Glosario de lo Común

Alix Morales - La defensa del territorio desde el trabajo de las mujeres campesinas

Alix Morales, Miembra del Comité de mujeres de la ACIT, Cauca  alixmormar1767@gmail.com

Buenas tardes a todos y todas. Primero, quisiera agradecerles a ustedes, los organizadores del evento, por la  invitación. Yo vengo del oriente del Cauca, en la región de Tierra Adentro. Hago parte de la Asociación Campesina de Inzá Tierra Adentro (ACIT). Dentro de esa organización, que es mixta, nosotras las mujeres tenemos un espacio diferente, diferencial. Hacemos el trabajo de género. No ha sido una experiencia fácil de lograr. Ya llevamos catorce años dentro del proceso y cuando   iniciamos la asociación,  la asociación estaba tomando fuerza en una asamblea para formalizar la ampliación de la organización. Nos invitaron a hacer parte de la asociación y nosotras, las compañeras que hacemos parte del proceso, éramos las esposas de los campesinos y hacíamos el mismo trabajo. Entonces, decidimos aceptarlo con las condiciones de que se nos reconociera y se nos respetara. Eso ha sido una lucha bastante fuerte porque (como en todo el mundo) en Colombia y  en los sectores campesinos y rurales, el patriarcado y el machismo está mucho más radicalizado. Lograr entrar en un espacio, no para ser las niñas que arreglábamos la logística de la asamblea, ni las que pelábamos las papas para hacer la olla comunitaria, no fue fácil.  Tampoco fue fácil para nosotras posicionarnos para enseñarles a las mujeres  que no deberían de ir a los espacios a cocinar y a arreglar la logística, sino a atender, a escuchar y a atender; fue bastante complicado. Y hemos hecho un buen ejercicio. A esta fecha, por lo menos tenemos el reconocimiento de los compañeros y hemos logrado avanzar en algunas cosas. Todavía tenemos que putiarlos por algunas vainas que no han aprendido. Hemos aprendido nosotras también, porque teníamos unas cosas muy marcadas. Nos tocó iniciar haciendo escuela y grupos de estudio, porque no sabíamos, no teníamos ni idea de los derechos humanos ni de los derechos de las mujeres cuando nos organizamos.  Ha sido una lucha constante,  que hemos logrado mantener porque también nos apasionamos por el tema y también sentimos que, más que ser una obligación que se nos reconozca, es un deber lucharnos el espacio. Allí llevamos estos catorce años de trabajo y hemos logrado posicionar algunas cosas para la organización campesina.  Si ustedes algún día escuchan a nuestros compañeros en algún lugar del nivel nacional o regional, ellos sacan pecho diciendo que somos una de las organizaciones campesinas que tienen el mejor trabajo de género, aunque allá al interior tengamos que chuzarlos y maltratarlos a veces para que entiendan que lo que hacemos no vale huevo, ni hace parte de un juego, sino que hay que reconocerlo.

