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Holy Terrors

Latin American Women Perform

Diana Taylor, Alexei Taylor, Authors

This tag was created by Craig Dietrich. 

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Efectos personales (Spanish Transcript)

ESCENOGRAFIA
El espacio escénico se encuentra totalmente poblado de maletas, baúles, paquetes,
envoltorios, mochilas y toda clase de bultos y encomiendas. Estamos frente a algo que
se percibe como un depósito de equipaje, dado que los bultos que allí están
depositados están todos marcados, con su correspondiente número. Los números son
grandes y visibles, más grandes que lo acostumbrado. Y de series y colores
diferentes. Si bien se presume que se trata de un depósito de equipaje, nada confirma
la identidad de este lugar, ni su ubicación en el planeta. De las maletas allí
depositadas algunas son muy antiguas, desvencijadas, cubiertas de un polvo
ceniciento. Otras brillan como si estuvieran recién compradas y su diseño es muy
moderno. Amontonadas en orden, apiladas, estas maletas constituyen el único paisaje
escénico. Dado que no hay puertas ni ventanas, toda luz es cuidadosamente artificial,
gélida a veces, a veces cálida. El lugar es un espacio en sí, donde nadie puede entrar
ni salir.
PERSONAJE.
CASALIA BELPROP, también llamada DIVA o LA ACTRIZ. Mujer de edad mediana,
indefinible. Exótica. Bella, extravagante.
ACTO UNICO
La luz al comienzo -absolutamente irreal- permite ir distinguiendo las maletas, intuirlas
sin definición, presentir un mundo embalado, con sus espectros. Casalia Belprop,
envuelta en un precioso impermeable gris plata, elegante, alta, aún más alta por los
altos tacones que calza, con guantes al tono y un paraguas brillante, deambula
buscando su equipaje. Lleva en la mano el ticket con el numero 46. Se la ve ocupada
tratando de encontrar sus cosas, sin hallarlas. La acción de buscar se intensifica. La
luz aumenta lentamente.
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Casalia (Se muestra inquieta y, para controlar su inquietud, verifica constantemente el
número de su ticket con los que cuelgan de las maletas. Revisa una y otra vez las
maletas, con un ritmo progresivo) Tres, quince, setecientos noventa y cuatro. Mil
quinientos once. Cincuenta mil ochocientos veintiséis. ¿Cómo llevo la cuenta?¿Desde
dónde se cuenta? ¿Para quién se cuenta? ¿Se cuenta? ¡Esto es insoportable! (Patea
una maleta con furia. Parece de piedra. Su pie rebota. Pega un grito y se agarra el
tobillo. Salta en un pie aullando por el dolor.) ¡Pude reventarme el pie!! Casalia
siempre tan bruta, tan precipitada… me lastimé el peroné ¿o es la tibia? (Se sienta
en un enorme baúl y se saca un zapato para ver el daño que se ha hecho) El talón
ardiendo, la patada hacia atrás…repercute en la rodilla. ¿Pero que llevan en las
maletas? Tengo que reponerme. Eso es todo. El movimiento es siempre lo mejor.
Arriba, abajo, adelante, atrás. (Se pone de pie, cojeando.) Ay. Un médico, alguien que
me atienda (Continúa su búsqueda en un pie ) No parecen dispuestos a darme la
debida asistencia. Esto no quedará así. Soy una persona bastante conocida. Mi
nombre sale semanalmente en los periódicos. Puedo hablar y contarlo todo. Conmigo
no se metan. Tengo relaciones. Todo esto será debidamente informado. Me hacen
reportajes frecuentemente. Mi palabra tiene mucho peso. Si tuviera el pie roto…o
torcido… (Pausa. Vuelve a contar maletas) Si me tienen que pagar una operación.
Puedo hacer una demanda, no tengo miedo a las cuestiones legales. Conmigo se
están metiendo en un lío terrible. Soy Casalia Belprop. ¿Les suena de algún lado?
También me llaman Diva…a que ahora sí que saben quién soy. Ya lo decía yo. Soy
esa misma de la portada. (Cuenta) Cuarenta. Cuarenta y uno. Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres. Cuarenta y cuatro. Cuarenta y cinco. Cuarenta y Cuarenta y cinco y
medio. Cuarenta y cinco y tres cuartos ¡Cuarenta y seis, Casalia! Cuarenta y seis.
