, un trabajo hermosísimo que hizo Planeta Paz sobre la Agenda Común para los Territorios desde los movimientos sociales. Eso muestra que realmente los pueblos, los movimientos, tienen agendas de paz, y creo que pensar la participación en clave de regiones y de agendas puede ser dos condiciones bien interesantes para la participación, sobre cómo hay una inmensa discusión y esperemos que poco a poco se encuentren fórmulas porque yo creo que, que las hay. Insisto, cuando en La Habana se abrió espacio a las mujeres y a los pueblos indígenas y afros se generaron buenos resultados, y ojalá con el ELN pase algo similar.

David Heredia: Sí. Lo que yo voy a decir digamos nosotros y nosotras como Tejuntas, especialmente acá en Bogotá, nos hemos dado digamos como la discusión fuerte en torno a los espacios institucionales, que creemos que ahí hay unos escenarios también de participación. Más allá de lo que pueda ser una audiencia o escenarios de diálogo, creemos que también esos escenarios institucionales permiten dar a conocer distintas experiencias, distintas perspectivas, y acá en Bogotá nos lo planteamos como un escenario vital para que la juventud pues se haga notar y dé cuenta de las problemáticas. Y para eso digamos nos hemos pensado el tema de las plataformas juveniles. A mí se me olvidó mencionar en la primera intervención que nosotros acá en Bogotá estamos digamos trabajando por localidades, entonces estamos en Bosa, San Cristóbal, Chapinero, estamos en Engativá y en Kennedy, y en estas localidades nos estamos pensando la participación institucional a través de un escenario como son las plataformas juveniles. Que tenemos discusiones al respecto, claro, viene de un decreto, digamos, a nivel distrital, pero que también permite y da posibilidades para actuar, para hacer cosas. Nos hemos también pensado digamos a partir de nuestra decisión también de territorializarnos con nuestro trabajo político con los y las jóvenes porque veníamos de una dinámica, digamos, poco universitaria, nos hemos pensado la posibilidad de que como jóvenes también tenemos qué decir en las juntas de acción comunal. Escenarios donde ha sido, digamos, las decisiones de estos escenarios han sido cooptadas por señores, señoras de mucha edad, que incluso se niegan a, o dejar sus cargos, o a aceptar digamos como dinámicas o transformaciones en los territorios. De hecho, un compañero nuestro es presidente de la junta de acción comunal y ahí, digamos, va a permitir, va a hacer un escenario de participación fuerte en donde la juventud también tiene qué decir y transformar los barrios. Y en estos escenarios, para *con esto* responder un poco lo que decía Daniel, pues ahí nos hemos encontrado no solo con otros movimientos sociales juveniles o incluso no juveniles, sino con organizaciones, individualidades, parches que no les interesa el movimiento social, sino les interesa hacer acciones por su cuenta de transformación. Entonces, en Engativá nos encontramos con jóvenes que hacen deportes extremos pero que también tienen una voluntad de transformar el barrio a través de lo que hacen, de mostrarle alternativas a la juventud, de digamos como a partir de los ejercicios de bikers, skaters, roller, pues generar unas dinámicas distintas a las que normalmente uno ve en la juventud. Cómo los barristas también, que son a veces en muchas ocasiones o en ciertos, digamos porque los barristas se organizan de distintos parches, son muy apáticos a todo el tema político, cómo podemos también trabajar con ellos y con ellas escenarios de transformación del barrio, escenarios de transformación del fútbol, sin necesidad de que ellos y ellas hagan parte del movimiento social. Ahí estamos generando un escenario de encuentro con otras expresiones, con otras diversidades pero también estamos generando escenarios en donde la participación va más allá de un escenario de discusión, de diálogo, metodologías de mesas, sino acciones concretas, cómo el teatro también permite una transformación política, cómo en los eventos musicales lo transformamos más allá de lo musical, y voy aquí a hacer como un anuncia, una cuñita ahí, nosotros y nosotras desde hace seis años venimos organizando un festival que se llama el Tripido Fest, que tiene el nombre de Diego Felipe Becerra, que fue el joven asesinado por el patrullero de la Policía en la 116 con Boyacá, cómo reivindicamos no solo a Tripido sino a todos los jóvenes y las jóvenes que son estigmatizadas, señaladas, criminalizadas, asesinadas por prácticas propias nuestras, como el montar en la calle tabla, como pintar un grafiti, pues lo vamos a desarrollar este 19 de noviembre en la Casa de la Juventud de Engativá con distintos artistas musicales, distintas expresiones artísticas, grafiteros, muralistas, teatro, bicirecorridos, cómo ahí también esos escenarios podemos digamos darle un contenido de transformación social y ahí los jóvenes y las jóvenes sentimos que estamos participando más allá digamos del voto, que creemos que también es importante, dentro de la organización hay gente pro y no pro electoral, pero ahí digamos también se nutre la diversidad y la discusión, entonces digamos también es para señalar estos eventos, estos escenarios de participación, de construcción colectiva, de transformación, pero también para hacerles la invitación para que asistan a este evento, con todo el gusto.