Bueno, hemos venido haciéndolo ahí y también tenemos unas apuestas políticas importantes para nosotras, que van de la mano con los temas que estamos hablando hoy. Nosotras trabajamos cinco líneas específicas de trabajo. Una tiene que ver con los derechos humanos, sobre todo con énfasis en los derechos de las mujeres. Desde ahí parte el empoderamiento femenino que  les causaba mucha rasquiña a los compañeros y todavía  les asusta mucho  el empoderamiento femenino. Nosotras las mujeres tomándonos el micrófono a veces generamos que se baje del papayo a algún líder o algo. Entonces dicen: "bueno, esas van a estar de igual a igual y ¿cómo vamos ahí?". Ha sido difícil porque en algunas ocasiones ellos han sentido que podemos romper la organización, partirla. Pero la idea no es partirla, la idea es consolidarla y que avance.  Aparte de eso, en el fortalecimiento político-organizativo, los compañeros se han dedicado más a la parte regional y nosotras también asistimos a los espacios regionales y nacionales y a muchos espacios de formación, sobre todo  a  los que nos inviten o a los que podamos acceder; allí estamos y por eso hemos ido creciendo, hemos ido avanzando. Pero nosotras somos las que hacemos el trabajo de campo, en el campo, nosotras somos las que estamos allá como hormigas todo el tiempo tratando de transformar. Cuando hablamos de paz, nos damos cuenta que ese tema es  grande y  amplio. Lo vemos con los diálogos de paz y con los noticieros. Si vemos caracol y rcn, lo vemos, uff, en la porra, lo vemos muy lejano.  Pero para nosotras no es tan lejano, para nosotras está más cercano porque estamos con la gente, haciendo cosas pequeñitas que las mujeres por lo regular hacemos. Nosotras vemos las minucias, nosotras somos sensibles, de sentimientos, de pasiones, de amores, entonces vemos las cosas chiquitas, lo que le duele a la vecina, lo que le duele al vecino. Y por ahí hemos avanzando en el camino y eso ha hecho que hagamos mucho trabajo con las comunidades, lo que ha ido generando algunos cambios.  Bueno, y aunque algunos líderes todavía se asustan al escucharnos hablar, los compañeros en las veredas ya se sientan con nosotras y ya podemos compartir una chica o un café hablando con respeto. Les hemos enseñado a los maridos a que jabonar la ropa,  alzar los calzoncillos y los zapatos,  ayudar a cuidar a los niños mientras las mujeres van a la reunión no los hace maricas, los hace mejores papás y mejores maridos. Hemos hecho un buen trabajo con eso y ahí vamos construyendo paz. También estamos en la lucha de la defensa del territorio. Creo que el Cauca, Feliciano, los compañeros que están aquí del norte y  los compañeros afro saben todo lo que se ha logrado en el Cauca, pero también todas las minucias que tiene el Cauca frente al conflicto armado. Ha sido bien complicado, es muy complicado. Inclusive  a nosotras a veces nos preocupa. Estamos hablando de diálogos de paz y hay un espacio regional de paz y nos damos las discusiones y los debates, pero al interior tenemos un conflicto interior e interétnico por tierras. En el Cauca no hay tierras, entonces estamos peleando por tierras donde no hay tierras. Ha habido gente afectada, ha habido víctimas de esas cosas y eso también es preocupante. Entonces, ¿Cómo construimos paz de verdad? ¿Cómo es que vamos a hacer para construir paz? ahorita Feliciano decía: "cómo hacemos pa' juntarnos, cómo hacemos pa' bajarnos de esas vainas que nos tienen allá en un nivel".  Los indígenas por encima de los afro o los campesinos por encima de los afro (quién manda a quién). ¿¡Cómo hacemos para bajarnos de esas jerarquías de poder que nos han llevado a la cima, pensando, algunos, que si nos caemos de allá nos vamos a destortillar? Así  no estamos construyendo la paz que necesitamos. ¿Cómo se construye esa paz?  En cada casa, las mujeres deben tener democracia desde la cama, desde lo que le gusta y lo  que no: dónde me puede tocar, dónde no me puede tocar, dónde no me gusta que me toque.  Desde ahí hemos partido, desde la idea de  que la democracia nace desde la casa, desde la cama, desde el fogón, desde el salón comunitario, desde la olla comunitaria. Y creo que ese es un ejercicio y una estrategia de construcción de paz.