Cuarenta y seis. (Agita su ticket) Aquí está mi número. (Lo mantiene extendido,
esperando que alguien se lo reciba. Impaciente. La voz bastante chillona) ¿Qué pasa?
¿Hay huelga? ¿Adónde está el responsable de este depósito infecto? Digo yo: ¿Quién
está al frente de todo esto? (Mira significativamente su reloj pulsera) Estamos en
horario de trabajo. (Para sí) A mí me esperan desde hace tiempo. No puedo fallar por
razones ajenas. Nunca llego tarde a mis citas importantes. (Nuevamente con voz
altisonante) Gente. Vamos ¡Necesito mi equipaje! ¡Lo necesito! (Apunta en una
libreta) Hay que dejar constancia escrita. Yo tengo el número cuarenta y seis. No hay
duda. Y aquí están las maletas cuarenta y seis. Claro que las mías eran verdes. ¿O
eran de color malva? ¿He perdido el color de los colores? ¿Daltonismo
provocado?¿Qué me dieron de beber? Vista nublada. ¿De qué color era mi equipaje?
Empecemos por el comienzo. Siempre fui muy distraída, una falla de base. ¿Qué
maletas despaché? ¿Las otras? (Se sienta en un carrito transportador de maletas)
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Cuando uno se va por mucho tiempo sin saber si volverá traslada una cantidad de
objetos ridículos. Lo que necesita lo deja. Las dudas son terribles. Entiendan Levantar
una casa con una mano, deshacer una historia con la otra, el pánico en los talones,
cosas trilladas, de verdad poco interesantes. Suena el timbre. Trin. Se sabe que cada
minuto es un minuto de vida. (Rie) Bueno, tal como estoy vestida, todo hace presentir
que despaché las blancas. Es natural. O por lo menos es bastante lógico. Cuarenta y
seis coincide con cuarenta y seis. Y yo soy cuarenta y seis. Y sin duda despaché unas
maletas blancas, que no veo. Y no me pregunte usted por qué no las veo. (Se pone
unas gafas de ver) Con esto veo menos que antes. (Saca un largavista binocular))
Tengo mis recursos para ver y mis recursos para no ver. Pero aquí somos muchos.
Somos más de los que parecemos. Una cantidad innumerable de personas afectadas
por esta mala jugada política. Y todos todos creemos estar solos. (Busca a alguien que
se haga responsable)¿Dónde está el Supervisor General? (Para sí, con gesto de
desagrado) Hace demasiado tiempo que no me cambio de ropa. (Camina batiendo las
palmas. busca un pañuelo en el bolsillo y lo agita para llamar la atención. se pasea
pisando maletas, bastante enloquecida) No hay derecho a mantener a los pasajeros
anclados sin saber si hemos llegado o si nos estamos yendo. (Para sí) Si al menos
supiera eso, yo personalmente podría tomar otra actitud. La actitud de estar por
encontrarme con alguien amado. O la clásica actitud de despedida. (Guarda el
pañuelo. Vuelve obsesivamente a controlar su número. Y controla las maletas que
ostentan el número cuarenta y seis. Algo preocupada interroga:) ¿Es feriado
nacional?¿El personal está de asueto? ¿Acaso es el aniversario de la Patria?
(Intranquila, sintiéndose en falta) De ser así, deberían haberme prevenido. Me hubiera
puesto mi trajecito escocés y me hubiera clavado una gran escarapela en el pecho
con el color correspondiente al país correspondiente. Así al menos sabría a qué país
me han trasladado. Es más: agitaría entusiasmada la bandera de ese país. ¿Qué me
cuesta tener un gesto solidario con el país que espero que me recoja en su seno?
(Traslada todo un grupo de maletas de derecha a izquierda. Detrás de ese grupo
queda al descubierto una suerte de vehículo triciclo, con motorcito.y maletas todas
igusales de metal.. Es un vehículo roto y destartalado, que ya no sirve. Lo pone en
marcha. El vehículo no se enciende, aunque hace extraños ruidos.Se monta al volante
y se pasea con él haciendo ruido de motor averiado .El vehículo se detiene muerto.)
.¡Se ha quedado sin gasolina, claro ! (Revisa el motor mudo. Se llena de grasa) Esto
es un depósito de piezas de desguace. Transportes inútiles. Personas no identificadas.