Daniel Pardo: La idea es abrir, recoger un par de preguntas (…)

Christian Mantilla: (…) Tengo que salir entonces quisiera antes pues agradecer la invitación, a los profesores por esta invitación, y también les tendría la invitación a participar en los escenarios que se están abriendo, la Mesa Social para la Paz, la Cumbre Nacional de Paz a final de mes, y una invitación también importante, es la academia, a los estudiantes, pueden, creo, deben jugar un papel fundamental en este momento de crisis social y política. De este momento tienen que salir algunas alternativas y algunas ideas renovadoras de lo que ha sido la historia y la cultura política de este país. Y ustedes como estudiantes interesados en estos temas, pues deben jugar un papel y desde ya los invitamos a sostener y a mantener este diálogo entre organizaciones sociales y la academia. Entonces muchísimas gracias y que pena pero (***).

(Aplausos)

Daniel Pardo: Bueno, entonces, tenemos tres palabras, Laura, Carlos y cuatro, cinco, seis.

Laura Quintana: Pues muchas gracias a los tres (***). El comentario-pregunta va en esta dirección: a mí me parece muy interesante todo lo que ustedes vienen haciendo, todo lo que han dicho, *pues* yo he tratado de seguirle un poco la historia a algunos de estos movimientos y me parece realmente admirable cómo han tenido que luchar contra tantas *cosas* de violencia, de *sujeción*, de *humillación*, de invisibilización porque mucho de lo que ustedes han venido haciendo pues *es muy desconocido* para muchos, por eso también parte de la idea de abrir estos escenarios es como que también se visibilicen estas formas de intervención que ya tienen mucho que *buscar* y que decir y que posibilitar en este escenario. Digo esto también pensando en lo siguiente: digamos, estamos frente a una situación muy compleja y traumática para muchos, venimos del no del plebiscito, ayer también para muchos sufrimos este golpe esperado que es la victoria de Trump, estamos viendo cómo se está conformando en el mundo todo un frente como de ultraderecha moralizante tremenda, que apela a un populismo tremendamente inmunitario, reactivo, que mueve estos afectos del odio, del resentimiento, del miedo, ¿no? Y por otro lado yo los escucho a ustedes y veo que están construyendo como unas formas de participación popular que también de alguna manera apuntan a pensar la participación política no tanto como una forma de deliberación consensuada entre sujetos que contratan, sino como formas de creación y renovación del tejido común que también reconoce el papel que allí juegan los afectos, pero otro tipo de afecto. Entonces me parece interesante preguntarles cómo ven ustedes el trabajo que pueden posibilitar los movimientos sociales para contrarrestar esta política del odio, de la venganza, del resentimiento, este populismo que realmente intenta movilizar el descontento de la gente por la falta de representatividad de las instituciones, por la precarización que están *viviendo*, cómo darle la vuelta a eso para canalizar de otra manera ese descontento por la falta de representatividad y por la precarización, y cómo hacer de alguna manera para que eso pues pueda pues *calar un poco* en otras formas de relación social.

Participante 3: También con los cristianos.

Laura Quintana: También porque yo creo, bueno los cristianos, hay cristianos de todo tipo, también en los movimientos hay formas de cristianismo que son distintas a las de los pastores evangélicos, entonces yo creo que tampoco se trata de decir movimiento social frente a los cristianos, se trata de propiciar otras formas de *cristianismo también*.

