Performance y Tecnología
Tavia Nyong’o, New York University
Los estudios de performance están orientados hacia lo #en vivo, hacia el #afecto, lo relacional, lo minoritario, disidente y #queer. Un proyecto de este tipo perderá constante, y comprensiblemente, la sincronía con la marcha contemporánea hacia lo digital. Google Books representa una visión tecnológica de accesibilidad universal al conocimiento, cortesía de una corporación multinacional que desprecia el valor de los conocimientos locales, divergentes, #rituales u otras formas privilegiadas de conocimiento. Los estudios de performance abogan por formas de conocer y formas de ser que se escapan entre las rendijas y fisuras de una etimología plana; buscan más bien pluralizar y multiplicar, incluso cuando este pluralismo incluye el derecho de ciertos conocimientos y prácticas a permanecer escondidas, desconectadas (offline), parciales o efímeras. Los estudios de performance no presentan datos maleables que puedan ser fácilmente capturados, almacenados o analizados como información en formatos digitales. Los esfuerzos por digitalizar son, por lo tanto, también necesariamente ejercicios de #traducción (como Diana Taylor y Marcos Steuernagel exploran en su Introducción).
Por cada profesional de estudios de performance que acoge de forma entusiasta a las tecnologías (y esta acogida se extiende a todo tipo de tecnologías, no sólo a las digitales en las cuales me concentro en esta introducción), hay igual número de puristas que se resisten a la invasión de las máquinas con diversos grados de resistencia, pasiva y activa. Hay una tradición intensamente debatida dentro de los estudios de performance que busca definir performance como una presencia #en vivo que escapa los intentos por documentarla y preservarla. Incluso aquellos que no se adhieren a esta definición de performance a veces se adhieren a #metodologías que toman lo en vivo como lo principal y a su mediación como lo secundario. (Los derrideanos quizás describirían este método como un vestigio del logocentrismo, o la prioridad metafísica de la #voz sobre su rastro escrito, pero esa es una discusión para otro momento). Con la creciente escasez de recursos disponibles para las humanidades, que fomenta el atrincheramiento disciplinario en muchos #departamentos, es a veces tentador acceder a las definiciones más simples y legibles de performance en vivo. El éxito de tal maniobra, paradójicamente, implicaría que los estudios de performance tendrían poco que ver, e incluso menos que decir, sobre las ubicuas transformaciones tecnológicas de la sociedad, el arte y la #política.
Una consecuencia del privilegiar lo en vivo como objeto de análisis en los estudios de performance es que la tecnología ha sido discutida y debatida principalmente en relación a su rol en la documentación y el #archivo, en vez de lo que construye y crea por sí misma. Para algunos al menos, la tecnología les interesa principalmente, incluso exclusivamente, por su capacidad para ofrecer un acceso mediado al objeto real de los estudios de performance: las performances en vivo y corporalizadas. Esta tendencia en los estudios de performance juzga a la tecnología como Nietzsche buscaba juzgar a la historia, en términos de si está "al servicio o en perjuicio de la vida". El problema de consignar a la tecnología exclusivamente al archivo consiste, en términos simples, en que la transformación tecnológica es un asunto tanto sobre el futuro como sobre la preservación del pasado. Si bien es crucial el rol de la tecnología en la expansión del acceso a la #memoria cultural—y es en este ámbito donde las humanidades han dejado su mayor huella digital—igualmente crucial es la forma en que la tecnología le da forma a la subjetividad, a la expresión artística, a la vida diaria y al #cuerpo en sí. Delegar el análisis de estos asuntos a otras disciplinas sería una oportunidad perdida para los estudios de performance.
Si bien puede haber una tendencia a esquivar a la tecnología o a reducirla a un rol suplementario, ha existido por mucho tiempo una contra-tendencia que busca activamente el incorporar la tecnología a la performance—las llamadas prácticas intermediales. Y ahora hay un movimiento paralelo para hacer lo mismo en la investigación sobre la performance—las llamadas humanidades digitales. Lejos de enmarcar primero a la performance, siguiendo luego con su documentación y #archivo, esta última tendencia acoge el uso de tecnología en cada etapa, desde la concepción hasta la ejecución. En su forma artística, sus progenitores parten del arte postal (mail art), videos artísticos y televisión, obras de radio-teatro e incluso algunos modos de escritura experimental. En su versión académica, sus aliados e interlocutores se encuentran en diversos campos de los estudios del cine, estudios de nuevos medios, estudios críticos de programación (critical code studies) y estudios de ciencias y tecnología. A menudo, una dimensión social o activista muy fuerte está presente en las estrategias de las performances contemporáneas que activamente abordan la tecnología, como aquellas que utilizan medios tácticos o el “hackeo” de medios. El impulso intervencionista de muchas (no todas) las artes intermediales y los proyectos digitales de las humanidades pueden ser situados en el contexto actual de la investigación académica. Tales intervenciones son tanto síntomas como aproximaciones críticas de una realidad donde ciencia y tecnología son prioridades declaradas para casi todas las principales universidades, fundaciones para la investigación o gobiernos nacionales. Habiendo cultivado el arte de estar dentro pero no siempre siendo parte de las instituciones, los estudios de performance tendrán que navegar más a menudo con las promesas y peligros de estas nuevas posibilidades.