Motores agónicos. Jefes que no asisten. Tomen nota. Sigan tomando nota. Sin duda
durante el duro trayecto cambiaron el contenido, las circunstancias. Ahora si que
recuerdo como si recordara: mis maletas eran de cocodrilo rojo. Reconozco
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perfectamente la forma, el tamaño, incluso el placer que me daba acariciarlas. (Se
mete debajo del absurdo vehículo para buscar debajo) El cocodrilo es un tipo de
lagarto inconfundible. El mío fue adquirido cuando recién había roto el cascarón. La
hembra había puesto cuarenta y seis huevitos. Tuvo destino de equipaje y bajo esa
apariencia me acompaña siempre. Puede que yo no diga toda la verdad. Puede que
nunca haya sabido nada de cocodrilos. Así es. Puede que nadie se de cuenta. Ni yo.
Cuando se pierde la confianza es mejor no dejar señales. Puede que no seamos una
familia con maletas de cocodrilo. Ni siquiera es seguro. Es probable. (Sale de abajo
del vehículo, muy sucia y con dos maletas de cartón que estaban debajo) Estas son
de cartón pintado, aunque lleven el número cuarenta y seis. Ya lo ven .(Separa las
maletas de cartón pintado) Ahora está más claro. Se trata de un “accidente
intencional”. Canjean cocodrilo por cartón pintado. Mientras pueda mantener el hilo de
la cuestión, no me habrán derrotado. No se trata de pensar, sino de ser
razonable.(Casalia se coloca arriba del carro con maletas. Grita con toda su voz) ¿Así
recibe a Casalia Belprop este país? Mis admiradores me llaman Diva. ¿Adónde están
mis anfitriones? (Busca poses con maletas como si estuviera en una sesión de
fotografía) ¿Se olvidaron que me habían prometido fotógrafos? (Se limpia como puede
con una crema. Se peina sacando elementos de un bolso que encuentra. Puede poner
en marcha un secador de pelo. Se cambia el peinado con gel. Se maquilla. Puede
ponerse gafas oscuras muy llamativas. Se perfuma y perfuma todo el espacio.
Camina como una modelo en la pasarela) ¿En qué mundo estamos, mi vida? ¿Qué
podemos esperar de la organización de todo lo demás si, ni siquiera, hay un control
del equipaje? ¿Eh? ¿Eh? (Pausa larga) Si me encarcelan por haberme llevado un
conjunto de efectos personales ajenos, ¿quién será el juez y quién la acusada? Son
demasiadas cuestiones juntas. Procedamos. Investiguemos. Sepamos que va y que
no va. (Separa una serie de maletas y decide a abrirlas dado que no recibe respuesta.
Prueba con distintas llaves hasta que una abre una maleta muy vistosa que lleva el
número cuarenta y seis) Abro esta maleta, señor Jefe, simplemente porque lleva el
número cuarenta y seis. (Al abrir la maleta un conjunto apreciable de huesos humanos
cae de ella. Pega un grito, reconociendo esos huesos) Pedro. Catalina. Francis.
Isabel. Alex. Guillermo. (Revuelve los huesos impactadísima) Mi querida señorita
Herminia. El idiota de Humberto. (Cada persona que nombra corresponde a un hueso)
¡El maxilar de Rita! ¡El coxal de la abuela Gertrudis! (Vivamente conmocionada) ¡El
famoso escafoides de Víctor! (Llora) Víctor ¡qué hermoso escafoides!. ¡Qué momentos
vivimos allá en la frontera! Nuestro amor, nuestra esperanza, nuestra pena no ha
muerto. Ángel caído con alas de luz lunar. Tan inusitadamente joven, y tan irreverente.
No lo supe decir a tiempo, Víctor, pero te aguardaba como una niña detrás del muro
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súbitamente borrado por la lluvia...Víctor, nunca más estarás solo. Tu escafoide
familiar e inconfundible me hace comprender lo que dice mi voz. (Con el escafoides de
Víctor y alguno que otro hueso habla a un supuesto Comisario de la Policía)
Imagínese, señor Comisario, que no voy a trasladar desde la otra punta del planeta,
todo este conjunto de huesos!!! Aunque coincidan con mi número, le aseguro que
traerse el palatino de Sonia es muy diferente a correr con Sonia tomadas de la mano
por las dilatadas playas de Santa Teresita. Este es su ticket, Diva, mucho cuidado.