Carlos Manrique: En la misma línea de Laura, creo que un poco la pregunta es sobre la efectividad de la acción política, digamos, un poco también atendiendo a algunos de los comentarios anteriores. Ciertamente lo que ustedes han hecho, lo que los movimientos sociales, en un sentido amplio, han hecho en la historia del país es abrir otros escenarios y permitirle a otros sujetos y permitir digamos la aparición de otros discursos en la política entendida como la construcción de un mundo en común con otro. Es decir, no es, digamos, contextualicemos y pensemos en el Frente Nacional, pensemos que ahorita uno de los riesgos en esta coyuntura es un nuevo pacto de élites, ¿cierto? Teniendo eso en mente, digamos, yo creo que, digamos, esta apertura de la política que ustedes han propiciado, decir que la política no solamente la hacen ellos, que la política la hacemos nosotros, porque la política tiene que ver con construir un mundo en común entre unos y otros, pues es una tarea digamos de enorme importancia y pues por la cual creo que nosotros los admiramos a ustedes, por la cual creo que ustedes desde allá nos enseñan a nosotros en la academia. Y un poco la pregunta va a esto, digamos, hay una cierta efectividad de la acción política de ustedes incluso cuando está ocurriendo por fuera de los espacios institucionales, un poco lo que tú nos dices sobre las prácticas que ustedes realizan en los barrios o lo que nos decía Christian sobre digamos ese dilema que enfrentan de entender la importancia de estos otros espacios de comunicación, de construcción digamos comunitaria de planes de vida en el territorio, a pesar de que no estén digamos institucionalmente enmarcados, y un poco también lo que nos decía Alejandro, digamos hay una efectividad de esa acción y es una transformación cultural, una transformación en el tejido de relaciones, una transformación también en los marcos de comprensión de nosotros mismos, de nuestra realidad. *Yo un poco creo* que el reto del que ustedes nos hablan es cómo digamos traducir esa transformación cultural en una transformación institucional, ¿cierto? Y digamos, pensado así hay también que reconocer que eso ha pasado, que hay digamos transformaciones culturales que han redundado en transformaciones institucionales y nuevos proyectos de Estado. Bolivia es un ejemplo. O para no ir tan lejos, Bernie Sanders como alternativa real. Y tal vez hubiera ganado Bernie Sanders, tal vez hubiera ganado. Y Bernie Sanders surge del movimiento social, en buena parte y de lo que pasó hace algunos años en Estados Unidos con Occupy Wall Street y digamos la denuncia de que la democracia se está viendo digamos amenazada por la plutocracia, por la concentración excesiva de la riqueza en nuestra sociedad. Entonces digamos que no es que, no es preguntarse si eso es posible o no, sabemos que es posible. Sabemos que es posible que una transformación cultural, que digamos va de la mano de los procesos, que tienen una temporalidad digamos lenta, de los movimientos sociales, pueda eventualmente traducirse en una transformación institucional, en una construcción de Estado desde abajo. Entonces la pregunta no es si eso es posible o no, eso es posible. Ahora, mi pregunta para ustedes, y ya con esto cierro, qué pena, que me alargué un poco, es, pero por ejemplo en Bolivia había digamos algo que acá no hay en Colombia, y es digamos una cierta homogeneidad cultural de la población digamos indígena, que de alguna manera permitió, eso, digamos paso de un transformación cultural a una transformación, eso no digamos ocurre en Colombia. Y en Colombia tampoco ha ocurrido lo que ocurrió con los Indignados o lo que ocurrió en Occupy Wall Street, que fue la como ocupación del movimiento social del espacio público por meses. Qué tendría digamos entonces, ahí va la pregunta, pensando ya en nuestra especificidad, digamos, por ejemplo, ¿ese es un camino deseable para ustedes? ¿Esto que tú llamas la Mesa Amplia por la Paz también le apunta a la importancia que podría tener una movilización social en la calle, sostenida por un tiempo? ¿O cómo se relaciona la Mesa Amplia por la Paz con esa movilización o las actividades que ustedes nos proponen? Y un poco ahí la idea digamos de la figura constitucional del cabildo abierto, ¿no’, como también un espacio que puede sostener en el tiempo una participación política territorial comunitaria desde abajo, ¿cómo la han pensado ustedes?