Frente a lo del territorio, pensamos en la defensa del territorio. ¿Cómo unirnos? y nosotras decíamos: hemos buscado varios espacios y varias compañeras porque se han roto las relaciones entre indígenas y campesinos, por lo menos en mi territorio, por conflicto interétnico. ¿Cómo hacemos para juntarnos? Sí, nos saludamos: "hola, buenas tardes". Pero de ahí no pasamos, porque, si los compañeros nos ven, van a decir: "estas viejas qué estarán haciendo". Entonces al ratico ya nos llaman: "venga, ¿usted de qué hablo con ella? Cuidadito porque no podemos bajarnos de tales cosas". Esa es una cosa complicada, que es muy pequeña pero que genera cosas feas. ¿Cómo sentarnos las mujeres a pensar? Si el día que vaya a avanzar la ampliación de los resguardos, nuestros compañeros se agarran a machete, ¿nosotras, como mujeres,  vamos a estar en esa pelea? o ¿dónde nos vamos a parar? ¿Qué posición vamos a tomar las mujeres? Porque a nosotras sí nos duelen los hijos de nuestras compañeras y  no pasa como en el noticiero, o sea, no  nos duelen solamente los soldados, sino que  también nos duelen los guerrilleros y nuestros hijos y nuestros nietos y nuestros sobrinos. Porque este es un conflicto que no es de nosotros. Estamos allí porque el gobierno nos tiene ahí metidos. Entonces, ¿Cómo tocamos eso y cómo mediamos  las mujeres  para que nos juntemos  en esos territorios, donde hemos convivido porque llevamos cincuenta y sesenta años viviendo allí? ¿Ahora la tierra es para los indígenas? ¿Es para los afros? ¿Es para los campesinos? ¿El resto qué? ¿Dónde está el respeto a las diferencias? ¿Dónde se ve el hecho de  que hemos convivido sesenta años? ¿No vamos a poder convivir el resto, cuando estamos construyendo paz? O sea, ahí, ¿qué pensamos? dígame. Frente al territorio, nosotras somos románticas y un día, en una asamblea grande, nos construimos un concepto de territorio que es bastante poético; poético, para nosotras,  es  más de sensibilidades. Dice que el territorio es el lugar donde habitamos, con el que nos identificamos, es donde están nuestros recuerdos, donde construimos presente y proyectamos nuestros sueños. Es el lugar donde se comparte, se saca el alimento, donde se trabaja de acuerdo a nuestras costumbres (indígenas, campesinas, afro, lo que sea), es el lugar que protegemos, donde está nuestra familia, el que nos despierta emociones y sentimientos, donde construimos relaciones con la naturaleza, con la comunidad y con nosotras mismas, porque el territorio es memoria y la memoria somos nosotras. A partir de eso, todo el ejercicio de resistencia que se ha hecho a partir de la soberanía alimentaria es otra de nuestras apuestas políticas, o sea, resistir para no consumir tal cosa. Hemos hecho un ejercicio importante para no consumir coca-cola. Creo que a algunas compañeras casi  les cuesta la vida hacerle  frente a la coca-cola, pero logramos bajarle el ritmo al consumo de coca-cola en un tiempo. Y también nos costó amenazas y cosas de esas, porque es complicado. Desde la soberanía alimentaria, la gente aprende a consumir lo que hay, porque si usted pasa por algunos territorios en el campo, lo que se pierden son las naranjas, los limones y las mandarinas. Pero cuando usted llega a la casa a saludar y mandan a la tienda a comprar una gaseosa y le sirven una gaseosa, entonces ¿cómo hacemos para que aprendamos a darle el valor que tiene cada producto que hay en la finca, cada producto que hay en las parcelas? ¿Cómo hacer para que las mujeres dejen de consumir caldo de costilla knor y Ricostilla, cuando en la huerta tienen cilantro, tienen cimarrón, tienen tomillo y tienen orégano? Digamos que cada una de esas cosas  se había perdido por políticas del Estado. Cuando entra la Federación de Cafeteros, les lavan el cerebro a los compañeros diciéndoles que el café da para todo, que usted produce café y usted tiene aquí arroz, aceite, yuca, lo que usted necesita, porque el café da para todo. Entonces, los compañeros optaron por sembrar café hasta en la gotera de la casa y se les quitó a las mujeres el espacio de la huerta, se les prohibió tener las gallinas, se les prohibió tener un cerdo, no podían tener nada, sólo café. Y gracias a Dios, aunque no nos alegra el daño, llegó la roya, la broca y  todo el problema económico. La baja de precios del café nos ha dado la razón en muchas de las cosas que hemos hecho. Entonces, empezamos con los compañeros en el 2003. Además, llegó el TLC y el ALCA a decirles: "mire lo que implica el TLC y el ALCA para nosotros, mire lo que pasa si