Permítanme cerrar con una nota personal, ya que escribir este prefacio ha presentado una permisividad por su propia cuenta, la preciada posibilidad de la revisión. Al ver mi propia entrevista grabada, la misma que se presenta en este volumen, más de una década después de su grabación original, me veo confrontado por la asombrosa duplicación del archivo digital y su posible diseminación hacia el futuro en la forma de mi declaración sobre qué es mi campo y qué estoy haciendo dentro de él. ¿Por qué es esta duplicación sorprendente? Innegablemente, soy yo quien aparezco en la grabación, después de todo, luciendo no muy distinto entre aquel momento y ahora. Estoy respondiendo a una pregunta que se mantiene vigente. Ciertamente, me la hicieron ayer. “¿Qué son los estudios de performance?” “¿A qué te dedicas exactamente?” Y aún confieso que estoy muy lejos de estar satisfecho con mi respuesta documentada. El performance de la experiencia que estoy visiblemente exhibiendo en la grabación no me satisface. Opino que mi ser pasado está demasiado al tanto de la ocasión pública de mi entrevista, incluso diplomática. No he practicado lo suficiente para parecer natural; no he practicado lo suficiente para parecer extemporáneo. En términos de Schechner, no es ni “no yo”, ni “no-no yo”. Es tan sólo yo, un hecho que no encuentro muy performático. Cito respetuosamente algunas disciplinas—historia, antropología, estudios culturales, literatura. Aludo a los debates y controversias. Menciono cuidadosamente palabras claves. Pero la suma total de este esfuerzo, me temo, logra transmitir muy poco de lo que intento decir seriamente. Y para rematar, al ver la entrevista de nuevo, me distraigo repetidas veces por la enigmática frase “sus ojos sólo ven”, que es capturada en la parte superior del encuadre del camarógrafo, y que flota sobre mi cabeza a lo largo de la entrevista, como si se burlara de mi intento de elocuencia y concisión.
Finalmente, lo que parece tan peculiar no es lo que estoy diciendo o no logrando decir, sino que lo estoy diciendo, que esta viñeta en particular será subida, traducida, y anidada en metadata, para ser preservada para la posteridad, para que tú la veas. Parece que esta ocasión tiene algo que ver con el tema más amplio de “performance y tecnología”, un aspecto que no solemos traer a colación. En Aforismos: Cultura y Valor, el filósofo Wittgenstein ofrece el siguiente escenario:
Engelmann me dijo que cuando rebusca en la casa en un cajón lleno de sus propios manuscritos, le parecen tan esplendidos que piensa que valdría la pena ponerlos a disposición de otras personas […] Pero cuando imagina publicar una selección de ellos, toda la empresa pierde su encanto y valor y se vuelve imposible. Dije que era como el siguiente caso: Nada puede ser más notable que ver a un hombre que piensa que no es observado realizando alguna #actividad cotidiana muy simple. Imaginemos un teatro, la cortina se levanta y vemos a un hombre solo en un cuarto, caminando hacia arriba y hacia abajo, encendiendo un cigarrillo […] Seguro esto sería raro y maravilloso al mismo tiempo […] Pero entonces, ¡Sí vemos esto todos los días sin que cause la menor impresión en nosotros! Claro que es verdad, pero no lo vemos desde ese punto de vista […]
Wittgenstein continúa y asocia la obra de arte y la obra del pensamiento como vehículos gemelos para alcanzar “ese punto de vista”, simultáneamente “raro y maravilloso”. “Una obra de arte nos fuerza”, comenta Wittgenstein, “a ver en la perspectiva correcta”. Wittgenstein y su amigo Engelmann utilizan las tecnologías de su tiempo—la imprenta y #la boca del escenario—en sus especulaciones sobre los medios para llegar a esa “perspectiva correcta”—¿Se llama performance? Codiciando su forma mercurial, ven lo cotidiano y ordinario metamorfosear en lo fantástico y de otro mundo, y de vuelta de nuevo. Buscan lo olvidado y fallido a través de su triunfo virtual ante los ojos del mundo antes de retroceder, de pronto, detrás de la cortina. El emplear la misma fuerza especulativa a las herramientas y redes de nuestro día y del día después de mañana, pareciera un futuro para los estudios de performance que aún permanecen más allá de nuestro horizonte.
Discussion of "Performance y Tecnología"
Add your voice to this discussion.
Checking your signed in status ...