Participante 4: Tengo un comentario y como una pregunta que no sé si tenga respuesta, pero después de la plebitusa me inserté en la movilización política a través de Paz a la Calle, pero mi pregunta y mi comentario va en torno a la emoción. O sea, a mí me parece que muchas de las personas que llegamos al espacio de Paz a la Calle llegamos como una respuesta *dentro de* nuestros sentimientos y (***) después de la, de los resultados del plebiscito, pero ya con el mes que llevamos de reunión en el Park Way, a mí me parece que las emociones van cediendo al Halloween, la navidad y mucha gente vuelve a la dinámica corriente, o sea, mucha gente que se movilizó por, o sea, en el primer Paz a la Calle que fue súper espontáneo podíamos ser unas doscientas personas, en el tercero yo creo que podíamos llegar a ser unas quinientas y en el último tal vez fueron unas ciento cincuenta. Entonces, mi pregunta va a cómo ustedes que son un movimiento social ya más organizado, un poco más institucionalizado, manejan el tema de las emociones, porque a mí me parece que nosotros no tenemos una cultura, como otros países de América Latina, de movilización, sino que todo lo que nos ofrecen o pasa al colombiano, huy terrible, pero finalmente en la cotidianidad lo acepta. Y tal vez pensando en dos charlas que estuve esta mañana, en la charla de género que hablaban un poco de las iglesias, pues a veces las iglesias evangélicas dan espacio para la emoción, para manifestar la emoción, y tal vez por eso han tenido éxito, porque dan espacio para eso, entonces no sé cómo ustedes, no sé si han hecho esa reflexión en torno a la emoción y cómo esas emociones marcaron la decisión de muchos ciudadanos de participar, pero de repente las emociones van pasando y ya todo vuelve a la cotidianidad y ya no importa que estamos en un momento de crisis porque no sabemos pa’ donde vamos y esto a dónde va a terminar o en qué contexto nos van a poner las elecciones 2018.

Participante 5: Bueno sí, mi pregunta es más bien breve y está relacionada con lo que decía Christian antes de salir, y es cómo podemos articular la academia a estos digamos movimientos sociales e iniciativas políticas, y digamos cómo estas prácticas teóricas o cómo esta digamos creación crítica de conceptos a la vez puede digamos integrarse a formas de acción política que tienden a desestabilizar digamos el orden *de lo dado*.

Participante 6: Sí. Yo creo que el acuerdo de paz de La Habana pues apunta un poco a institucionalizar el conflicto social y pues viéndolo *siento*, con algo de optimismo, hacia allá vamos. Quería preguntar, esa paradoja que puso de presente Christian hace un momento, cuando habla de los peligros de la burocratización y la tecnocratización y cómo esas demandas que vienen de los movimientos sociales llegan al escenario institucional y allí en parte se desactivan, ¿qué estrategias, qué políticas se pueden digamos concebir para *atajar* esa contradicción? Si en algo las distinciones entre movimiento social, (***) social y partido político, sus interacciones pueden servir para algo.

Participante 7: Mi pregunta tiene como dos partes. Una es, hablando ahorita del tema de las barras, esas son organizaciones sociales que ya están consolidadas en ciertos territorios, ¿cómo vinculamos a las organizaciones sociales que ya han estado en los territorios en conflicto, pero que su objetivo *misional* no es la construcción de paz? Y lo digo porque yo vengo de hacer mi trabajo de campo con la asociación de maestros en Vista Hermosa, Meta, y ellos están metidos en un pueblo de la zona de distensión y nunca trabajaron en temas de paz, y son maestros. Entonces me generó esa duda, ¿cómo podemos utilizar esas asociaciones, esas organizaciones que ya han estado ahí, que han vivido, para pues aprender de ellos y al mismo tiempo instrumentalizarlos? Y la segunda parte es, de eso ya, hablamos mucho de la academia, pero nunca nos preguntamos qué es lo que está pasando con los maestros en el territorio. Es decir, la principal cadena de suministro de gente para las guerrillas son jóvenes en el campo, y lo dice *Kalyvas* y lo dice *Collier* y lo dice (***) y lo dicen todos los autores que revisemos, entonces cuál es la importancia de fortalecer el proceso educativo en el campo para que se reduzcan los incentivos de que la, para que estos jóvenes se involucren o pues se curen a sí mismos del riesgo. Hablamos de la academia ya universitaria, pero, o sea, cómo hacemos que ellos desde el campo lleguen a la universidad, en donde sea, si ni siquiera pasan de quinto de primaria porque pues no tienen los profesores, no tienen las instalaciones entonces, ¿cómo debemos (***) la importancia de este tema?