nosotros no vamos a producir por lo menos lo que va a comer cada familia". Y empezamos a retomar. En algunas comunidades, nos tocaba irnos a dormir a las casas de las compañeras el sábado, porque los compañeros se iban a hacer mercado, pero  se quedaban tomándose las cervezas. Nosotras íbamos y les cortábamos tantos palos de café y hacíamos la huerta. Cuando ellos llegaban ya había huerta, pero se les había quitado la producción de tantos kilos de café, porque esos veinte palos de café  daban tanto porque la Federación les sumó en plata cada palo de café. Tocaba dormir con ellas para cuidarlas, para que, si llegaba el marido a montarla, por lo menos hubiera a alguien que dijera: "bueno, parcero, no le vaya a pegar, porque es por su bien".  Hicimos dos o tres ejercicios de esos y  del 2003 a esta fecha ya los compañeros están metidos en el cuento: ya cortaron su café, ya están ellos mismos ayudando a producir en la huerta, ya hay  patio otra vez, están las gallinas, los patos, los bimbos, los conejos, los curíes, ya hay otra vez producción de alimentos y garantías de alimentación nutritiva para la familia. Esa es otra pelea que  hemos dado y  la hemos dado también en unos espacios académicos donde nos han invitado. Ahí  la gente decía: "pero, ¿por qué no aplicamos seguridad alimentaria y no soberanía?". Y yo  decía: "porque seguridad alimentaria puede ser mierda que nos traen y nos toca comer. Eso nos garantiza que estemos llenas y llenos. Pero nosotros queremos nutrición y alimentación sana para las familias, y eso solamente lo garantiza la producción de cada uno en su parcela o en su finca”.  Ha sido un ejercicio de resistencia, que no es  por hacerle el chai a tales productos, sino porque hay una razón de ser y porque esa es la razón y eso es lo que nos identifica y lo que fortalece la identidad de quienes vivimos en el campo y de quienes lo habitamos. Aparte de eso, digamos que esa es la organización de los grupos y el ejercicio que hacemos para mantener y sostener el proceso organizativo.

Tenemos unos temas en común, unas palabras en común, que nosotras trabajamos con mingas de manera colectiva y  en juntas comunitarias de trabajo, que es una forma de trabajo colectivo muy importante llamada el cambio de mano. Con el ejercicio de la soberanía alimentaria, hemos posicionado un poco la defensa de las semillas nativas y propias. Hemos posicionado un poquito el tema de que no sean bancos de semillas los que tienen las compañeras y compañeros en las parcelas, sino que sean despensas populares de semillas nativas y criollas.  Aparte de eso, tenemos una estrategia de economía solidaria y campesina basada en la organización de pequeños grupos de ahorro y crédito local que sirven para que la gente ahorre. Ya hay una cultura de ahorro y ya llevamos desde el 2008 en ese ejercicio. Son unos grupos con una metodología del profesor Jungs y  con eso arrancamos. En este momentico, hay cuarenta y ocho grupos  de veinte personas cada uno. Esa metodología ha partido de  un ejercicio para organizar una estrategia de economía solidaria grande.  Tenemos un ejercicio de precooperativa en este momentico porque está en camino de construcción y tiene más o menos 270 socios afiliados hasta este momento. Con ese ejercicio, nosotras nos damos el lujo de mover entre 15 y 22 millones de pesos mensuales entre lo que se ahorra y lo que se presta. Es un ejercicio de economía.  Cuando empezamos los grupos de ahorro, los comenzamos sólo con las mujeres. Estábamos también haciendo una junta, nosotras le llamamos “junta política”, “junta de prevención de violencia”. Solamente organizamos los grupos con las mujeres. Las mujeres que saben de los grupos iban a los espacios de capacitación para prevenir con lo  del tema de las violencias  de género, sexo, ley 12/57, todo lo que tenía que ver con las implicaciones de la violencia en la vida de las mujeres y sus hijos.  Cuando terminamos esa campaña, también se terminó el primer año del ciclo de las mujeres y se repartieron la plata. Entonces, cuando los hombres se dieron cuenta que las mujeres recogieron 300 o 400 mil pesos cada una, dijeron: "nosotros también queremos un cupito, ¿nos dan una cajita?". Les dijimos: "claro, compañeros, pero entonces vamos a montar esta campaña de prevención de violencia para las mujeres". Entonces, los mismos talleres que les dimos a las mujeres, se los dimos a los hombres y se los cambiamos por una cajita de ahorro. Entonces, ahora están en la estrategia, ahorran, mueven su plata, pero también aprendieron, ¿cierto?