Las pruebas son contundentes. El escafoides de Víctor. No te esperabas esta jugada
maestra. Lo hicieron todo a la perfección. Hay que admitir que los respalda una
poderosa organización. Despachaste personas y llegaron sustancias óseas. (Algo
perdida por el escenario. Pateando maletas que se caen y con un pequeño hueso en
la mano Casalia se dirige a un invisible Jefe.) Vea señor Jefe del Depósito de
Equipajes: éste no es el cóccix, éste no es el cóccix, éste no es el cóccix de mi
adorado Horacio. Lo reconocería, porque en nuestros últimos encuentros estaba
sumamente delgado. (Saca una calavera) Iván. Expuesto a todas las perdiciones.
Apostando a las urgencias ajenas. Con tus insólitos mensajes desesperados. Riendo,
Iván, riendo para borrar las huellas del espejo. También hoy te ha tocado esperar en
esta recóndita humorada. Iván, no es difícil sentir al verte la bocanada de Hamlet (Mira
la calavera mientras habla, evocando a Hamlet) “Dadle, como si se tratara de un
extranjero, un buen recibimiento. Hay algo más en el Cielo y en la Tierra que tu
filosofía, Horacio. Y no le contéis nunca, por más rara y extravagante que parezca mi
conducta, que estoy fingiendo, que engaño al mundo con mi falso delirio, que mi
cordura está probada, y que no es locura, sino ficción de la locura, la mía,
sensatamente concebida para defenderme, etcétera” (Guarda cuidadosamente la
calavera.. Cumplida la acción esconde esa maleta entre otras. Cambia totalmente de
atmósfera íntima. Se quita el impermeable que tiene puesto. Lo coloca sobre un bulto
ritualmente. Debajo tiene puesto un impermeable idéntico. Bucea en los bolsillos y
extrae un papelito de color. Divertida) Cuarenta y seis, Casalia. Estás teniendo
suerte!!! (Se saca este impermeable también. Debajo tiene otro. Bucea en los bolsillos)
Todo indica que las circunstancias te favorecen. Cuarenta y seis también, pero en azul
¡El otro era amarillo! (Salta feliz. Es una exaltación exagerada)¡Tengo varios cuarenta
y seis en preciosos colores!! ¿Quién los quiere? (Se ríe) El que me los puso es un
gran bromista. Deberían ascenderlo. Felicitaciones. (Pausa. Desafiante) ¡¡Yo creía
que Europa estaba más organizada!! ¿Dónde está el responsable de este viejo
continente? (Desafiante) Un continente que guarda en una pequeña salita a La
Gioconda, no tiene en su hall de entrada un portero uniformado? ¿Y si yo viniera a
robarme a La Gioconda? ¡Contesten! ¿Y si ya me la hubiera robado? (Adopta una
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actitud decidida. Con energía separa un baúl y lo planta en medio de la escena. El
resto se oscurece. Una intensa luz ilumina el baúl. Sin llave y con efecto de mago que
saca un conejo de su galera, Casalia abre el baúl. Dentro está La Gioconda de
Leonardo Da Vinci. Nadie debe dudar que se trata del original) Así es. Me robé la
Mona Lisa. Me llevé conmigo la famosa dama napolitana, esposa de Zenobio del
Giocondo. Usted dirá, señor Comisario, ¿cómo logró realizar este robo espectacular a
la vista de todo el mundo? ¿Cómo pudo sacarlo del Louvre a plena luz del día y
atravesar París con la obra de arte más famosa del mundo sin que nadie la detuviera a
preguntarle: -“¿Qué hace usted con La Gioconda?¿Adónde se la lleva?”. Bueno, señor
Comisario, fui tan ostentosa que nadie dudó que se trataba de una burda falsificación.
Lo siento mucho. Ahora la falsificación está colgada en el Louvre y los turistas se
emocionan ante ella. Y la verdadera Gioconda está conmigo. Siempre quise tener a La
Gioconda en casa. (Divertida) Combina con doce de mis muebles principales. (Grita)
Ni aún así aparece el responsable ¿Nadie enfrenta a esta mujer sospechosa que se
confiesa? ¿Hay abogados disponibles? (Agita La Gioconda como una bandera. La
muestra ostentosamente al público .Grita) Europa: ¡Atención! ¿Qué le queda a ese
continente si me dejan huir con La Gioconda? Toda Europa descansa en este cuadro.