Participante 8: Quería por un lado agradecer a los *interventores* la *idea* de, de sus presentaciones. Mi pregunta (vídeo cortado). (…) Es una revisión a la idea de pedagogía no suficiente, como dijo usted en un momento dado, o a la necesidad de que *haya* participación, que en general lo dijeron todos, ¿en qué medida esas pedagogías que fueron *descritas* como, por usted, particularmente, el puerta a puerta explicando los beneficios de una paz transformadora o crítica y no corporativa, etcétera, se nutre de las concepciones de aquellos convocados¡ ¿En qué medida esas pedagogías se nutren de un proceso de comprensión de la significación de paz, de vida digna, de vida plena, etcétera, a partir de la experiencia de los potenciales participantes? Quería preguntar porque no soy colombiana, (***) y que hay formas de *extensión* universitaria que se articule a través de un compromiso de investigación militante para producir pedagogías coproducidas con aquellos portadores de saberes locales. ¿En qué medida esas pedagogías pueden dejar de ser la expresión única *en realidad* de los deseos políticos, ideológicos, de los *grupos* militantes políticos? *Antes*, aunque esos deseos contengan mejores intenciones.

David Heredia: Bueno. Voy a tratar de ser lo más puntual, son preguntas muy amplias, ¿cierto?, tal vez empezar un poco como en lo que decía, digamos como al orden, como con lo que decía la profe Laura y el profe Carlos. Digamos que el tema de darle la vuelta, por decirlo así, hay que parte de la importancia de pensarse la construcción, tal vez si lo queremos decir como lo decía Gramsci, de la contrahegemonía. Costrucción de contrahegemonía y esta contrahegemonía parte de lo cultural. Y, digamos, personalmente yo me he venido pensando bastante cómo hacer esa transformación cultural. Y hay que, digamos, yo lo pienso y hay que hacer juego con lo que está en furor en estos momentos. ¿Cómo hacer uso, como lo decía allá, o instrumentalizar el tema de los youtubers, de las youtubers, para hacer un ejercicio político? ¿Cierto? ¿Por qué no pensarse, digamos, la música en términos, digamos, por qué no pensarse el reguetón como un escenario de disputa política? Y hay, hay ejercicios digamos en la Argentina, por ejemplo, hay una cantante que se llama Miss Bolivia que utiliza el ritmo del reguetón para poner en cuestión el tema de las problemáticas de las mujeres allá. Hay una canción de ella con un grupo que se llama, ay, no me acuerdo cómo se llama, se llama “No, no, no” y es el hecho a la decisión que tienen las mujeres de decir no, cuando no es no. Eso, digamos, esos ejercicios culturales también se pueden hacer ejercicios políticos, y al pensarse lo cultural como un ejercicio político de transformación va a permitir que haya una estabilidad o una trascendencia en las acciones políticas. Y esa es la tarea nuestra también, día a día, de renovar los repertorios, digamos, ya en términos más académicos, los repertorios de acción de los movimientos políticos. O sea, cómo utilizar lo que está ahorita, digamos en boga, por decirlo así, para darle la vuelta. Digamos, a veces los movimientos sociales de izquierda cometemos el error de reproducir ejercicios o acciones políticas de tiempo atrás. La canción protesta, a mí me encanta la canción protesta pero no vamos a llegar con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, ¿cierto?, con Alí Primera a los barrios a trabajar porque pues no, es lo que no escucha la gente, así no escucha, los jóvenes no, digamos, la mayoría de los y las jóvenes no escuchan este tipo de música. ¿Cómo le llegamos? A través del punk, del hardcore, del reguetón, eso es clave y, digamos, bueno, ese tipo de escenarios. Lo institucional hacerlo sostenible, digamos, hay una tarea nuestra de los movimientos sociales cuando nos pensamos el ejercicio institucional ya sea electoral o no electoral, como esos espacios de participación, de no dejar de un lado nuestras aspiraciones como movimiento social, ¿cierto? O sea, no dedicarnos exclusivamente a lo electoral, que el trabajo que hagamos en los barrios solo sea para tener votos cada cuatro años, sino cómo el ejercicio va más allá de lo electoral, cómo es en paralelo estos dos escenarios, ¿cierto? De lo social reivindicativo y de lo social electoral o institucional, para hacer sostenible eso, que no