Para organizarnos, a algunas nos tocó separarnos, porque quién va a aguantar el trote de  ir a hablar de derechos o de prevención de violencia y dar un taller de violencia  con el ojo morado o con la vida hecha miércoles. Entonces, tocó ir organizando ese trote que liderábamos y algunas terminamos separadas. Que estuviéramos separadas significó para muchos de nuestros compañeros que no teníamos derecho a hablar de familia, porque las mujeres que no tenemos familia no tenemos derechos. Así estemos respondiendo por los hijos, las que salimos a un baile solas y nos tomamos una cerveza no tenemos dignidad para hablar frente a otras. Digamos que esas han sido algunas de las miles de peleas que nos hemos tenido que dar.  Cuando empezamos el ejercicio del ahorro con los hombres, pero también la campaña de prevención de violencia, ellos fueron aprendiendo. Digamos que aprendieron cosas que son valiosas y que generan cambios al interior de la familia y que han ido generando cambios a nivel de las comunidades. Eso también nos generó más confianza. ¿Por qué? porque los acercamos a ellos. Cuando un compañero de líderes dice: "no, es que las mujeres no se qué..", otro responde: “pero, ¿por qué las molestan? Mire que  ellas vinieron y nos enseñaron a ser buenos papás. Hemos aprendido otras cosas. Ellas nos han enseñado cosas buenas, ¿por qué les tiran tanto? ¿Por qué las molestan tanto?”. Entonces ya tocó bajarle al nivel y digamos que ha sido una tarea bonita que ha dejado muy buenos logros y que ha logrado transformaciones reales en las familias.  Con esa estrategia de economía solidaria,   al principio logramos cosas que sólo  fueron para las mujeres, pero ahora logramos cosas  para las familias, por ejemplo, que se tenga un poco más de autonomía económica.  Cuando las mujeres manejan algo de plata, pueden mejorar su autoestima, porque ya tienen la opción de hacerse pintar las uñas, de comprarse un desodorante, de echarse la loción; ya se dan el lujo hasta de comprar de revista. Entonces, mejoraron su vida, su vida personal, y eso mejora la calidad de vida de cada una de ellas.  Y los compañeros empezaron a hacer el ejercicio y lo han hecho bien. Tener autonomía económica genera también que  disminuyan las violencias, porque ya no dependen totalmente de su marido. El ejercicio de ahora es diferente. Como cada año liquidan los grupos en sus veredas, ellos dicen: "bueno, mija, usted va a al grupo y yo también, usted compra las puertas, yo echo los pisos, o hagamos estos baños o acomodemos la cocina”. Es un proyecto para la familia, pero están juntos aportando de igual a igual, y como juntos aportan de  igual a igual, ella también tiene derecho a salir a reuniones, ella también se puede ir  tres días a taller, ella también se puede ir a paseo. Es una cosa que ha generado cambios y son cambios pequeños, pero muy importantes.


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