De noche duermen en paz, porque la esposa de Zenobio del Giocondo les asegura un
pasado perdurable y les permite entrar pisando fuerte al porvenir. (Sonríe como La
Gioconda) Esta enigmática sonrisa, arduamente estudiada, protege a Europa de una
depresión irremediable (Muy desafiante) ¿Y ahora, qué harán sin ella? Lo digo por
culpa, una condición moral que atenta contra mi impecable robo. Estoy llamando la
atención de la Reina de Inglaterra, pero ella dirá: “-Por fin los franceses han perdido
una batalla!!” Entonces me dirijo al Rey de España: “-Señor, dejé a Europa sin su
Gioconda” “-Hija mía, ellos quitaron por años a España de Europa y ahora que hemos
vuelto, ¿qué nos importa la Gioconda?. Si te hubieras robado Las Meninas habría
bulla, pero no es posible comparar la luz de Velásquez mas que con la luz divina. Por
otra parte, La Gioconda se pintó en Italia: dirígete al Papa” (Casalia bate
enérgicamente sus palmas) Europa, ¿acaso os da lo mismo la falsificación que dejé,
que el precioso original que hurto? Europa calla. Norteamérica se ocupa del control.
(Repentinamente asustada) ¿Estaré en Sudamérica? ¿Sudamérica dónde queda?
¿Estaré ingresando de contrabando La Gioconda en Paraguay? Tal vez esto sea
Brasil. ¿Trajiste tu traje de carnaval? ¿Todavía celebran el carnaval en estas playas
blancas? ¿Y si estuviera en Argentina? (Muy preocupada) Señor responsable del
continente, o del país...o, para ser más modestos, señor responsable de este depósito
de equipajes: necesitaría mis cositas. Efectos personales. (Pausa) Si he llegado a
Sudamérica. Si he llegado a la Argentina o si me están expulsando de allí, algo habré
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hecho. Posiblemente haya un nuevo dictador y esté redactando su discurso antes de
asumir la Presidencia de la Nación. ¡Un Golpe de Estado! Despachan a elementos
pensantes, Casalia. (Pausa) Les dije que yo era una persona de peso. Y ahora todos
me reconocen (Pausa) Reclamar, ¿qué puedo reclamar? Declamar, ¿qué puedo
declamar? ¿Clamar? ¿Qué he de clamar? ¡Tengo mi número pero no aparecen mis
cosas! (Camina entre las maletas. Grandilocuente) ¿Para qué me sirve haber robado
la Mona Lisa si mi casa ha sido tomada por el Batallón de Infantería? ¿Y el famoso
escafoides de Víctor, no será un testimonio en mi contra? Si el supuesto país está en
supuesta guerra y mañana tenemos un presidente que puede fusilarte o que, a lo
mejor, ya te fusiló, ¡bien valdría la pena que encontraras tus documentos, querida.
(Se quita dos impermeables grises idénticos, no sin antes registrar y dar vuelta los
bolsillos buceando por sus documentos. En cada prenda encuentra el número
cuarenta y seis en distintos colores. Queda con otro impermeable idéntico que tiene
debajo de los que se quitó) Qué fatiga. Órdenes y contraórdenes. Mantener la cabeza
erguida. Cantarle loas al triunfo como nos enseñaron en la escuela. (Se
preocupa)¿Qué triunfo? ¿Quién triunfa? ¿Con qué medios triunfa? Y ni siquiera
aparece el Director que conducirá al Pueblo a la victoria. ¡Haber llegado a la
Argentina el día del Golpe de Estado y no encontrar el modo de demostrar quién soy!
(Saca de una maleta un enorme paraguas mojado) Además, todo me compromete. Mi
paraguas está mojado. (Lo abre y cae abundante agua) El agua indica que antes
estuve en otra parte. Otra parte lluviosa. Había nubes borrascosas. Tuve que salir de
apuro. Me sacaron a tiempo. (Perdida pero muy acelerada, busca, patea bultos.
Camina sobre algunas maletas en cuclillas. Cambia de lugar otras. Levanta una
pesadísima que, por el peso, la hace caer. La maleta cae encima de ella y la aplasta.
Sólo se ven sus manos y sus pies agitarse como un animal que ha caído en una
trampa) Señor General: de orden de que me quiten este peso de encima. Yo no sé
nada, se lo aseguro. Voy a contar hasta diez para que me quiten este bulto de encima.