perdamos de vista. Creo que eso también puede ser un ejemplo en Bolivia. Evo no ha perdido de vista, digamos, por donde, desde donde viene, no ha perdido de vista lo social que tenía, digamos, que ha tenido en su trabajo político cuando hasta ha sido, de presidente, lo sigue manteniendo, con discusiones en la sociedad boliviana y todo, pero digamos lo social no lo ha perdido. El manejo de las emociones, ahí voy igualmente con el, que la renovación de los repertorios de acción. Lo cultural y lo artístico nos va a permitir también muchísimo hacer ese trabajo de emociones. Es difícil, es difícil porque una persona que llega a un escenario como Paz a la Calle, quinientas personas, ¡wash!, eso es lo maravilloso. Segundo momento de encuentro, trescientas, huy, algo pasó. Tercer momento, ciento cincuenta, uich, algo pasó, ¿por qué? Porque no, tal vez no se piensa lo, acciones efectivas, ¿cierto? Y eso también nos ha pasado. El movimiento social y las organizaciones del movimiento social hemos tenido picos altos y bajos, por muchas circunstancias. Unas son las condiciones de vida de las personas que hacemos parte de estas organizaciones sociales. No es lo mismo, digamos, mi compañero que fue ayer digamos cogido por el Ejército, que no puede, que si acaso salió del colegio, que por sus condiciones materiales de vida, no pudo entrar a la universidad o no puede conseguir un buen trabajo a otra persona digamos que sí tuvo la facilidad de acceso a la universidad. La academia y el movimiento social van de la mano. Yo vengo también de la academia y de hecho de la academia fue como yo llegué al movimiento social. Hay personas que pueden ser en otro sentido, que del movimiento social llegan a la academia. Creo que es una relación simbiótica, o sea, el movimiento social se tiene que nutrir de lo que produzca la academia, ¿cierto?, y la academia se tiene que nutrir de lo que suceda en el movimiento social, sin que una y la otra se crean superior, porque ese es el error que tenemos la academia o que los que, de los y las que somos de la academia, pensamos que porque estudiamos, tenemos acceso a la información, somos los que vamos a llegar al campo, vamos a llegar a las veredas, a los barrios a iluminar. Y no. El ejercicio y la experiencia que yo he tenido es que el barrio ilumina a la academia, para precisamente, digamos, para responder a lo que decía allá el compañero. No se trata de instrumentalizar a esas organizaciones que ya han venido trabajo. Se trata de compaginar, porque si usted instrumentaliza esas organizaciones pierden todo el sentido y se van a apartar totalmente. Entonces es ver cómo yo como movimiento social o bueno como parte de una organización de un movimiento social voy a un lugar donde hay otra organización, ¿cierto?, y cómo llegamos a puertos comunes sin necesidad de decir, huy, vamos a meter a toda esta gente a nuestro parche. Ese es el error que a veces cometemos en muchas ocasiones. Bueno, el peligro de burocratización e institucionalización, respondiendo un poquito a lo que decía Carlos, digamos, no perder de vista las reivindicaciones sociales ante lo meramente electoral o institucional, y (***) lo de los maestros pues hace parte también, yo creo que es un ejercicio propio de no solo, o sea, como de las mismas universidades no solo públicas, sino también privadas porque la educación, la, el sistema educativo es uno solo, es uno solo, y lo que sucede en una parte tiene repercusiones en la otra. Entonces es responsabilidad en particular de las universidades, de los colegios, de los maestros, exigir mejores condiciones laborales, mejor presupuesto, ¿cierto?, que realmente haya una posibilidad de incidir en una política educativa importante que mejore las condiciones materiales no solo para los maestros sino para también los y las estudiantes. Y en qué medida digamos se nutre los potenciales participantes o la, digamos, sí, de los potenciales participantes esas pedagogías, yo creo que también va muy de la mano de lo que le respondí al compañero: no instrumentalizar, sino aprender más bien, aprender de las experiencias, todos y todas tenemos algo que decir, todos y todas tenemos historias y formas de hacer las cosas, y en la medida que logremos compaginar estos ejercicios creo que va a ser muchísimo más efectivo el trabajo político de transformación social.

Alejandro Mantilla: Bueno. Muchas gracias por las intervenciones, muy sugerentes y preguntas bien *complejas*. Voy a intentar responder en tres momentos. Primer momento, frente a la pregunta que hace la profesora Laura. El gran problema del populismo de derechas es que refleja un descontento en la sociedad, y un descontento canalizado por vías conservadoras, y cómo han sabido digamos gestionar muy bien esa emocionalidad y esa afectividad de descontento. Creo que Juan Carlos Vélez Uribe, en medio de su ingenua, criminal, honestidad, lo planteó muy bien. Digo criminal, pues porque eso es delito, no lo digo yo, lo dice el Código Penal. Cuando dice, no, pues a los viejitos les dijimos que les iban a aumentar la pensión, a los evangélicos que iban a volver homosexual a todo el mundo, ahí hay una terrible gestión y manipulación de los afectos y de las emociones de la gente que además está en un momento de crisis. ¿Qué ocurre en un *fenómeno* como el de las elecciones de ayer, no se puede entender sin el desempleo de la clase media blanca norteamericana, y cómo curiosamente Carlos, mucha gente está planteando y creo que hay mucha razón en eso, que muchos votantes de Bernie Sanders preferían votar por Trump que por Hillary Clinton porque el discurso ligado a la justicia económica y el trabajo se veía muchas veces mucho mejor perfilado en la ruptura hacia el abismo que representaba Trump que ante la continuidad de Wall Street que representaba Clinton, ¿cierto? Y en ese momento estamos. Yo recuerdo un texto de Levinas sobre el hitlerismo, y Levinas lo que plantea es el hitlerismo tiene la capacidad de apelar a los sentimientos más primarios. Eso es cierto y es falso. Es cierto porque toda política implica una política emocional, y ahora con los trabajos de Solomon y de Martha Nussbaum es muy claro. Pero por otro lado, eso no quiere decir que sean los sentimientos más primarios, son más bien las actitudes reactivas cotidianas como se ponen en juego políticamente. Lo recuerdo pues porque yo hice mi trabajo de grado en filosofía sobre eso, el problema de la perspectiva en primera persona, es decir, la del nosotros, y la perspectiva en segunda persona, la del yo y el tú, y mi pregunta era precisamente sobre las actitudes reactivas, es decir, las actitudes que se ponen en juego en el diálogo con el otro, el resentimiento, la indignación, pero también la gratitud o el perdón. Y yo creo que un reto para la política hoy es ver cómo recreamos de manera emancipadora esas actitudes reactivas, porque si no, nos vamos a quedar con una muy peligrosa política del resentimiento muy bien administrada y manipulada por los populismos de derechas, y es el reto que tenemos hoy. Creo en esa línea también que la nueva gramática en América Latina de la política pasa necesariamente por esa afectividad. Lo común, por ejemplo, la construcción de lo común y lo comunitario no puede entenderse sin afectos compartidos. La dimensión del territorio, por ejemplo, en un tema que ha trabajado bastante *Amalia*, no hay comprensión de lo territorial sin algún vínculo afectivo con el espacio. Y yo creo que entonces esa es la gramática, nos permite nuevas maneras de entender lo institucional y la política en general. Y ese es un reto bien bien importante digamos que tenemos en este punto, precisamente porque no hay totalitarismos y no hay fascismos sin lo que Anthony (***) llama el bloqueo de actitudes reactivas. Me explico, la incapacidad de sentir compasión por el otro es el excelente campo de cultivo para que la guerra siga campeando por nuestra sociedad. Yo ayer, yo les contaba, *yo no sé si* aquí en la universidad, un dispositivo que se planteó a inicios de la década pasada, y es que cuando había una masacre paramilitar salía la cifra en el noticiero, mataron a veinticinco en El Salado, pero salía el número. Cuando había una masacre de *insurgencia* mostraban el rostro de la persona y de la víctima. Las dos eran igual de reprochables, en términos éticos, pero la manipulación emocional era muy distinta, y eso generó un bloqueo de actitudes reactivas frente a ciertas víctimas y una indignación desaforada frente a otras víctimas. Y yo creo que entonces el reto que tenemos hoy para pensar eso en clave de la movilización es muy importante, porque precisamente, y eso puede verse también en la pregunta que tú hacías de los maestros, nosotros vivimos un proceso muy interesante frente a lo que tú decías. Hoy estamos viviendo, sobre todo de 2008 para acá y las cifras lo demuestran muy bien, los estudios que ha hecho el CINEP, por ejemplo, que estamos en un ascenso de la movilización social. Hoy está creciendo la movilización, 2013 fue el año de mayor movilización en cuarenta años, es impresionante, Alejo *creo* que le hace seguimiento a eso. Pero el punto es que esa movilización sigue siendo sectorial y regional. La movilización de los maestros, de la gente que resiste a la mina en