Uno, dos, tres, cuatro (Amenaza) De lo contrario daré intervención a la Prensa
Internacional. Todos los países pedirán por mí. Todos los seres humanos del planeta
clamarán por Casalia Belprop...cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once doce, trece,
catorce, quince, dieciséis. Soy un tordo llamando en la neblina a un sordo enterrado en
las tinieblas. (Hace mucha fuerza. La maleta es pesadísima. Finalmente logra
levantarla y salir) Gané la primera batalla. Pero bien podría ser un pretexto. No te
olvides del futuro. Conserva tu espíritu de asombro. Mientras te asombres, nunca
envejecerás. (Toma una maleta pequeña) Esta abrumadora maleta contiene una
nubecita de Junio y otra nubecita de Septiembre. No me cabe duda. (La abre y
empieza a salir de adentro de la maleta que la aplastó, un espeso humo blanco que
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inunda el espacio) Cuando las nubes choquen lloverá. Y ese agua tendrá la misma
composición química que cae constantemente de mi paraguas. Estoy terriblemente
comprometida (Envuelta en humo) Y bien: ya es hora de que me revelen qué lugar es
este. ¿Qué mares lo circundan? ¿Qué animales merodean a la hora de los sueños?
¿Qué verduras se agitan en los bosques de oro? (Cae de rodillas con el paraguas
abierto) ¿Sobreviven mis mariposas? ¿Respira la gata blanca de Pedro?¿Han crecido
las palmeras de mi Jardín botánico?¿Se baila aún en alguna calle?¿Alguien se
enamora perdidamente y en estado de gracia canta en la noche inmensa? (Pausa)
Cuando las nubes choquen vendrá el Diluvio. Todo me compromete. Aunque tenga un
jardín poblado de maletas seguras. (Cierra la maleta de la que ha seguido saliendo
humo) Sospechan hasta del agua. Está contaminada. Bebemos radioactividad
transparente. (Se desprende de la maleta con humo) Todo indica que
intencionadamente niegan mi paradero (Encuentra un silbato en el bolsillo. Lo hace
sonar) ¿Y si estuviera en China? Haber arribado a China puede ser un
acontecimiento. Mi nombre es Casalia Belprop, pero los amigos me llaman Diva. Diva,
¡qué problema! Exacerbado individualismo. Adicta a Marlboro. Consumo bastante
Coca Cola. Y para colmo mi ropa tan sofisticada. Soy una víctima de la moda. Aunque
se sepa que todo lo que digo es mentira. ¡Me cambiaré de nombre! ¿Cómo se dirá
“rojo” en chino? Es un color que apasiona a los comunistas. Y a los toros. (Mediante
un gran esfuerzo logra abrir una maleta repleta de impermeables grises idénticos a los
que usa. Los arroja entusiasmada por el aire.) Dios está de mi parte. Dios está en
todas partes. Dios. ¿Se puede hablar de Dios en este Paraíso? Se terminó mi
individualismo. Ya no me llamo Diva. Uso el mismo nombre que todos ¿El mismo
nombre? ¿Qué nombre? Quiero pasar desapercibida. Pensar lo mismo que nadie.
Hacer lo mismo que alguien (Desalentada) Oh, qué desastre. Siempre llamaré la
atención. Siempre notarán que existo. Siempre lloverá. Siempre sospecharán de mí.
(Encuentra una maleta repleta de latas de sardina) Tampoco me dejarán morir de
hambre. (Intenta abrir una lata) Tengo hambre. ¿Qué hora es? ¿Día o noche? ¿Antes
o después? (Camina impaciente con la lata en la mano. arroja impaciente la lata contra
las maletas. explota como si fuera una granada de mano. Se asusta. Se tapa los
oídos. Se protege con un bolso a modo de escudo). Quiero elevar una queja. Estoy
envuelta en un escándalo internacional. Contrabando de explosivos Cúmulo de
huesos. (Pausa) Tira varias latas más que explotan Finalmente escoge una maleta
que parece diseñada para contenerla. La abre. Prueba si cabe. Se mete adentro y
cierra la maleta. Las luces disminuyen y sólo queda iluminada la maleta donde ella
está encerrada. Se escucha su voz) Si al menos me dijeran si me estoy yendo o si
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acabo de llegar. Si al menos me dijeran si este es el comienzo o el final. Si al menos
me dijeran algo. Silencio. Ella ahora es un bulto más.
APAGON FINAL
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