el Tolima, la movilización contra la sustitución de cultivos en el Catatumbo, el movimiento gay, el movimiento de mujeres, y la pregunta es dónde están los otros y dónde está lo común que nos lleve más allá de lo sectorial y lo regional, y eso hoy no es tan claro y necesitamos ahí sí una política de los afectos porque en buena medida lo que ha pasado con el gremio de maestros es que pasó de pelear con un nuevo modelo pedagógico a pelear por su seguridad social, y eso genera un grave problema para el movimiento social, y hay que asumirlo autocríticamente. Lo segundo frente algunos planteamientos que hacía Carlos, pues, yo creo que cada vez tenemos más claro que el Estado no es el lugar privilegiado de la política, que es un lugar más, y que incluso es un lugar secundario. Hay incluso, hay lecturas distintas frente a lo que pasa en Ecuador y Bolivia, procesos muy interesantes, pero en Ecuador es impresionante la distancia entre el gobierno de Correa y la CONAIE, la Confederación Nacional de Indígenas del Ecuador, y en buena medida eso pasa porque *aunque hubo* procesos muy interesantes en el gobierno ecuatoriano se quiso gobernar desde la estadolatría, pensando que todo se resolvía desde el Estado, y lo que querían los pueblos indígenas era autonomía desde sus comunidades. Claro, que el Estado cumpla su papel, pero no rompa la autonomía comunitaria. Entonces yo creo que ahí cada vez vamos comprendiendo mejor cómo el Estado no es el lugar privilegiado, pero también lo decimos porque no hemos estado en el gobierno nacional. Claro. Nosotros tenemos hoy la posibilidad de hacer esa crítica porque no hemos pasado por la tragedia de Brasil, ni por la tragedia del peronismo argentino, ni por la tragedia del chavismo venezolano. Entonces yo creo que es muy importante cómo cada vez, y creo que Christian y David lo plantearon muy bien, se defiende una institucionalidad comunitaria desde abajo, que eso no implica que se deje de disputar el Estado, pero sí que el Estado no es el único lugar de la política. Tal vez el lugar privilegiado viene siendo lo, lo comunitario, y en una sociedad donde lo comunitario ha sido roto por la guerra, por el narcotráfico y por el modelo económico. Y en los treinta segundos que me quedan, bueno, la pregunta sobre la academia siempre es bien, una pregunta bien compleja. Yo creo en la necesidad de las nuevas pedagogías, como tú lo decías por allá, y creo que en América Latina tenemos una riqueza muy grande de la educación popular, la posibilidad de educar sin tener como centro al maestro, la posibilidad de educar desde la situación concreta de las comunidades y la posibilidad de investigar de la mano con las comunidades, que fue como empezó precisamente Laura digamos a, a plantear este espacio. Y yo sí creo que cada vez tenemos más retos en varios niveles. Uno, la necesidad sin duda de investigar al lado de los movimientos sociales. Segundo, la necesidad de mirar cuáles son las agendas que podemos sacar en clave de construcción de paz. Y, por último, la necesidad de defender a la universidad como institución. Que claro, eso pasa por la defensa de la universidad pública, de acuerdo, pero también hay otros debates, y yo tengo el privilegio de decir esto tres días después de que el alcalde de Cartagena dijo de qué le sirve la filosofía a un muchacho pobre, ¿cierto? Pues ahí hay un ataque a la universidad también, y no solo a la universidad pública, ahí hay un ataque también a la función social, comunitaria y política que cumple la universidad, más quienes pasamos por las facultades de filosofía. Yo creo que entonces más allá del rol de la academia tal vez tenemos que tener el rol también de defender el mismo rol de la academia ante los ataques del modelo, y yo creo que estos espacios son una muy buena muestra de ello y ojalá los sigamos teniendo. Gracias.

(Aplausos)

Laura Quintana: Bueno, muchas gracias David, gracias Alejandro, gracias Daniel también. Antes de que se vayan les quería pues simplemente circular la información sobre estos dos libros que tienen que ver con algunas de las cosas que hemos conversado sobre las fuerzas de trabajo común. Este que es un libro sobre movimientos sociales y subjetivaciones políticas que es un esfuerzo por pensar con los movimientos y no sobre los movimientos sociales, y este libro que está recién salido que se llama Intervenciones filosóficas en medio del conflicto. Debates sobre la construcción de paz en Colombia hoy, que es un libro en el que participan filósofos de corrientes muy distintas, desde filósofos analíticos, pasando por postestructuralistas hasta filósofos muy normativistas en donde tratamos de pensar distintos problemas cruciales que están en juego en este debate sobre paz hoy. Entonces pues los invito también a moverlos, consultarlos, discutirlos. Gracias. 
 
 
Formas de Acción Política y Movimientos Populares en Colombia

Encuentro: Glosario para Pensar lo Común